Arte

Masson, destilando la historia

Los monstruos de la razón.

10 mayo, 2007 02:00

Formas lógicas, 1938

Fundación Caixa Galicia. Rua do Vilar, 16. Santiago de Compostela. Hasta el 3 de junio

André Masson sabía que nunca podríamos bañarnos dos veces en el mismo río; ni el río ni nosotros seríamos los mismos. Posiblemente por eso su tinta sea tan fluida, nerviosa al tiempo que precisa. La tensión genera el movimiento y todo deriva en un devenir constante. Masson hereda de Heráclito esa sensación; todo cambia y nada permanece, que diría el filósofo. Lo vemos en sus títulos, que hablan de improvisaciones, persecuciones, fantasías, retratos de lo efímero, dibujos automáticos, pesadillas, palpitaciones y otros souvenirs plantados en el tiempo. Todo parece transformarse en los dibujos de Masson, como en un Power Ranger sin formalizar, germinal, de esos que se dibujan en la debilidad de un sueño. Será algo así como la vibración sonora que ya es música para Stockhausen. Seguramente por eso su única escultura ha sido una metamorfosis, porque para Masson, fiel a las premisas heraclitianas, no hay nada terminado, todo se desborda.

Cada papel de Masson es una suerte de aforismo, una proposición ambigua, contradictoria y confusa cercana a la destrucción. Pienso en su aguafuerte Sueño de un futuro desierto, que se ofrece como un Blade Runner sincopado donde se desintegran las referencias y el tiempo se pierde, se vuelve irrepresentable, o más concretamente representable pero con estereotipos del pasado. Ciertamente la obra de André Masson es una especie de Babel y sus personajes supervivientes en el caos reinante. Masson adelanta esa condición catastrófica del pensamiento de la que hablará Baudrillard, un pensamiento adverso en sí mismo y provocativo en su relación con un mundo que trata de depurarlo todo, eliminando toda negatividad.

Ahí radicaría, con las obvias distancias, su relación con Goya; de quien se toma la socorrida frase "el sueño de la razón engendra monstruos" para titular Los monstruos de la razón esta muestra en Santiago de Compostela, la primera en España de este mito del surrealismo, producida por Caixa Galicia en colaboración con la Calcografía Nacional y que recoge dibujos y estampas del artista. Pero Goya, se aleja del sueño y busca en lo monstruoso y deforme un canto a lo real, o más propiamente una teratología de lo real. Las obras de Masson son más turbulentas, huracanadas o infinitas; más delirantes y románticas. Como la inmensidad en Victor Hugo, el ejercicio massoniano deriva en la estela del ensueño y tiene mucho de fantasmismo, de espectral o revelación erótica bataillana, de despliegue oscuro. El sueño se da, por tanto, como invasión, como doble o vida superpuesta en ese inevitable concepto de continuo nacimiento y destrucción. De ahí la contradicción como origen, como experiencia traumática nietzcheana, como drama, como forma estudiadamente desagarrada independientemente de la escala, como atmósfera surrealista contaminada por la historia.