Beatriz Barreiro, Ernest Urtasun, Jazmín Beirak y Dagmary Olivar en la presentación del Plan de Derechos Culturales. Foto: Ministerio de Cultura

Beatriz Barreiro, Ernest Urtasun, Jazmín Beirak y Dagmary Olivar en la presentación del Plan de Derechos Culturales. Foto: Ministerio de Cultura

El Cultural Lo mejor de 2024

Derechos a la cultura

El Cultural
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ASIGNATURAS PENDIENTES. Son muchos los temas que en la cultura han quedado pendientes este ejercicio. A vueltas con la esperada Ley del Cine, la restructuración del Inaem no acaba de llegar a pesar del nombramiento, en enero, de su nueva responsable, Paz Santa Cecilia Aristu, que continúa inmersa en una reforma integral del organismo regulador de las artes escénicas y la música.

Recién aprobada la reforma del IRPF que contempla la intermitencia en el trabajo de los creadores, se sigue trabajando en el Estatuto del Artista, prioritario, o no tanto, para los últimos cuatro ministros. Una novedad fue el anuncio del Plan de Derechos Culturales -con nueva Dirección General liderada por Jazmín Beirak-, denominación grandilocuente bajo la que se pretende promover la diversidad y proteger a los creadores.

Libros llenos de barro, estanterías vacías y libreros armados con escobas en Valencia, han sido la imagen de la desolación de la cultura, metáfora quizá de los tiempos que corren.

LETRAS. A pesar del desmesurado ritmo de lanzamiento de novedades, el balance de 2024 del sector editorial español es, según las últimas cifras oficiales, positivo, pues se mantiene la tendencia al alza del pasado ejercicio, superando el 5,1 por ciento de crecimiento. Con un esperanzador dato: de nuevo es la literatura infantil y juvenil la que lidera el aumento de la facturación (5,9 por ciento).

También fue un éxito, pese a cierta tensión diplomática, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con España de invitada. Nacieron nuevas y ambiciosas editoriales y debutaron autores como Xulia Alonso, Irene Cuevas o Rocío Collins, mientras se consolidaban voces como las de David Uclés o Sara Barquinero. La gran sorpresa del año, con todo, fue la concesión del Premio Nobel a la coreana Han Kang.

ARTE. La descolonización ha sido sin duda el tema que, más allá de lo puramente artístico, ha copado discursos y narrativas, desde el Pabellón de España en Venecia a una de las últimas exposiciones del Thyssen. Con nuevas incorporaciones (Amanda de la Garza en la subdirección del Reina Sofía) y revisión de colecciones (de Antropología y de América), los museos españoles se preparan para la descolonización.

Es posible que sea la mayor aportación de Urtasun, que cesó a Isaac Sastre de la dirección de Patrimonio y Bellas Artes y nombró a Ángeles Albert. La Galería de Colecciones Reales cambia de manos y en el Guggenheim Bilbao se cierra la etapa de Vidarte, a quien sucederá Miren Arzalluz. En un año Chillida en el que se ha echado de menos la gran retrospectiva del escultor.

TEATRO. En los escenarios disfrutamos de ver elencos numerosos, algo que casi desapareció por carestías y precariedades varias. Buen ejemplo fue la magnífica versión de Luces de bohemia de Eduardo Vasco. Un montaje que también simboliza otra tendencia: la puesta en valor del repertorio y la base literaria del teatro, frente a lo postdramático.

Fue, asimismo, un año bueno para los clásicos, muy bien servidos en ocasiones, como El monstruo de los jardines de Calderón, con la versión de Iñaki Rikarte, que se sube a lo más alto de nuestro podio.

MÚSICA. En la ópera, por contraste, gozamos de una añada que renovó el menú lírico. La bella Susona, de Alberto Carretero en el Maestranza y A solas con Marilyn de David del Puerto fueron dos novedades de muchos quilates para engrosar nuestro patrimonio operístico. Aunque también brilló La del manojo de rosas –versión Sagi– en la Zarzuela: un as intemporal e infalible.

En lo sinfónico, nos enardecieron Kirill Petrenko, Daniele Gatti y el incombustible Zubin Mehta. Por otra parte, para la danza se abren proyectos ilusionantes, como el que lidera María Pagés en Matadero. Gran inversión que esperemos sea aprovechada al máximo en un sector tan necesitado.

CINE. Gran año para Pedro Almodóvar, que ha solventado uno de los pocos retos que le quedaban: culminar su primer filme en inglés y conquistar el Oro (el León de Venecia) en uno de los grandes festivales. Por su parte, Albert Serra triunfó en San Sebastián con la taurina Tardes de soledad y la madrileña Karla Sofía Gascón, que apunta al Oscar, fue premiada en Cannes por su trabajo en Emilia Pérez.

Además, propuestas como La infiltrada, El 47, Casa en llamas o La casa han dignificado el cine popular y de género, funcionando muy bien en taquilla, donde no hay quien le tosa a Santiago Segura. En el plano internacional, el cine nos deja el descalabro de Coppola con Megalópolis, el triunfo de Anora en Cannes y a un Hollywood que, algo despistado, sigue aferrado a las secuelas.

CIENCIA. Para lo bueno y para lo malo, la compañía Neuralink, de Elon Musk, implantó el primer microchip en un cerebro humano. La IA, ya presente en todo, ha llegado también al premio Nobel, mientras la sonda espacial china Chang’e 6 alcanzó la cara oculta de la Luna.

Aunque si hablamos del Universo, lo realmente colosal fue el descubrimiento de unos chorros ultragigantescos emitidos por un agujero negro a 7.500 millones de años luz de la Tierra. Y una noticia para la esperanza: un plástico que se degrada más rápido que el papel. 

Todo esto ha ocurrido en un año triste para la familia de El Cultural: perdimos este verano a nuestro compañero y amigo Javier López Rejas. El gran Rejas, del que tanto aprendimos.