El noruego Jo Nesbo (Oslo, 1960) es uno de los escritores que mejor ha retratado el mal contemporáneo y la violencia que subyace en esta sociedad a través de thrillers en los que quiebra las tramas y también juega con las convenciones del género negro para hacer aflorar lo más oscuro de la condición humana. La creación de su personaje más célebre, Harry Hole, ese policía cínico, autodestructivo y alcohólico, le permitió conectar con millones de lectores en todo el mundo.
Pero Nesbo no se acomoda, el autor busca explorar otros terrenos en este fructífero género negro-criminal, ya sea abordando el humor negro, como en Sangre en la nieve, novela en la que crea a Olav, un peculiar sicario que se jacta de matar a los hombres que se lo merecen, narrada con ironía y mordacidad, y como en esta apabullante El reino, una historia psicológica y compleja repleta de ramificaciones, que transcurre en una zona rural llamada Os y que se emparenta con los elementos más sombríos de las relaciones entre padres e hijos que suelen marcar habitualmente sus novelas.
El reino está narrado desde la voz de Roy, un hombre que vive en la montaña, regenta una gasolinera, ama los pájaros y otras cosas claves en la trama que es mejor no desvelar, un personaje con aristas y máscaras con un vínculo muy fuerte con su hermano pequeño Carl, porque la familia y sus recovecos (casi) siempre son relevantes en los libros del autor.
La historia arranca cuando Carl regresa al pueblo con su mujer Shannon después de muchos años con la intención de construir un hotel con spa que lleve el progreso a Os. Roy nunca pensó que su hermano regresaría. Ese hermano que ha triunfado, que llega con una mujer guapa y acaso, claro, misteriosa. Y en su regreso, como en toda buena historia, el pasado tormentoso de ambos empieza a acechar de un modo sutil. Y no solo eso, también las tensiones, la sangre derramada y la que se derramará, el sexo como pelea en vez de como acto de amor, la violencia mamada, las atracciones no permitidas, la repetición de los errores de la familia, la mierda que esconde toda población pequeña que se amplifica con un altavoz invisible.
'El reino' es una brutal historia de emociones y sentimientos, tan inquietante como desasosegante
La reconfortante ilusión que cualquiera crea para seguir viviendo late en esta novela con fuerza. También destaca la atmósfera que describe Nesbo y que se va viciando a medida que uno lee sus páginas, ese aire que se enrarece poco a poco, en el que el lector percibe los recelos, rencores, secretos, mentiras, abusos y maldades de ese pequeño universo cerrado que representa Os y que termina siendo tan universal en la exposición de las miserias y debilidades humanas.
Esa sensación porosa que consigue el autor de Macbeth en el retrato del pueblo y sus gentes donde todos se conocen con lo bueno y lo malo que eso conlleva impregna todo el libro de Nesbo de modo asfixiante. Porque las historias del noruego tienen un contenido oculto, subterráneo, en el que se mece el miedo para desestabilizar una tranquilidad falsa, aparente, en la que prima la mentira y la desconfianza. “Hacía mucho que yo había comprendido que todos somos unos desconocidos para los demás”. Y también está lo inaceptable, los abusos y sus consecuencias como ese alquitrán que crece desde joven, negro, oscuro, que emponzoña.
Por encima de todo, está el retrato de unos personajes ambiguos en la moral, la hostilidad y violencia etérea que surge cuando menos te lo esperas, las turbulencias que agrietan la humanidad de los hermanos para despojarlos de ella, tanto social como individualmente. Una tragedia de deseos y filias y sangre medida a través de una narración equilibrada, diálogos ágiles, y, sobre todo, una encomiable exploración de las motivaciones de Roy y Carl. Unos hermanos unidos no por la vida, sino por la muerte, para los que el amor sólo es un espejismo, como si se apoyara en una de las frases de Camus: “La verdadera desgracia es no saber amar”.
No es El reino un relato procedimental, es decir, no se agota en sí mismo; tampoco es el típico thriller que busca el cliffhanger (dejar al lector pendiente de la trama en todo momento), sino una brutal historia de emociones y sentimientos, tan inquietante como desasosegante que se toma su tiempo para destapar la vileza que anida en el pueblo. Una novela que perturba y que traslada el malestar de una humanidad violenta, en la que los sociópatas son personas que se definen por su normalidad. Una de las novelas más logradas del autor noruego.