Los cuerpos dorados

¡Buenos días!

Han estado a punto de ganar estos poemas:

Matriosko
Ancladas sandalias con alas
destilan lágrimas de herrumbre
en el silencio de las arenas movedizas.

Las imágenes son fluidas en ese dinamismo interior que plantean, con esa plasticidad bien matizada que se ofrece como salvoconducto a la emoción, como en el segundo verso, antes del cierre que plantea un silencio de vida y de lenguaje, en varios planos.

María José Viz Blanco
Aspira la raíz a ser vuelo rompiente
de hojas y ramas que la tierra guarda
en el cofre de la bruma.

La afirmación inicial ya marca el tono de este poema con elementos esenciales bien asociados entre sí, con ese misterio que se ofrece y la imagen final de ese evocador “cofre de la bruma” en la que se contiene el enigma de la existencia. Buen poema.

Sebastian Flyte
Es hora de desenterrar la hucha de oro bajo el olmo
Y recordar el vino que bebimos, las fresas que cominos
y aquellos cigarros turcos.

Poema con versos como trazos pictóricos muy bien elaborados, con ese pulso mantenido a través de imágenes encadenadas, mediante un simbolismo propio que se sucede muy bien y ofrece imágenes de costumbrismo intimista, antes del exótico final.

Pero el ganador es:

Marguerite (Silvia Asensio García)
Se acabó la cadencia de la noche.
Una llamarada reside
en el corazón de la iguana.

La negación del comienzo ya nos sitúa en un posible escenario de desolación. Sin embargo, ese fogonazo del segundo verso ilumina también la propia esencia del poema, revelándolo como un faro en la oscuridad. Son pocos elementos inteligentemente asociados entre sí, antes de acabar en ese imagen de impacto redondo y final.

Tema de la semana: “Los cuerpos dorados”. Esos cuerpos tumbados con su brillo de sol. Hombres y mujeres en la arena del tiempo. El verano, su imagen: el calor de la tarde, pero también el hambre natural de existir en una plenitud sobre el aire despierto. Escribamos de esto, en 3 versos y no más de 140 caracteres. Escribamos sobre el paisaje de la piel que aparece como una redención de la normalidad, con su armonía o su fiebre.