Lectores que sólo leen la frase estrictamente central de un libro, que únicamente leen en sueños o que memorizan volúmenes enteros, otros que acosan a los escritores obsesionados con convertirse en personajes, que escriben sus propios finales, siempre mejores que los reales, o cuyas lecturas alteran la realidad y hasta algunos para quienes la lectura sólo está completa si devoran el libro primero del derecho y luego del revés. Toda esta galería de extravagancias, reflejo de lo poliédrica y única que es la lectura, conforma el nuevo libro de Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964), Círculo de lectores (Páginas de Espuma), un hilarante y lúdico artefacto literario que explora y tensiona todos los tópicos de la lectura a la vez que reflexiona sobre lo milagroso y múltiple de ese acto que vemos tan natural.
Pero además de este curioso catálogo, el escritor argentino incluye en este libro que sigue la estela de La vida imposible (volumen de microficciones recuperado en 2014 por la misma editorial), todo tipo de textos ingeniosos y sorprendentes de estética oulipiana y experimental, como la transducción “Instrucciones para leer un libro”, inspirada en Cortázar, la sección “Televisión”, que desgrana la parrilla de un ficticio canal cultural, o “Mañana se anuncia mejor”, donde, al estilo de Queneau, reescribe hasta diez veces diversas noticias. Un triunfo del ingenio y el humor que trasciende lo meramente lúdico y exige, como advierte al principio, “un lector inspirado”.
Pregunta. Recopila una tremenda serie de manías y obsesiones de los lectores, ¿de dónde nacen estas extravagancias?
Respuesta. Son manías fantásticas, en general inventadas, pero también robadas de charlas con lectores y amigos. Pero este no es un libro de reflexión sobre la práctica de la lectura, género en el que hay muchos ejemplares muy buenos, como los de Alberto Manguel, sino un modo de jugar con un tópico muy obvio: que cada lector es singular y que cada lectura es única. Sin embargo, creo que hay una idea un poco simplista con esto de los tópicos y los lugares comunes. En general, se considera que la originalidad es ir contra ellos y el clasicismo es respetarlos. Pero no es tan simple, existe un término medio que consiste justamente en reformular los lugares comunes, en jugar con estos pactos de entendimiento con el lector. Sería una manera de metaforizar con algo ya sabido, que a su vez es una bella metáfora de la lectura.
P. ¿Cuáles son sus manías de lector?
R. Por supuesto existen, pero son muy tibias al lado de las que recojo aquí. Por ejemplo, durante años, cuando en un relato había un objeto inventado, algo que no existe en el mundo real, lo anotaba. De hecho hice un libro con ese material. Además tengo una pasión enorme por las greguerías, que también voy robando de los libros y apuntando.
Literatura entre el juego y el esfuerzo
P. Su libro reflexiona sobre todas las caras de la lectura, ¿qué es, qué función tiene y de qué diferentes formas se utiliza?
"La literatura tiene indirectamente algunas funciones prácticas, pero no son las que le dan la razón de ser. La clave es lo mucho que uno pone de sí en la lectura"
R. Siempre existe el riesgo de buscar una finalidad práctica en la literatura, pero yo soy muy escéptico con eso. Creo que la literatura tiene indirectamente algunas funciones prácticas, pero no son las que le dan la razón de ser. Jorge Volpi explica muy bien en un ensayo cómo la literatura ayuda a generar empatía y a salir de la mirada única. A poder ponerte, por ejemplo, en la piel de una mujer brasileña, negra y de los años 30. Pero a eso también ayuda viajar y hablar con gente en la calle, no es exclusivo de la ficción, lo que la define. A mí me interesa mucho más el costado creativo. En este libro juego con el lector que dice que tiene el oído absoluto y que sólo él sabe cuál es la voz de los personajes de ficción. Más allá de este delirio, creo que, en realidad, todos creemos tener la verdadera voz y la verdadera cara de Madame Bovary. En la literatura uno pone mucho de sí, ese esfuerzo es la clave.
P. De hecho, abre el libro aludiendo al lector inspirado, ¿hasta qué punto es necesaria la complicidad del lector en la literatura, qué papel juega?
R. Creo que es un círculo vicioso. Un libro que nos gusta, con todo lo relativo que es eso, nos inspira, y esa inspiración a su vez inspira al libro. Ocurre como en el amor, debe haber un ida y vuelta. Y por eso cada lector tiene una experiencia única y cada lectura de un libro es única. Releer es como cuando yo vuelvo a Argentina tras varios años, ni yo soy el mismo ni el país lo es, es un retorno y a la vez otra cosa, pues no hay retorno exacto posible. Esa es la riqueza de la lectura.
P. Explora también los muchos prejuicios que jalonan el gusto del lector: grandes autores, obras maestras, determinados países… ¿por qué surgen, cómo se pueden romper y que tiene de positivo el hacerlo?
"La lectura única mata un libro. En la escuela nos enseñaron a leer el Quijote en serio, como si hubiese una única lectura posible. Eso mata la literatura.
R. Considero que lo estrictamente canónico o académico no es lo que le hace mejor a la buena salud de la literatura, y más en estos momentos. Yo imparto varios talleres de escritura, casi como militancia, y voy bastante a hablar de literatura en escuelas, con chicos de 10, 12, 14 años. Ahí tenemos una tarea importante porque muchas veces me dicen que están sorprendidos de que haya un escritor vivo y, además, relativamente joven. Esto es el síntoma de un problema, de su idea de que los escritores están en los billetes o las estatuas. Por eso poder jugar con la literatura, añadirle lo lúdico es un modo de romper el bronce. Sin perderle el respeto, sin dejar de considerar que es un arte, porque el buen juego también es un arte, pero haciendo que sea menos solemne, menos muerta. La lectura única mata un libro. A mí me pasó en la escuela en Argentina, cuando nos enseñaron a leer el Quijote en serio, como si fuera el Mio Cid, como si hubiese una única lectura posible. Eso mata la literatura.
OuLiPo: subvertir las formas
Esta idea de juego y experimentación, de subversión formal y estética, enraizada en la manera de entender la literatura que tiene Berti le ha llevado a ser el primer latinoamericano (y el primero en español junto al catalán Pablo Martín Sánchez) en integrarse en el grupo OuLiPo (acrónimo de Ouvroir de littérature potentielle, en castellano Taller de literatura potencial), del que han sido miembros escritores e intelectuales como Queneau, Calvino, Jacques Roubaud, Duchamp o Perec. “Desde 1960 OuLiPo sigue activo y renovándose. El objetivo de este colectivo es buscar formas distintas, no canónicas, no académicas, no tradicionales, para hacer literatura. Es un camino intermedio entre dinamitar y destrozar el tópico, como hacían los surrealistas y las vanguardias más extremas, y entre aceptar el clasicismo y dogma de las formas impuestas”, explica el argentino.
“Uno de los caminos para la forma es lo que llamamos “constricción”, del francés contraint. Y esas restricciones pueden ser estéticas o formales, como por ejemplo escribir con determinada palabra o eliminando una letra. Yo, por ejemplo, escribí un texto, sin acentos, lo mismo que Perec en su día escribió El secuestro sin la letra ‘A’”, recuerda Berti. “Sí que hay un costado lúdico, pero se trata dejugar en serio, responsablemente, y no solo de producir cosas frívolas. Por ejemplo este libro de Perec habla de la desaparición de sus ancestros judíos durante el nazismo, y es que muchas veces se usa el juego para hablar de lo que cuesta hablar, incluso en época de censura, como hacía Les Luthiers en plena dictadura”, defiende.
Abriendo nuevos horizontes
P. Se habla mucho de la experimentación al escribir, pero ¿hasta qué punto es importante la experimentación del lector, el leer de formas insólitas o infrecuentes?
R. Cuando un escritor publica un libro de forma distinta, como el Juego de cartas de Max Aub o la Rayuela de Cortázar, que estuvo a punto de entra a OuLiPo, no sólo está ensanchando su mirada de la literatura, sino también el horizonte de expectativas del lector. Hace que éste tenga una idea más vasta, grande o flexible de lo que es la literatura. Sucede como cuando uno prueba alimentos exóticos y va ampliando el paladar, dan ganas de probar cosas distintas.
P. También reflexiona sobre la traducción, que ocupa buena parte de su trabajo, ¿traducir es reescribir, crear, verter…? ¿qué papel juega para el Berti escritor?
"Nadie lee como el traductor, a cámara lenta. Traducir te enseña y te obliga a escribir de cosas que nunca hubieras escrito "
R. Nadie lee como un traductor, en cámara lenta, por decirlo de alguna manera. Lo que hace que a veces uno tenga una lectura un poco extraña, como si viera la película tan de cerca que ve los píxeles y no termina de ver a los actores. A veces se pierde en la cercanía y debes dar pasos atrás, pero a cambio ve lo que nadie ve. El traductor desarma el mecano y lo vuelve a armar casi igual pero de forma distinta, así que uno aprende mucho en esa experiencia. Y también aprende de sus límites, porque la traducción a veces te obliga a escribir de cosas que nunca hubieras escrito o que quizá estabas evitando abordar.
P. El protagonista de un cuento se llama Funes, en homenaje a Borges y también introduce guiños a Cortázar, ¿nunca se aleja uno de los maestros?
R. Son como parientes ya. Yo crecí leyendo a Borges, Cortázar, Silvina Ocampo, Quiroga, Denevi… y también a Kafka, Chéjov, Hawthorne, Poe… Es difícil sustraerse porque son autores que han marcado a uno mucho, pero lo interesante es ver qué se puede hacer a partir de ellos que no sea una réplica. Esas primeras lecturas las llevaré conmigo siempre porque fueron decisivas, pero también uno va sumando cosas. Guy Bennett y Stephen Dixon son los escritores que más me han impactado en los últimos años. Los escritores somos lectores y nos nutrimos de las lecturas, así que aquí se cuelan, claro, esos homenajes y muchos otros. Está bien que sea así.
Reescribir a Boris Vian… a 12 manos
El 10 de marzo se cumplen 100 años del nacimiento de Boris Vian, efeméride que se celebra en Francia con la publicación estos días de No podemos escapar, novela negra inédita e inacabada que varios miembros de OuLiPo han finalizado. Berti nos cuenta cómo ha sido todo:
“Boris Vian escribió a finales de 1950 cuatro capítulos de una novela policiaca que lo tenía muy entusiasmado pero que dejó inconclusa. En algún momento, pensando que la iba a retomar, apuntó en cuatro carillas una sinopsis muy completa. Eso quedó perdido en cajones durante décadas, hasta que los albaceas y herederos, decidieron que de cara al centenario de su nacimiento querían terminar ese libro y se les ocurrió preponérselo a OuLiPo, grupo del que Vian hubiera formado parte sin duda de no haber muerte en 1959.
Entonces votamos si nos sentíamos en condiciones de hacerlo y si sentíamos que era legítimo. Decidimos que sí y de los miembros activos, unos 14, hubo 6 que teníamos ganas al menos de intentarlo. Y nos pusimos a escribirlo. Ahí empezó el lío en realidad. A mí al principio me paralizó la idea de escribir una novela de Boris Vian, pero me liberó bastante la restricción de que la trama, el narrador y el punto de vista fueran elementos ya resueltos; y después me tranquilizó darme cuenta de que no era una novela de Vian, sino quizá la quinta novela de Vernon Sullivan, su pseudónimo, con las que mantiene muchos elementos en común.
Primero cada uno escribió sus capítulos, sabiendo que eso generaría un caos pues cada uno escribía a su manera. Yo, por ejemplo, un capítulo lo escribí tomando muchos elementos de un cuento concreto de Vian, otro tomando frases de obras mías anteriores y otro dejando huecos en las descripciones y comparaciones que el resto de oulipianos completaron, como un músico que invita a un guitarrista a que haga un solo. El libro era una colección de monstruos, pero habíamos logrado contar la historia. A partir de ahí hicimos una edición de locos, pero el resultado es divertido y está muy logrado. Acaba de salir en Francia con críticas muy buenas y eso que teníamos miedo de los fans y los puristas. Ahora habrá que ver si se traduce al castellano, que está en vías de acá a un año, pero estamos muy satisfechos”.