"Es la biblioteca de un arquitecto", señala con razón Joan Margarit (Sanahuja, Lérida, 1938). Los estantes de libros que recubren las paredes no llevan puntales verticales, pues forman parte de los mismos muros de la casa. Una casa que, al igual que su ingente obra poética, ofrece un refugio a la intemperie del vivir.

Aquí se ha pasado el annus horribilis, que quizá comencemos a dejar atrás con la vacuna, el Premio Cervantes 2019 confinado, pero no se queja, al contrario. Y eso que en su caso ha sido terrible por partida doble o triple. "Mi mes de marzo fue descubrir que tenía un linfoma sin saber de qué tipo era. Un mes tratándome con aspirinas, porque no podía entrar a un hospital a hacerme una biopsia", explica. "Esa es la estadística que nunca tendremos nunca: la cantidad de muertos que no pudieron atenderse en un hospital por un problema grave a causa de la pandemia", dice Margarit.

"Soy una persona de riesgo, por cuatro factores: uno es el linfoma; otro, la quimioterapia; otro, mi edad y el último es la pandemia", dice el arquitecto catalán a sus 82 años. "Los médicos me aconsejan que no vea a nadie ni vaya a ningún sitio; lo máximo que hago es algún paseo solitario", explica. Con sus nietos ya mayores, uno en Nueva York y otro en Viena, mantiene contacto vía WhatsApp.

«Llevo un año de confinamiento, pero me ha afectado muy poco", dice y no miente. Se lo ve bien. Tiene buenos cimientos, no cabe duda. Si acaso, un tanto más delgado, pero "del bigote para arriba estoy perfecto", bromea. Y eso porque "toda la vida he deseado estar confinado, pero no lo llamaba así. Le daba otros nombres, como soledad". Y el año de reclusión le ha dado, a pesar de todo, sus frutos. "Acompañado por mi mujer, la Raquel de mis poemas, he hecho un nuevo libro, que es lo que ya tocaba", avanza.

Pregunta. ¿Ya tiene título?

Respuesta. Animal de bosc, en castellano Animal de bosque. Son setenta y pico poemas y saldrá cuando lo decidamos. Será de manera prácticamente simultánea también en inglés, porque ya lo hemos traducido con la traductora de toda mi obra, Anna Crowe, como Wild Creature.

"Cuando escribí 'Joana', durante la agonía de mi hija, me di cuenta de que, si el poema es bueno, procura consuelo"

P. Se ha cobrado en poesía la adversidad de este año funesto...

R. Eso siempre. El libro que más amo es Joana, fue escrito en los ocho meses en que duró la agonía de mi hija, que murió de cáncer de páncreas. Recuerdo que estaba solo en casa y hablé con la poesía. Le dije sé perfectamente que opinas que no se debe escribir un poema en caliente. Yo lo admito y lo secundo, pero esta vez o me lo toleras o no vuelvo a escribir un puñetero poema en mi vida. Esta historia parece una tontería, pero no lo es porque entonces me di cuenta de la potencia de la poesía. Si el poema es bueno, como sucede en la música, procura un consuelo

P. Entre las muchas cosas que nos robó la pandemia, también se cuenta el discurso del Premio Cervantes...

R. Pues fue el mejor Cervantes que podría tener, sin discursos ni historias. Se lo dije a los reyes y les agradecí mucho la deferencia de haber venido a Barcelona sólo a traerme el premio. Estuvimos dos horas hablando sin prensa con una libertad que tampoco ellos gozan habitualmente. Fue una buena conversación muy agradable e impensada. Como es lógico el discurso lo tenía preparado, lo tenía que haber pronunciado en abril. Ahora lo tiene el ministerio de Cultura, pero no puedo adelantar nada hasta que ellos lo hayan publicado.

Versos en lengua materna

P. ¿Ni siquiera el contenido?

R. Se llama El discurso de las lenguas. Trata sobre una cuestión que va ligada a mi descubrimiento de la gran diferencia entre la prosa y la poesía. Puedes escribir prosa en la lengua que tu sepas, pero con la poesía has de empezar el poema en tu lengua materna. Si pasas revista al canon, verás que no hay un puñetero poeta que no escriba en su propia lengua materna. Pero no hay bibliografía sobre este tema. Yo he leído siempre a Rilke, desde muy joven, y en la mitad de mi vida me di cuenta de que sus poemas franceses valen muy poco, no son comparables. Con Borges en inglés es el mismo caso.

P. ¿Eso lo descubrió tarde, a partir de L'ombra de l'altre mar en 1981?

R. Hice cuatro poemarios en castellano que tuvieron algún éxito, pero no estaba satisfecho. Le daba vueltas a la cuestión, cómo puede ser que piense un poema y escriba otro. Un día Martí i Pol dio a leer a alguien una de mis cartas en catalán para preguntar si el autor de esa carta podría escribir un poema en catalán. Sin esperar la respuesta se me hizo la luz. Debía de tener 38 años, ya había escrito cinco libros en castellano y escribí otra decena en catalán. De esos quince libros en mi obra completa queda uno solo que se titula Restos de aquel naufragio. Y ahora tengo la suerte, que no tienen muchos poetas, de que mi obra completa comience al final de la treintena, en mi madurez.

"Cuando me di cuenta de que debía comenzar a escribir el poema en mi lengua materna, me dio una tristeza infinita. ¿Por qué tenía que abandonar el castellano? Decidí que no lo haría"

P. Además de animal de bosque, ¿usted es un animal bilingüe?

R. Y qué culpa tengo yo de la Guerra Civil. Nací en plena guerra y eso ha tenido consecuencias lingüísticas: me daban coscorrones para que hablara en castellano y al mismo tiempo me lo enseñaban. Después de años de escribir en castellano, cuando me di cuenta de que debía comenzar a escribir el poema en mi lengua materna, me dio una tristeza infinita. ¿Por qué tenía que abandonar el castellano? Decidí que no lo haría. A las injusticias que había padecido no iba a añadir otras. Yo al poema lo llevo encima meses y voy acumulando versiones. Es la primera la que debe ser en catalán, pero a partir de la segunda hasta la numero treinta ya hay dos lenguas. Es la inspiración, por decirlo así, lo que no puedes eludir. La que debe ser en tu lengua materna.

P. ¿Por qué la vejez por sí sola no le merece especial respeto?

R. Mire, uno de los momentos más dramáticos de mi vida de rapsoda fue cuando me pidieron unas lecturas para la tercera edad. Así la llaman con ese respeto absurdo que en el fondo no es un respeto, sino una huida. Me hicieron recitar en el aula magna de una universidad ante trescientos viejos que no entendían nada y me di cuenta de que era un esfuerzo inútil. Si alguna cosa funciona en la poesía es la verdad. Si la poesía es comedia, mejor no sigas. Y la verdad es de muy difícil acceso, te ha de coger leído. Con las dificultades que tienes a los setenta u ochenta años no puedes empezar de cero con la poesía. El lector de poemas necesita una preparación, no es un pasatiempo para cuando te jubilas. Es que la vida no perdona cuando en su tiempo no has hecho lo que debías. Si tú quieres una vejez potente la has de haber fabricado anteriormente. La vida en esto no perdona, y no regala nada. Del mismo modo que le permite a un joven que entienda ciertas cosas, pero no que las comprenda. Si las comprendiera, no abriría el mercado cada mañana. Ahora si has llegado leído a viejo, pues ya puedes comprender lo que quieras.

Escribir a la intemperie

P. ¿Cree que el despojamiento y la simplicidad ha marcado la evolución de su poesía en las últimas décadas?

R. Creo que sí, pero la simplicidad, el despojamiento se produce en todos los caminos. Por ejemplo, en algo lo más alejado a mí, como la religión, es evidente que profundiza más en la religión un fraile franciscano que un cura del Vaticano. Esa austeridad es básica. Perderte en la complejidad, no digo que no se pueda producir, pero no es lo normal. La experiencia y el aprendizaje te permite decir lo mismo con menos palabras.

P. Una medida de la sabiduría...

R. Supongo, el aprendizaje va en esa dirección...

P. Usted se define como un poeta que construye casas. Yo siempre lo vi al revés, como un arquitecto que construye refugios poéticos, casas de palabras.

R.Es lo mismo, es simétrico. Pero fíjese una cosa, estamos hablando de los dos oficios más antiguos de la humanidad, muy primarios. Quizá sólo la medicina también lo sea. El Código de Hammurabi habla del médico y del arquitecto. El ojo por ojo y diente por diente es ni más ni menos que si al médico se le cae la casa y mata a la mujer, pues se matará a la mujer del arquitecto.

"Puede que el tema global de toda la buena poesía sea la intemperie. Vamos allí y vamos a ver qué hay. Y eso se puede lograr porque la verdad siempre es un consuelo"

P. Se lo pregunto porque el tema de su obra, más que la pérdida o el dolor, como aseguran algunos críticos, es sobre todo la intemperie...

R. Puede que el tema global de toda la buena poesía sea la intemperie. Quizá sea la palabra que mejor lo resume. La intemperie del novelista trabaja de otro modo, describiendo un mundo en el que te puedas introducir y te proteja. La poesía tiene otros recursos y simplemente te la cuenta. No la des por sabida, vamos allí y vamos a ver qué hay. Y eso se puede lograr porque misteriosamente es un consuelo. La verdad siempre es un consuelo.  

P. Lo cierto es que usted consigue una síntesis inaudita entre el tono y la forma de oda para una materia elegíaca.

R. ¿Y qué quiere decir elegíaca? Yo no sé lo que es eso. Yo sé de matemáticas y de cálculos de estructuras, para que tu casa no se caiga. De odas y elegías saben los profesores de literatura, yo no lo necesito. Sé lo que he de buscar para hacer un buen poema para un lector, porque es a él a quién consuela. A mí me consuela Hölderlin. Y la música, que es un estadio anterior o posterior, no lo sé. Rondan por los mismos arrabales de un tango, Hölderlin y Beethoven. Pero no te fíes de los románticos...

P. ¿Por qué?

R. Hombre, no tienes más que ver cómo acaba el Romanticismo y su causa que es la Ilustración. Nos creímos que podíamos ser ilustrados y así acaba el siglo XX gracias al Romanticismo y la Ilustración.

Una especie dudosa

P. ¿Un poeta le teme a la muerte?

"La nuestra es una especie muy dudosa, por eso cubre tanto, se peina y se falsifica tanto. Yo me voy de este mundo con mis dudas sobre su viabilidad"

R. Si es joven, sí. Lo único que te da una cierta distancia con la muerte es la vejez, si te ha cogido leído. Si no es el caso, más miedo tendrás. ¿Por qué yo ahora no estoy atemorizado y tengo un linfoma que no he logrado curar con nueve sesiones de quimioterapia y los servicios que me puede prestar hoy la ciencia? Hombre, porque tengo 82 años, voy a cumplir 83 pronto y me coge leído. Por lo tanto, no me siento estafado, sería ridículo que me pusiera a patalear porque quisiera más. Es la comprensión de lo que está sucediendo, aquello que necesita un poeta más que nadie para hacer un buen poema. Por eso un buen poema es un consuelo también. Ya no hay más tiempo y no vale la pena lamentarse. Esa es la única ventaja de la edad.

P. ¿Cree, como aseguran muchos, que esta pandemia nos hará mejores?

R. No, si no, no habría una tercera ola. La especie ha tenido muchas pandemias y no pasa nada. Se siguen manejando esas mentiras piadosas, y las mentiras no son piadosas. Son eso, mentiras. Se hacen homenajes a los ancianos muertos y a la especie no le importan nada los ancianos, sino los jóvenes. A usted no le importan los ancianos, sino su madre y su padre, no me mienta. En fin, verdad y poesía. La verdad no siempre es bella, verdad y belleza no siempre van de la mano, éste es el gran equívoco romántico. La nuestra es una especie muy dudosa, por eso cubre tanto, se peina y se falsifica tanto. Yo me voy de este mundo con mis dudas sobre su viabilidad. Si te pido que me expliques la diferencia entre los tiempos de Homero y los actuales, no tendrás más que una manera a través de la ciencia y la técnica. La diferencia entre Agamenón y el general Montgomery ya me dirás cuál es. La especie en este sentido no ha avanzado nada.

@MatiasNespolo