Use Lahoz: "No hay nada más imprevisible que el pasado"
El escritor reflexiona en su última novela, 'Jauja', sobre los perdones pendientes que acarreamos
27 diciembre, 2019 07:57Autor de novelas como Los Baldrich o Los buenos amigos, es la primera vez que Use Lahoz (Barcelona, 1976) escribe una obra conociendo el título de antemano. Jauja es su última parada. La historia de un exitosa actriz de teatro, María Broto, que recibe la noticia de la inesperada muerte de su padre a la salida de su estreno de El jardín de los cerezos de Chéjov. De las tablas a su pueblo, el escritor esboza aquí un viaje al pasado y a la infancia que devolverá al lector a la región imaginaria de Valdecádiar, ya utilizada en La estación perdida.
Cuenta Lahoz que a Jauja llegó más por improvisación que por inspiración. “El poeta Charles Simic lo expresa muy bien con una frase que decía: "Salí de casa para ir a misa y acabé en el canódromo". Yo concibo las novelas de esta manera. No sé cómo van a acabar. No sé el final. No me levanté un día y dije voy a escribir una novela sobre el perdón sino que conforme avanzaba la historia me di cuenta de que estaba escribiendo una historia sobre los perdones pendientes que acarreamos y que arrastramos”.
Pregunta. Además, innova en la estructura narrativa que había empleado hasta ahora.
Respuesta. Es uno de los aspectos de esta novela más trabajados. Yo no soy muy escritor de sorpresas, de sustos, de giros imprevistos, confío más en el estilo y en la manera de contar la historia y esta historia se tenía que contar con esta estructura. Es un viaje al pasado, entonces está contada desde el presente hasta el pasado. Requería de una estructura con la que no me había enfrentado nunca. Una novela no se puede prever pero se puede modelar. Y me lo he pasado muy bien modelando y dando forma a esta estructura y a esta convivencia de las dos voces narrativas y de los dos tiempos.
P. Su protagonista, María, es una actriz que interpreta El jardín de los cerezos, ¿qué peso tiene Chéjov en los acontecimientos?
R. Chéjov es el culpable de esta historia, digamos. Las novelas no se empiezan a escribir el primer día que escribes la primera palabra si no que se empieza a gestar en tu cabeza desde mucho tiempo atrás. En el caso de esta novela yo creo que el primer fogonazo fundacional fue cuando vi por primera vez la representación de El jardín de los cerezos que me conmovió mucho. Fue la primera vez que vi esta obra sobre la imposibilidad de sostener ciertos afectos y sentimientos, el paso del tiempo, la primavera... Es una obra muy conmovedora. En la novela hay una analogía entre la vida de María fuera de la obra y la María protagonista de la obra, en el papel de Liubov Andréievna. Y sí, no es casual. Luego hay otra obra de arte culpable que es una película de Louis Malle que se llama Vania en la calle 42.
"La necesidad del ser humano de ver representada la vida hace que el teatro sea un género imbatible"
P. ¿Y qué influencia tiene el teatro en su escritura?
R. En mi escritura no lo sé, en mi vida mucha. Es otra herramienta de conocimiento, igual que la novela. Yo me he educado entre el teatro, el cine y las novelas. Aparte, el teatro tiene una fuerza especial y en esta novela también, en el sentido de que en el pueblo donde se desarrolla la acción hacían ya teatro. En el rincón más pequeño del mundo casi siempre encuentras una compañía porque es mucho más barato que hacer una película. La necesidad del ser humano de ver representada la vida hace que el teatro sea un género imbatible.
P. El pasado que construye en su novela es un pasado inesperado muchas veces, ¿piensa que de algún modo es de por sí una novela de misterio?
R. Para María lo que ocurre es que desde la atalaya esta de los 40 años se da cuenta de que el pasado es más imprevisible que el futuro. No hay nada más imprevisible que el pasado. Ahí se encuentran un montón de sorpresas y María encuentra muchas Marías con las que no se reconoce. Ella ha vivido muy intensamente y como todo aquel que ha vivido así tiene mucho de lo que arrepentirse. Y entonces tiene que hacer un ejercicio de reconciliación consigo misma y con esas Marías que le cuesta mucho reconocer. En el pasado se encuentran también muchas situaciones con las que hoy no estás de acuerdo.
P. ¿Los fantasmas del pasado siempre vuelven?
R. María es de esas personas que han tratado siempre de evitar mirar a la verdad a la cara. Y ahora se ve obligada a hacerlo. Y lo hace en la obra y en su vida diaria, como persona y como personaje. Fantasmas... en realidad no lo veo como fantasmas, porque el hecho de que María se enfrente a su pasado también supone el recuerdo de la historia de amor desdichada entre ella y su padre que atraviesa toda la novela. De hecho es una novela sobre el amor perdido y el perdón, la historia de amor entre un padre y una hija y los perdones pendientes que ya no van a tener lugar.
P. Y regresa a su región imaginaria de Valdecádiar, ¿cómo es este lugar?
R. Es un pueblo basado en varios pueblos que yo he conocido. Tuve la suerte de pasar muchos veranos de mi infancia en un pueblo muy pequeño y conocer unas formas de vida que eran muy distintas a las que yo tenía durante todo el año en la ciudad. Esos veranos de la infancia eternos que parecían que no se iban a acabar nunca los pasaba en allí y así pude conocer otros comportamientos del ser humano, otras maneras de trabajar, de relacionarse, de hablarse y comunicarse... En aquel momento yo no era consciente pero luego cuando me hice escritor me sirvió ese aprendizaje. Y ahora es muy común que aparezca en mis novelas. También relacionado con el tema de la emigración. Que es otro de los temas constantes en mis novelas. En esta novela el tema principal es el perdón pero paralelamente hay otros que son la lucha de clases, la emigración, la amistad, el dinero, las desigualdades... Hay muchos más temas. Es una novela sobre las raíces. María Broto es un personaje en el que es más importante el interior que el exterior, lo que le pasa que lo que dice. Igual que ocurre con los árboles que es más importante lo que está debajo y la raíz que lo que se ve. En ese viaje al pasado que hace María es un viaje también a esa raíz y esa raíz esta en ese universo rural.
P. Ya que lo menciona, la emigración es un tema común a sus novelas, ¿por qué?
R. Yo creo que los grandes temas de la literatura no son muchos. El amor, la guerra, la muerte, el dinero, el perdón, la amistad... La gracia es cómo se cuentan las historias. Es decir si cogemos Madame Bovary es la historia de una mujer adúltera. ¿Cuántas mujeres adúlteras habrá? Muchas, pero solo hay una Madame Bovary. A mí me interesa más cómo se ha contado. Porque la historia de Madame Bovary solo se ha contado así una vez y nosotros vamos a morir pero ella va a permanecer. El tema de la emigración está pero porque es un tema que viene dado por la necesidad de la historia y estos personajes que se tienen que enfrentar a sus dilemas morales y a sus conflictos. No quiero hacer un ensayo sobre la emigración. Una novela es otra cosa. Es una fabulación. Es verdad que la historia de España, desde los años 50 hasta aquí, se entiende a partir de la emigración. La gente emigraba del campo a la ciudad y en muchos casos reproducían en un mismo bloque toda esa vida que se vivía en el pueblo. Pero ya se han escrito muchos ensayos sobre el tema.
P. Escribe que Jauja es la vida antes del dinero, ¿qué hay antes del dinero?
R. La ignorancia. La bendita ignorancia. Hay un poema de Cernuda, Adolescente fui en días idénticos a nubes, que decía: “Aquel fui, aquel fui, aquel he sido;/ era la ignorancia en mi sombra”. El otro día en clase con los alumnos me di cuenta de ese verso que para mí siempre había pasado desapercibido y que es fundamental. Era la ignorancia mi sombra. Eso es lo que le ocurre a María. Lo bonito era ese momento en que la ignorancia es tu sombra y no sabes realmente en qué consiste la vida. En ese pueblo donde pasó su infancia estaba a salvo del porvenir y también estaba a salvo de la verdad. Ese tiempo para ella es Jauja. Lo que pasa es que Jauja también es una novela que trata sobre cómo cambia el significado de las palabras con el paso del tiempo. Para María no significa lo mismo amor, porvenir, revolución o Jauja a los 15, cuando las estrenaba, que a los 40. Se va transformado su significado. En el infancia identificaba Jauja con la abundancia, en la madurez lo identifica con ese periodo de la vida antes de que el dinero importe o antes de que el dinero sea necesario. Ella lo asocia más a una época de juventud en la que precisamente era más feliz cuando menos tenía.
P. ¿Y tiene algo de biografía?
R. Yourcenar decía aquello de que cuando era niña los libros me servían porque me explicaban la vida, ahora que soy vieja la vida me sirve para explicar los libros; por eso la experiencia es una de las grandes armas de un escritor y siempre hay un porcentaje del yo en las novelas aunque sean de ficción.