Arte

La arquitectura y el lugar

Moneo firma la Fundación Beulas en la provincia de Huesca

23 febrero, 2006 01:00

Foto: Pedro Pegenaute

Quizá sea el paisaje oscense uno de los más apropiados para desarrollar un proyecto cultural que tiene en la naturaleza uno de sus argumentos y escenarios de trabajo. Por ello se ha buscado una arquitectura que tenga una especial relación con el marco y el proyecto cultural. Y es éste recién terminado por Rafael Moneo un ejemplo de equipamiento cultural de pequeña escala que responde al objetivo de la Fundación Beulas, promovida por el Gobierno de Aragón. El CDAN (Centro de Arte y Naturaleza) será con toda seguridad un lugar de referencia en el estudio de las relaciones entre el arte y la naturaleza en el contexto de la cultura contemporánea. El gran proyecto cultural se inscribe en este pequeño edificio que, instalado en el paisaje de Huesca, será el inicio de un itinerario artístico que tiene en la escultura publica, el land-art y en proyectos ligados al lugar una importante seña de identidad.

El edificio construido por Rafael Moneo representa una obra vinculada con la naturaleza. Y el proyecto Arte y Naturaleza tiene como antecedente una magnifica colección que se compone a fecha actual de obras realizadas por artistas como Richard Long, Ulrich Röckriem, Siah Armajani, Fernando Casas y David Nash. Será el origen de una más amplia que utilice el territorio o la naturaleza como pretexto para la creación artística.

Por ello una de las fuentes a las que Moneo acude para ligar más aún la arquitectura con su territorio son las imágenes de formaciones propias del paisaje. El edificio que construye Moneo no pretende interferir en el paisaje sino que se inspira en él, al elegir los Mallos de Riglos o el Salto de Roldán, como forma específica de la naturaleza oscense. El edificio no sólo se hunde en el terreno, sino que sus materiales buscan una mímesis material con el entorno. La simplicidad, la textura y el color de la construcción están pensados para provocar esta rápida asimilación de la naturaleza como esencia de la propia arquitectura.

La escala del proyecto está concebida con mesura. Mesura por entender que un espacio vivo y abierto a la ciudad de Huesca, que debe su origen a una pequeña colección donada por Beulas-Sarrate, confía sin embargo su futuro a una identidad propia que se forjará en la actividad cultural y no en las compras y custodia de obras de arte. Esta es la gran diferencia entre un museo y un Centro de Arte. Sin embargo, el edificio aparece con excesiva prudencia, para no exponer sus formas al perfil del paisaje en el acceso a la ciudad de Huesca. El CDAN parece pequeño en la plana donde se inscribe, y esta percepción se desvanece nada más atravesar el vestíbulo que ofrece, sobreelevado, una hermosa visión de un único espacio expositivo. Desde este privilegiado banco, que opera como si fuera un mirador, se divisa un paisaje interior de enorme riqueza y complejidad, del que parte una sinuosa rampa que parece reptar entre las exuberantes formas de los muros. Y estas extrusiones del dibujo de la planta chocan sutilmente con la insistente linealidad recortada del lucernario que inunda el espacio de una luz barroca, muy presente en las curvas de los muros, necesaria para entender este gran espacio donde confluyen muchos elementos de familias distintas. La mezcla es muy sugerente, y esta calibrada por la experiencia y la maestría de Moneo, que sabe dar la necesaria cantidad de tantas cosas diferentes.