Dalí. La aventura prodigiosa de la encajera y el rinoceronte
Dalí en una de las escenas de la película
Hace cincuenta años, Dalí y Robert Descharnes rompieron las leyes de la cinematografía en La aventura prodigiosa de
la encajera y el rinoceronte, un film basado en las imágenes sacadas del espiral logarítmico.
Descharnes conoció Dalí en 1950. Como fotógrafo y biógrafo del pintor, se convirtió en uno de sus más íntimos colaboradores. Autor de mas de 15 libros sobre el hombre y su arte, Descharnes fue encargado por Dalí de la protección de su herencia cuando ésta fue amenazada por una avalancha de falsificaciones en los ochenta.
Una magnífica mañana parisina, Dalí y Descharnes empezaron su aventura en el Louvre. Los directores habían instalado en una sala dos caballetes y una silla: sobre uno se encontraba un lienzo blanco y sobre la otra, un cuadro, La encajera. Descharnes recuerda: "Dalí hizo varias copias de La encajera que eran ejercicios en cuernos de rinoceronte". Para Dalí, la pintura de Vermeer era "una conflagración de fuerzas convergiendo sobre la aguja de la encajera". Esta aguja imaginaria sería la inspiración para una de las escenas más increíbles: un tren armado con una aguja gigante se dirige a toda velocidad hacia un ojo. En el momento del impacto, la aguja se rompe en mil pedazos.
Robert Descharnes y su hijo Nicolas conservan todos los elementos de la película: el guión, diseños, fotos y modelos. Rodada durante diez años pero nunca montada, sus secuencias suman más de cinco horas de largo. En una escena muy agitada, Dalí y Descharnes experimentaron con una modelo viva para lograr el efecto de "carne de gallina". Descharnes explica: "Dalí buscaba producir un escalofrío tan grande que los espectadores sentirían carne de gallina. Para este fin, buscábamos una modelo. Acariciando sus senos con un tenedor, Dalí quería producir la carne de gallina con el rechinar de bayonetas de un manojo de fusiles sobre una gruesa placa de mármol. ¡Todavía oigo esos horribles chirridos!"
La película termina: "En la creación, las gotas de agua no tenían forma. Aterrorizada por la idea de perder su pureza, la gota de agua se cubrió de carne de gallina lo que marca el nacimiento del erizo de mar. Este escalofrío biológico es la consecuencia directa del espectáculo de la belleza". La cámara muestra un erizo marino, bien seco y limpio y entra en su cavidad vacía y, de repente, se reconoce superpuesta la cúpula del panteón romano. Ninguna diferencia visible separa las imágenes. Una doble imagen perfecta. Dalí puro.