Hola, amigos.
Podéis empezar a escribir sobre el mérito.
El ganador de la semana pasada, dedicada a la Real Academia Española, ha sido...:
Lo grave, lo solemne, es consustancial a la institucionalidad, pero también terreno abonado para la indagación cómica y este relato, tan sencillo como eficaz, es buen ejemplo de ello. (Tan sencillo como eficaz, es decir, tan brillante). El nuevo académico, que accede a la institución que debe velar por el buen uso y el mejor desarrollo de la lengua española, se expresa espontáneamente con un sintagma inglés frívolo, propio de teleserie norteamericana para adolescentes, que rompe la pompa establecida y destapa sus carencias personales. La elipsis se completa sola: es evidente la impertinencia de su elección como académico. El caballo de Troya está dentro. Y así, el comprensible desconcierto de los periodistas se torna en sonrisa o risa en nosotros, los lectores. Enrique Jardiel Poncela, aquel cómico genial, no lo habría hecho mejor. Damos, pues, la enhorabuena a su autor, Edizagoy, conocido por sus familiares y amigos como Eduardo Izaguirre Godoy:
Enhorabuena, Eduardo, por el premio y por el relato, excelente.
Otros micros pudieron haber ganado:
Juan Carlos González Abad
«¡Dame una “R”!», «¡Dame una “A”!», «¡Dame una “E”!»... Cuando despertó, la animadora todavía estaba allí.
Vin
Tras sentarlo en el sillón que ocupó durante años, empezó a narrar un cuento inédito y todos olvidaron que el Alzheimer le impedía hablar.
Greco
Pudo soportar que quitaran la tilde a guion, pero cuando la eliminaron de éste, ése y aquél, la esposa del académico le pidió el divorcio.
Sergio C
Cocretas, dentrífico, retonda… Lo que más excitaba al académico era que le dijeran cosas sucias en la cama.
Chausiku
Cuando la Academia decidió admitir en el diccionario aquel verbo surgido en ambientes juveniles, ya había comenzado a caer en desuso.
Jules
Sentado en su sillón de académico rememora su infancia en la escuela, coge el diccionario y busca aquellas palabras: follar, coño…
Calepino
El director introdujo reformas radicales en la nueva Ortografía para perder de vista al ocupante del sillón uve minúscula.
Saludos cordiales.