Casi desconocidos para el resto de España, Xesús Fraga (Londres, 1971) y Miren Agur Meabe (Lekeito, 1962) eran ya populares en Galicia y en el País Vasco antes de obtener el Premio Nacional de Narrativa por Virtudes (e misterios) (Galaxia) y el de Poesía por Nola gorde errautsa kolkoan (Susa), respectivamente. Cuando El Cultural les invita a que se presenten al lector poco avisado, Fraga se retrata así: “Cincuenta años cumplidos en febrero, lector desde hace unos cuarenta y cinco, periodista profesional en los últimos veinticinco, narrador esforzado y dubitativo que también ha frecuentado la traducción.”
Miren Agur Meabe, en cambio, destaca como rasgos esenciales “la búsqueda de la identidad, la creación desde el contexto diario y la referencia a la experiencia doméstica, la consciencia del cuerpo perteneciente a una mujer sujeto, la explicitación del deseo y la observación del sentimiento amoroso, la atención al sufrimiento de los débiles, la presencia de la muerte, los lugares del recuerdo y la reflexión sobre la escritura”.
Sus tradiciones, maestros y lecturas tampoco coinciden. Mientras Fraga recuerda que escribe en gallego y se siente parte de esa tradición, “con nombres clásicos a los que uno siempre vuelve –los cancioneros medievales, Rosalía, Castelao, Manuel Antonio, Cunqueiro–”, aunque en su canon personal también abundan las literaturas inglesa y española, Agur Meabe confiesa que se identifica con todas las tradiciones “y con ninguna”, y que hay muchos autores y autoras que le impactan. “A veces expreso esa fascinación en la cabecera de los textos porque son mis referentes de ese momento creativo, pero podría llenar libros solo con citas de gente que admiro”.
Pregunta. ¿Cómo nacieron, qué inspiró los libros que ahora han sido premiados?
Miren Agur Meabe. Nola gorde errautsa kolkoan (Cómo guardar ceniza en el pecho) responde a distintas inquietudes, que he agrupado en seis partes: la memoria de la infancia entrelazada con los aprendizajes de la madurez, el legado de nuestra genealogía femenina ficticia o real, la gestión de la soledad dirigida a la reconstrucción personal, el malestar por el mundo actual, un duelo concreto y la revisión de mi función como poeta.
“Toda literatura es periférica dependiendo de dónde se coloque el centro, pero sí, el premio es un hecho gozoso” Miren Agur Meabe
Xesús Fraga. El motor de mi libro, en cambio, es la fascinación que sentía por mi abuela Virtudes, una presencia poderosísima, y una ausencia, más sutil pero de gran calado, la que dejó la emigración de mi abuelo a Venezuela. Su desaparición –o abandono– obligó a su mujer a buscar trabajo en Londres y partió la familia. Indagar en esas circunstancias y sus consecuencias era el mapa que me tracé para escribir y el resultado es un libro que podríamos calificar de novela sin ficción, ya que la única invención real vendría derivada, inconscientemente, de las traiciones de mi propia memoria.
P. ¿Qué supone para ustedes que sus libros hayan sido los primeros escritos en gallego y vasco premiados con los Nacionales después de mucho tiempo? ¿creen que implica el reconocimiento oficial de la llamada literatura periférica?
X. F. Lógicamente, para mí supone una alegría que se haya premiado un libro en gallego, algo que no ocurría desde 2003. Si eso se traduce en que alguien pueda interesarse no solo por mi obra, sino también por la literatura gallega me parece algo positivo. Pero creo que eso tampoco me convierte en representante o portavoz de nada. Al menos no es esa mi intención.
M. A. M. Una alegría y un honor, y no solo para mí, ya que he percibido un orgullo general que es impagable. Toda literatura es periférica dependiendo de dónde se coloque el centro. Para los creadores en lengua vasca, nuestro eje es nuestra literatura, y sería un error frustrante el esperar reconocimientos para avalar nuestra calidad. No obstante, el premio es un hecho gozoso que puede despertar interés y, en ese sentido, es positivo para nuestra cultura.
“Los guetos existen en la mentalidad de quienes se acercan a otras lenguas desde el prejuicio, no en los libros” Xesús Fraga
P. Perdonen la impertinencia, pero ¿consideran que el galardón tiene alguna dosis de politiqueo o de cuota encubierta? ¿Les importa?
M. A. M. A menudo se hace ese tipo de comentarios sobre los premios. Si los hay en mi caso, no me afectan porque el galardón lo ha concedido un jurado múltiple que ha evaluado la calidad de cierto número de obras. Siempre hay factores colaterales que pueden influir, pero, como autora, lo único que puedo hacer es agradecer la elección y remitir a la lectura del poemario.
X. F. Sinceramente, no lo sé. Procuro no darle demasiada importancia o, al menos, tratar de mantenerme al margen. A diferencia de los políticos, que se alimentan de él, ese ruido no creo que sea beneficioso para un escritor.
Aromas y lentes
P. ¿Qué ventajas y qué riesgos comportan unos premios como estos?
M. A. M. En cuanto a las ventajas, el premio ha procurado la edición rápida de la traducción e intuyo que me aportará experiencias nutritivas. Y riesgos… Toda obra nueva es un riesgo: los escritores tenemos la obligación de asumir retos; sin riesgo no hay resultado honesto, sea mejor o peor.
Lo cierto es que la versión al castellano del libro de Miren Agur Meabe, Cómo guardar ceniza en el pecho, aparecerá en noviembre, publicada por Bartleby y traducida por la propia poeta, para quien ha sido “un ejercicio formal del que aprendo mucho y con el que disfruto, como si las dos lenguas se aromatizasen mutuamente”. Por su parte, Xesús Fraga, responsable de la versión española de Virtudes (y misterios) (Xórdica), destaca que traducirse a uno mismo es “otra lente más con la que observar el mecanismo interno de la narración. “Me encontré con que debía variar algunas frases, porque su cadencia era distinta cuando se leía en voz alta en una lengua u otra. O que debía incluir matices para mejorar la comprensión de palabras o expresiones que un lector gallego tiene como habituales pero que quizá desde fuera necesitan más contexto”.
P. A pesar de que estamos cada vez más informados, hasta hace poco la literatura periférica era casi desconocida: ¿se acentúa esa invisibilidad si el autor, como es su caso, escribe en su lengua natal?
X. F. Creo que se ha avanzado en la difusión de esas literaturas periféricas, vamos a llamarlas así, sobre todo gracias al trabajo de los sellos independientes. Sabemos de la dificultad de dar a conocer nuevas voces en cualquier literatura y quizá la opción de escribir en una lengua con una menor presencia institucional puede ser una dificultad añadida.
M. A. M. La invisibilidad no es responsabilidad de quien escribe en una lengua pequeña, sino de quien no construye puentes para que exista una convivencia armónica entre las distintas lenguas. Yo escribo en euskera por amor a mis raíces, a mi entorno y a mi tiempo, por conciencia ecológica, por frenar su disolución en la amalgama de la globalidad, por reforzar su valor poniendo mis palabras al servicio de quien encuentre en ellas mensaje y belleza…
“A diferencia de los políticos, que se alimentan de eso, el ruido, las polémicas, no son beneficiosas para un escritor” Xesús Fraga
P. Sí, pero ¿qué impacto tiene para una sociedad como la española el que se publique literatura en lenguas minoritarias? ¿La enriquece o favorece los guetos?
M. A. M. Literatura en lenguas minorizadas, matizo. Y, con perdón, creo que la palabra gueto merece otro respeto histórico. Si continuamos expresándonos desde una perspectiva jerárquica, perjudicamos a la idea de que toda lengua es un bien cultural. La sensación general cuando he actuado en encuentros de Europa y América es esa precisamente, que el euskera, una lengua-isla territorialmente, es un tesoro lingüístico.
X. F. Sí, es una riqueza, sin duda. Los guetos, en este caso, existen en la mentalidad de quienes se acercan a otras lenguas desde el prejuicio: el problema reside en las preconcepciones, no en los idiomas ni en los libros, que pueden contribuir a superarlos. En su maravillosa entrevista con Soler Serrano, Cunqueiro dijo que una lengua debe saber a pan fresco en la boca: ¿por qué renunciar al aroma y el gusto de una buena hogaza de harina candeal, una broa de millo, un pan payés o un zopaco?
P. ¿Qué aporta la narrativa en gallego al conjunto de la española y europea, qué las diferencia y en qué aspectos podrían enriquecerse?
X. F. Sin ponernos cursis, un libro propone una nueva forma de observar la realidad y en ella intervienen múltiples factores; la lengua es uno más. Prescindir de esa mirada solo puede conducir a un empobrecimiento, mientras que los beneficios son incontables: conocernos y entendernos mejor, sin ir más lejos.
Nuevas voces con perspectiva
P. Y usted, ¿cómo retrataría la poesía en euskera actual? ¿Quiénes son las nuevas voces de la poesía vasca?
M. A. M. Hay personalidad, variedad, conciencia y riqueza. Contamos con voces potentes que aportan con originalidad su concepción del mundo y de la propia poesía. Un dato destacable, por ejemplo, es que por primera vez estamos trabajando simultáneamente mujeres de cuatro generaciones diferentes.
“La invisibilidad no es responsabilidad de quien escribe en una lengua pequeña, sino de quien no construye puentes” Agur Meabe
P. ¿Y qué pasa en la novela gallega actual? ¿Qué se está cociendo en su nueva narrativa?
X. F. La literatura gallega no es distinta de las demás. Se cultivan todos los géneros, hay quienes reverencian la tradición y quienes buscan subvertirla. El panorama de nuevas voces es muy amplio para dar nombres, así que solo citaré a tres autoras que también se han acercado a la emigración contemporánea, desde una perspectiva singular, renovadora y de género: Eva Moreda (Para toda a vida), María Alonso (Transmigrantes) y Anna R. Figueiredo (Os bicos feridos).