Image: Sánchez Castillo

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Arte

Sánchez Castillo

“El arte como reflexión está siendo eliminado por la política”

9 diciembre, 2004 01:00

Sánchez Castillo

Tras el éxito cosechado en la Bienal de São Paulo, Fernando Sánchez Castillo (Madrid, 1970) presenta sus últimos trabajos en la galería Juana de Aizpuru, incluido el presentado en Brasil. Completa así un gran año profesional en el que ha participado en exposiciones y bienales de gran importancia en el concierto artístico internacional. Sánchez Castillo ha contado a El Cultural algunas de las claves de su trabajo y repasa, además, parte de la actualidad artística en España.

Decenas de bustos de personajes ilustres pueblan los rincones de la fundición Codina de Paracuellos del Jarama, donde Sánchez Castillo ultima algunos de los bronces que presentará en Juana de Aizpuru. "Aquí se han hecho muchas de las estatuas que estoy utilizando yo", dice divertido. En la exposición se podrá ver el vídeo que llevó a São Paulo, una de las cuatro Bienales en las que participa este año, a las que por otro lado no da excesiva importancia: "lo importante realmente es la evolución intelectual".

-Esta exposición madrileña es la culminación de un gran año en lo profesional. ¿Qué perspectivas tiene ante ella?
-Este ha sido el año en el que el trabajo ha sido más conocido por el gran público con exposiciones y bienales de influencia mediática. La verdad es que yo siempre he disfrutado todos los momentos de mi trabajo, todas las exposiciones han sido igualmente importantes, independientemente de dónde se celebraran. El exponer con Juana de Aizpuru tiene algo de privilegio. Es la galería donde en gran parte me he educado. Aquí he visto mis primeras piezas de Mike Kelly, Kosuth, Kippenberger... Hace tan sólo 15 años no teníamos tanta información y yo no tenía la capacidad de viajar fuera. Curiosamente mi primera exposición en una galería comercial fue allá por el 94, de la mano de Pablo Jiménez. Se llamaba Uno cada uno y éramos un grupo numeroso de muy jóvenes artistas presentados cada uno por un crítico. Juana ha tenido siempre la virtud de estar muy atenta a la creación joven y de arriesgar mucho.

El trabajo de Sánchez Castillo reflexiona sobre momentos concretos de la historia siguiendo esa línea foucaultiana de lo subyacente, esto es, desarrollando una historia lateral, al margen de la linealidad historiográfica. Sus trabajos tienen un marcado carácter político con los que cuestiona la validez de diversos acontecimientos históricos, las más de las veces movimientos revolucionarios. Para ello se sirve de símbolos de dichos momentos como, en el caso de su obra reciente, la escultura pública.

-¿Cuál es su intención a la hora de trasladar cuestiones históricas al tiempo presente?
-Ha habido períodos históricos o hechos artísticos que no han sido digeridos todo lo intensamente que deberían. Por eso creo que hay necesidad de repensar, de releer procesos históricos que no han funcionado totalmente, que no han obtenido el resultado inicialmente deseado. Las utopías revolucionarias de los años setenta, por ejemplo, que socialmente invitaban a una gran transformación, acaban diluyéndose. Creo necesario reformular esa pregunta pero en el contexto del presente.

La violencia maquillada
Un sentimiento de violencia recorre la obra de Sánchez Castillo . Desde obras como Los ángeles Clockwise (2000) hasta Sendero Luminoso (2003), obra incluida en The Real Royal Trip (Nueva York, P. S. 1) que mostraba perros colgados de las farolas en referencia a la guerrilla peruana, la violencia se manifiesta abiertamente, aunque muchas veces aparezca oculta tras la apariencia de lo lúdico.
-Lo lúdico es una estrategia intelectual, una estrategia de camuflaje, de preparación para la vida real. El niño cuando juega se prepara para la vida real, juega a la guerra y a otros juegos que llevan implícitos un cierto nivel de violencia, más o menos intelectualizada. Desde el tirachinas al ajedrez, por ejemplo, hay diferentes estadios de intelectualización de la violencia. Los ángeles Clockwise pretende apelar precisamente a estos aspectos. De un lado, la presencia de un arma real en un espacio expositivo. Uno va a ver arte contemporáneo, es decir, supuestamente un producto de alta cultura, y se encuentra con un arma real que produce un sonido real. El espectador siente una atracción irrefrenable hacia ese arma y surge en él un deseo de asistir a un espectáculo violento, de comprobar cómo ese arma funciona. El deseo de un chaval de poner un petardo es un deseo primario que vence a las leyes de la buena educación y la cultura.

-A veces, como en la más reciente Arquitectura para el caballo-Canicas, el vídeo rodado en la Universidad Autónoma de Madrid, el juguete puede resultar letal.
-Tengo mucho cariño hacia esa pieza. La idea es ver cómo un juguete tan sencillo como una canica podía realmente interferir en el mundo real. Las canicas son un objeto con una gran capacidad de evocación. Tienen cierto contenido fantástico cuando de críos, al margen de jugar con ellas, mirábamos a través de ellas, pero también puede hacer caer a un policía a caballo que quiere reprimir y coartar tu libertad y tu capacidad de ensoñación. El resultado es, nunca mejor dicho, redondo. Un juguete que vence a un sistema, un juguete que puede ser utilizado como un instrumento de reeducación. La mía creo que es una pretensión muy modesta, muy pequeña, de reeducación.

»En este trabajo, además, encuentro otro aspecto muy importante que es la implicación de las instituciones. En la Autónoma, cuando les pedí que un caballo entrara en la Facultad, los rectores y decanos, que se encontraban en período electoral, tuvieron miedo de que se removieran demasiado las cosas.

Cultura y espectáculo
-Cambiemos un poco el tercio. Con la experiencia adquirida en las bienales en las que ha participado, ¿qué opina de la creciente espectacularización del arte y la cultura?
-Creo que las bienales no están determinadas por la ciudad en las que tienen lugar y la historia de cada una. Dependen estrictamente del comisario que las organiza y los artistas que la integren. El arte es un espacio de minorías pero esa minoría es cada vez mayor y es deseable que siga creciendo. Tenemos que procurar una información mayor al público en general. Es cierto que hablamos de un fenómeno social creciente. Pero también lo es que esto no debe entrar en esas estrategias de la llamada cultura del entretenimiento sino una cultura de la reflexión, y el reflexionar, por lo general, no es un ejercicio demasiado gratificante para la masa. Tampoco para los gobiernos el gobernar individuos con opiniones y percepciones complejas del mundo. Hay una tendencia del poder de convertir el arte contemporáneo en decoración, en algo festivo. Estoy en contra de los eventos en los que se concede al poder la posibilidad de disfrutar de estos circos y muy a favor de espacios para la reflexión y el rigor. Y creo que esto está en manos del poder político, que debe permitir la creación de un verdadero espacio en el que sea posible reflexionar sin condiciones.

-Estos días se habla de la desaparición de Injuve, una de las plataformas de lanzamiento de artistas jóvenes. Usted mismo participó en su día en una de sus exposiciones.
-La situación actual es que hay una ausencia muy preocupante de apoyo particular, esto es, de coleccionismo. Al no haber suficiente coleccionismo de arte contemporáneo, los artistas no pueden ser más que jóvenes. Los que llegan a una edad madura y que realizan un trabajo serio, equiparable al de grandes artistas de otros países, son unos monstruos de la naturaleza, auténticas personalidades de las que quedan pocas, por propia selección natural. Si en un país en el que no hay apoyo particular se elimina también el apoyo institucional a los jóvenes se obstaculiza la capacidad de reflexionar sobre los sistemas sociales. El arte como sistema de reflexión está siendo eliminado por la política. El ataque al arte joven evidencia las propias grietas del sistema político. Si el Injuve, y cualquier otra iniciativa de este tipo, desaparece realmente, debe ser inmediatamente sustituido por otra plataforma similar o con la misma, o mejor capacidad.

-¿Y las galerías? ¿Cree que están lo suficientemente involucradas en el apoyo a los jóvenes?
-Yo creo que la labor fundamental de un galerista no es tanto dirigir el camino del artista joven sino educar al coleccionista. El principal papel de un galerista es vender y realmente pocos galeristas se juegan su dinero y su prestigio en alguien que no haya demostrado nada como artista. De lo que se trata es de educar al coleccionista, que está en otros asuntos, que tiene otras ocupaciones, que no es un profesional del arte, como somos artistas y galeristas, y que es una figura muy importante que está infravalorada.