El Dalí más grande del mundo llega a Madrid: un telón de 18 metros inspirado en Wagner y en el Rey Loco
- El Círculo de Bellas Artes expone el decorado original que diseñó y pintó el artista catalán para 'Bacchanale', el ballet "paraoico" que se estrenó en 1939.
- Más información: ¡Que viva el surrealismo! Las nuevas generaciones de paranoico-críticos ya están aquí
Un caja. Eso fue lo que recibió el coleccionista y galerista madrileño Jorge Alcolea al adquirir en una subasta el misterioso decorado que había pintado Salvador Dalí en 1939. En ella, cabían los telones que conformaron el primer ballet "paranoico" del mundo: Bacanal, uno de sus proyectos más desconocidos y ambiciosos. En total, 13 telones, uno de ellos de 18 metros de largo, expuestos por primera vez en España en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
"La sorpresa es que estaban en perfectas condiciones", aseguró Alcolea durante la presentación de la exposición El Dalí más grande del mundo, que se podrá ver hasta el 6 de enero en el Teatro Fernando de Rojas del CBA. Donados por uno de los aproximadamente 30 bailarines de la función, los telones llegaron a finales de los 60 al depósito de la Universidad Butler, de Indianápolis, donde permanecieron colgados hasta 2019. Años antes, la Universidad los puso a la venta en una subasta pública, donde fueron adquiridos por Alcolea por un precio confidencial.
La obra original, que cuenta con la firma de Dalí y Gala estampada en el reverso del telón principal y está asegurada en 10 millones de euros, ha conseguido mantener durante 100 años parte del pigmento original. Para la exposición, en la que se muestra por primera vez la totalidad de la escenografía creada por el pintor surrealista — se exhibió parcialmente en el VII Salón de Arte Moderno de Madrid de 2024—, "se ha hecho un proceso de fijación de la pintura, pero no ha habido restauración", apuntó Alcolea.
En el siglo XX era habitual que la compañía de los Ballets Rusos, a petición de Serguéi Diáguilev, echara mano de artistas para configurar sus aclamados espectáculos, como Picasso (El sombrero de tres picos) o Matisse (El canto del ruiseñor). Tras la muerte de Diáguilev en 1929, se fundó la Ballets Russes de Monte-Carlo, con el coreógrafo Léonide Massine al cargo, quien le dio a Dalí el apresurado trabajo de preparar en quince días un decorado para el que sería su primer ballet, pero no el único. Después llegarían Labyrinth (1941) (pensado como la segunda parte de Bacanal), Mad Tristan (1944) y The Sentimental Colloquy (1944).
Para el Bacchanale, el de Figueres firmó el libreto diseñó los decorados y el vestuario. La historia se centra en la figura de Luis II de Baviera, el Rey Loco, y en su lucha por no sucumbir a la atracción de Venus, la diosa del amor. La obra, inspirada en una escena de la obertura Tannhäuser de Richard Wagner, compositor tan admirado por el monarca bávaro que absorbió su romanticismo al extremo, posee su característico toque surrealista.
El Monte de Venus acapara el telón principal. Una montaña negra tizón, agujereada, en cuyo interior Dalí copia los Desposorios de la Virgen de Rafael. El color rojo pasión de la tela, las calaveras y las figuras fantasmagóricas hacen que el tapiz oscile entre el amor y la muerte. "Esto de aquí no es una pintura sino una escenografía. Normalmente no se suelen conservar, la mayoría están destrozadas o perdidas", apuntó Jaime Vallaure, comisario de la exposición, quien desveló que en la obra original también aparecía un cisne de madera (de ahí la vinculación directa con el mito de Leda y el pecado femenino), de seis metros de alto, que nunca llegó a entrar en la famosa caja.
El ballet se estrenó con éxito el 9 de noviembre de 1939 en el Metropolitan Opera House de Nueva York, muy a pesar de Dalí, quien no pudo acudir a la inauguración debido al estallido de la Segunda Guerra Mudial. Debido a la decisión de no retrasar la función, la modista Coco Chanel, encargada del vestuario, decidió no mandar los trajes. Fue la reputada diseñadora ucraniana Barbara Karinska (ganadora al Oscar por el vestuario de Juana de Arco (1948) de Victor Fleming), quien tuvo que reconstruir el vestuario deprisa y corriendo. Tanto, que hubo bailarines que salieron desvestidos a escena.
"Él no quería que se estrenase", aseguró Vallaure, quien ha querido trasladar "esa sensación de vértigo", "de salto al vacío", ante una obra "inacabada para el autor" a la propuesta escénica que acompaña a la exposición del CBA. Una arriesgada performance coreografiada por Tania Aria, que reinterpreta las ideas del ballet original en un espectáculo de una hora en la que solo participan tres intérpretes, entre ellos el propio Vallaure.
Para él, Bacanale es un ballet onírico, que "rompe con los convencionalismos de la época". Su última representación tuvo lugar en 1967, en Mónaco, tras un largo recorrido por teatros de Estados Unidos. Aunque no queda casi registro de la representación, para la exposición han logrado recuperar un vídeo de 22 minutos de la obra.
"El surrealismo soy yo", solía decir Salvador Dalí, quien solo era un veinteañero cuando El manifiesto surrealista (1924) de André Bretón revolucionó el mundo del arte. La exposición del CBA se enmarca en el "diciembre surrealista" del Círculo, que dedica parte de su programación al centenario del manifiesto con la exposición Max Ernst: Surrealismo, arte y cine.