Arte

Vicente Blanco, circular y envolvente

Otra vez algo nuevo

7 diciembre, 2006 01:00

Otra vez algo nuevo, 2006. Vídeo

Galería Elba Benítez. San Lorenzo, 11. Madrid. Hasta el 26 de enero. De 3.000 a 7.500 e.

El relato de Otra vez algo nuevo es directo: un padre de familia, que trabaja en una oficina (tal vez dirige una inmobiliaria) llama a otra persona para que le consiga un joven. Cuando lo lleva a su casa, ocurre como en Teorema pero sin el relato de la seducción: el joven duerme sucesivamente con cada uno de los miembros de la familia. Otra vez… admite una interpretación política: si Pasolini trata de los mecanismos del deseo y de cómo la marcha del visitante manifiesta el vacío de cada uno de los "enamorados", Vicente Blanco indica que hoy no hay espacio para sentir ese vacío, por lo que es necesario construir uno residual, donde comprar la rápida satisfacción del deseo. Como apoyo a esta interpretación, las viviendas que componen la ciudad están sacadas de libros de "mala arquitectura", y la estética de la que se nutre el vídeo procede de los dibujos animados y el diseño de propaganda política americano y soviético de los años 50.

Vicente Blanco recurre a una línea clara, concisa, eficaz, de dibujo, mientras el ritmo de la animación es voluntariamente sencillo, dejando ver los pasos y recursos utilizados. El relato distingue entre exterior e interior: la ciudad se construye en una única imagen, que se fragmenta en el interior de la casa, lo que le permite resaltar un elemento, una acción.

Nada queda al azar, todo está medido y funciona con una precisión que podemos calificar de cálida o manual, por la manera de matizar cada paso. El ritmo de la narración se apoya en una música que inicialmente es una pegadiza secuencia tomada de unos dibujos animados de los años 60, mientras a cada uno de los miembros de la familia los caracteriza la elegida: una sinfonía de Beethowen para el padre; el I only want to be with you de Dusty Springfield para la madre; Flamin’ Groovies para el hijo; y el tierno soul de Marvin Gaye para la hija.

El vídeo funciona como una narración sin fin, en correspondencia a su esquema interno. En las primeras imágenes, el padre domina, desde su oficina (mesa, ordenador, flexo) una cadena de producción por la que aparecen las casas que se incorporan de inmediato a la ciudad, junto con algún cuerpo dibujado, imagen del deseo. La única iconografía explícita se ofrece como acompañamiento a la conversación telefónica en la que el padre solicita un joven, incorporando la fotografía de un torso masculino, y sustituyendo una banda geométrica que une escenas por una banda de billetes. La decoración del interior de la vivienda está hecha uniendo diseños de la Bauhaus, con ejemplos del popular del Este de los años 60 (que Vicente Blanco conoce perfectamente, gracias a sus estancias en Chequia o Berlín). Mención aparte merecen los objetos que se exhiben en una estantería, a medio camino entre el diseño y la escultura: una copa, un jarrón, un gato con los que el joven es golpeado por el miembro de la familia que toma el relevo a quien le ha acompañado una noche (la historia se termina cuando, tras estar con la hija, es golpeado con los tres objetos anteriores). Otro detalle significativo: el joven despierta con un pijama estampado con el dibujo del albornoz de aquel con quien durmió (y también aquí el origen es un diseño popular: papeles pintados de la época).

La exposición se completa con una primera instalación, en la que la luz se proyecta sobre una celosía de cartón y crea una confusión entre planos a la que ayuda la música de fondo; junto a una serie de imágenes extraídas del vídeo. Ambas funcionan como preámbulo y síntesis final de Otra vez…, pero también como excelentes propuestas autónomas.

Una acomodada familia de Milán recibe un escueto telegrama ("Llego mañana"), que anuncia la visita de un joven que se instala en la casa y se integra con una naturalidad que despierta el deseo general. El arranque de Teorema, la película poética y misteriosa de Pasolini, lo utiliza Vicente Blanco (Cee, A Coruña 1974) como punto de partida para su último -y espléndido- vídeo de animación: Otra vez algo nuevo, pieza central de su primera individual en Madrid, tras exponer en el CGAC (2003) o el MNCARS (2004).