“La primera vez que leí Frankenstein fue a los 21 años. Me dejó en shock que Mary Shelley tuviera 18 cuando lo escribió. Aparte de su tema, fue importante para mí como libro escrito por una joven, pues en aquel entonces yo era una mujer joven que quería escribir”. Desde entonces, casi una treintena de títulos, jalonan la carrera literaria de Jeanette Winterson (Mánchester, 1959), ampliamente reconocida hoy como una de las mayores escritoras británicas del momento. En su última novela, Frankissstein (Lumen), la autora revisita el mito del monstruo de Frankenstein como una exploración de los orígenes de la Inteligencia Artificial. “Al releer el libro el año pasado me di cuenta de que tenía que escribir sobre dónde estamos ahora y cómo llegamos aquí”.
Parra ello, Winterson entrelaza en la novela dos narraciones. La primera, reconstruye cómo fue la escritura de Mary Shelley, enmarcada en las famosas veladas de Villa Deodati, y cómo fue dando respuesta a preguntas como: ¿qué es la realidad? ¿Qué es la muerte? ¿Cuáles son las responsabilidades de la creación? ¿Dónde están los límites entre la historia y la vida real, entre la conciencia y una idea? Por otro lado, la escritora nos traslada a la actualidad para representar un drama similar al de la novela y la vida de Shelley con álter egos de los personajes. Y es que, a juicio de la escritora, la IA y la robótica no son patrimonio de un futuro inconcreto, sino que “ya están aquí. Mi libro está ambientado en el pasado y en el presente, no en el futuro. No estoy escribiendo ciencia ficción”.
Pregunta. Recrea en su novela la escritura del Frankenstein de Mary Shelley, ¿qué significó ese libro y cuáles de sus preguntas y reflexiones continúan vigentes hoy?
Respuesta. La novela de Mary Shelley ha sido leída de muchas maneras: una novela feminista temprana, una novela gótica, una novela de ciencia ficción o sobre la ciencia y sus peligros, una novela sobre niños sin madre o sin infancia… Pero somos la primera generación que también puede leer este libro de una manera diferente, como la de personas que compartirán el planeta con formas de vida autocreadas, no a partir de partes del cuerpo robadas del cementerio, sino de ceros y códigos. Eso es alucinante. Además, el libro de Shelley contiene una advertencia particular. Si uno crea una nueva forma de vida debe educarla y alinearla con los valores humanos. Ese es el problema más importante de la IA en este momento, pues el aprendizaje automático está lleno de sesgos. Victor Frankenstein no se molesta en educar a su monstruo, y esto causa la mitad de los problemas. La otra mitad se debe a que el monstruo no comprende los valores humanos. No entiende la amabilidad, nadie se la ha mostrado, ni sabe que el asesinato está mal. Cuanto peor se vuelve, peor lo tratan y cuanto peor lo tratan, peor se vuelve.
"Lo fascinante es que hoy en día la ciencia suscribe lo que la religión siempre ha dicho: somos más que nuestros cuerpos"
P. Plantea el eterno dilema, constante en el pensamiento religioso y filosófico de la humanidad, entre cuerpo y mente o alma. ¿Es posible saber si somos una dualidad, son indisociables ambos elementos?
R. Todos sentimos que tenemos un cuerpo y una mente, que algunos llaman alma o espíritu, pero todos estamos de acuerdo en que no somos "solo" un cuerpo. No estamos integrados como están los animales, sino divididos. Esta es la condición humana y es por eso que inventamos la religión pues necesitamos creer que ser humano es más que vivir y morir. Lo fascinante es que hoy en día la ciencia suscribe lo que la religión siempre ha dicho: somos más que nuestros cuerpos. Crearemos nueva vida y extenderemos la nuestra. La vida eterna es posible si podemos transferir nuestras mentes en una plataforma no hecha de carne. Esto es y no es una locura. Elon Musk está invirtiendo en interfaces con los que un chip en su cerebro le permitirá acceder a internet sin usar un ordenador. Ya tenemos trasplantes médicos que pueden ayudarnos a vivir más en nuestros cuerpos biológicos. Para los ricos, la vida podría extenderse a 150 años o más, pero será costoso. Y esto plantea otro debate, las personas que pueden permitirse vivir mucho y vivir para siempre, tal vez, no son las personas que realmente queremos que lo hagan. Imaginemos a Donald Trump PARA SIEMPRE.
P. Mucha gente ve todos estos avances de la Inteligencia Artificial y la robótica como peligrosos y nocivos, ¿ha muerto definitivamente ese mito del progreso científico vigente desde el siglo XIX?
R. No hay necesidad de que el futuro sea una distopía, el futuro es lo que hacemos. Pero sí, creemos demasiado en la ciencia. Si no podemos aprender a vivir juntos en este planeta y compartir nuestros recursos de manera más equitativa, estamos jodidos,porque la ciencia no puede resolver eso. Y sí, los robots se harán cargo de una gran cantidad de trabajos realizados actualmente por humanos, pero esto es sólo un nuevo avance en el proceso de automatización que arrancó con la Revolución industrial. La pérdida de empleos que aterroriza a la gente no es una cuestión tecnológica, sino política. No es bueno culpar a los robots, pues la automatización permite mayores ganancias al reducir los costes laborales. Las preguntas a las que debemos enfrentarnos son: ¿cómo resolveremos esta situación para los humanos? ¿Deberían los ricos hacerse más ricos o queremos una sociedad más justa?
P. Más allá del aspecto laboral, ¿cómo afectará a la sociedad la convivencia entre humanos y robots? ¿Tenemos menos redes morales y espirituales que en época de Shelley para enfrentarnos a la creación de vida?
"¿Cuando los robots sean más inteligentes que nosotros querrán la priorizar la estupidez y el egoísmo humanos?"
R. Cualquiera que se haya enamorado de sus peluches, que somos todos, formará una relación significativa con un robot. Me parecen mucho mejores para los niños que sentarse a ver la televisión mientras mamá o papá preparan la cena. Ya hay en China robots que trabajan como guardias de seguridad en los bancos o como acompañantes de gente que se siente sola. Nos acostumbraremos a todo ello. El problema radica en que, en la actualidad, toda la Inteligencia Artificial y todos los robots son herramientas, no formas de vida con sus propios objetivos e ideas. Cuando lo sean, ¿algo más inteligente que nosotros querría priorizar nuestra estupidez y egoísmo?
Pero más allá de estas cuestiones de orden tecnológico, Winterson aborda también aspectos muy caros a su literatura (y a su biografía), como los dilemas de género que plantea el protagonista transexual Ry Shelley (Ry es la abreviatura de Mary). “Las diferencias de sexo son biológicas, algunos cuerpos son femeninos y otros masculinos. Pero el género es una construcción social, son ideas sobre lo que significa ser mujer y lo que significa ser hombre”, defiende la autora. “Gracias a la evolución de esta visión, ahora las mujeres, aunque sólo en Occidente, podemos ser inteligentes y fuertes y vivir nuestras vidas sin que algún tipo estúpido intente empujarnos de vuelta a la cocina”.
En el caso concreto de este personaje, la autora reconoce que le fascina “la idea de reconstruir nuestros cuerpos, algo que sucederá de manera rutinaria si alguna vez logramos transferir nuestra conciencia. Entonces podremos elegir un cuerpo diferente. Ry ya vive con esta duplicidad. Se conoce a sí mismo como hombre y como mujer. Entiende ambos lados”, explica Winterson. Una realidad que, a su juicio, “no le convierte en alguien superior, pero hace que sea un poco más grande. Si todos pudiéramos ser un poco más grandes: más generosos, más tolerantes, más conscientes, el mundo sería un lugar mejor. La persona más grande se responsabiliza de sí misma y trata de entender a los demás”.
P. Lleva la pregunta de la creación más allá de la ciencia al dar vida en la novela al Victor Frankenstein personaje. ¿La literatura es la única forma de crear vida inmortal?
"La humanidad está en los albores de un gran cambio. Quizá es hora de morir. O tal vez es hora de vivir de manera diferente, y eso incluirá decir adiós a estos cuerpos nuestros"
R. Artistas de todo tipo han creado nuevas formas de vida desde el inicio de los tiempos. Nos identificamos con personajes que hemos conocido en libros o películas, y estos personajes ni siquiera necesitan ser humanos. Así que sí, creamos una vida inmortal, pues los siglos de literatura, de escultura, de pintura no son representación, sino nueva vida. Y una vez creado, algo que no está biológicamente vivo no necesita morir. Las nuevas generaciones encuentran a esa persona o criatura, y la conocen por primera vez. Quería jugar con esa idea de la inmortalidad de la cultura en el libro.
P. Si se cumple ese futuro en el que la biología no nos definirá y seremos solo conciencia, sin ataduras físicas, ¿no se perderá algo fundamental de la esencia humana, nuestra materialidad?
R. No sé si ser humano significa necesariamente tener un cuerpo. Quizá sí o quizá todavía estamos evolucionando y en cientos de años miraremos hacia atrás y comprenderemos que hubo un patrón. Siento que estamos llegando a un final. Puede que sea el fin del planeta, porque no nos hemos ocupado de lo más preciado que tenemos. La humanidad está en los albores de un gran cambio. Quizá es hora de morir. O tal vez es hora de vivir de manera diferente, y eso incluirá decir adiós a estos cuerpos nuestros. Todas las religiones se han hecho esta pregunta: ¿Por qué el alma debería depender del cuerpo? Quizá tengamos un alma después de todo. Quizá nuestra alma pueda salvarse.
P. Inevitablemente debo terminar preguntándole sobre el Brexit, aunque su postura queda más que clara en el libro, ¿qué supone y supondrá el Brexit para el Reino Unido?
R. EL BREXIT ES UNA MIERDA. Me aterra este nuevo nacionalismo y el hecho de que mi país haya sido tomado por extremistas. Nadie pensó que eso podría pasarle a Gran Bretaña pero ha ocurrido. Las peores personas están en el poder y están siendo manipuladas por el dinero y la codicia. A pesar de su nombre, el populismo no se ocupa de la gente, en realidad es una traición constante al pueblo. Nuestra única esperanza radica en trabajar juntos.