Parodias políticas
Creador de dueños
22 mayo, 2008 02:00Juan Pérez Aguirregoikoa: el abuelito de Heidi, 2008
La utilización de imágenes preexistentes y fácilmente reconocibles es una estrategia compositiva en la que coinciden la publicidad comercial y la propaganda (y la crítica) políticas. Aunque sea un procedimiento un tanto elemental y en principio poco creativo, sus ventajas son la inmediatez en la identificación, cuando no el respaldo del prestigio; además de las posibilidades que abren al impacto visual si sobre esa base iconográfica se introducen modificaciones que pueden alcanzar hasta su contradicción e, inclusive, la puesta en evidencia del contenido subliminal del mensaje original, como hicieron magistralmente en sus collages John Heartfield y Renau. Pero, en ocasiones, también lo comercial y lo político pueden aunar esfuerzos, como muestran los carteles del colectivo Daños Colaterales que recuperan los anuncios de las casas comerciales que explicitaron su adhesión al régimen tras la victoria del ejército franquista y cuyos originales pueden consultarse en la Hemeroteca Municipal de Madrid. Este trabajo es muy representativo de la intencionalidad del proyecto de Democracia (Pablo España e Iván López) en Off Limits, que pretende hacer ostensible la "impotencia de la simbolización" en el momento actual de "desarticulación de la sociedad civil, diluida en la lógica consumista" o cuando "el confort se ha convertido en herramienta de dominación".Tal vez por ello, los artistas aquí reunidos recurren a la estrategia apropiacionista. Como Noaz, un artista urbano que se dedica al stencil y que aquí, con su familia feliz de Inconscientes, hace un homenaje explícito a los carteles de Barbara Kruger en los ochenta, cuando su radicalismo político elevó la temperatura moral y emocional en el seno de las teorías del apropiacionismo. Como Laibach, que en su videoclip versiona la canción Life is Life. Y Daniel Villegas nos presenta el Monumento a la III Internacional de Tatlin hundiéndose en un magma rosa. Otra representación impactante de Villegas es la imagen desfondada de tres corredores de fondo (Franco, Hitler y Bush padre) con el logotipo de Nike en su camiseta, aludiendo al desgaste y la erosión, incluso de referentes tan evidentes como éstos, gracias a los mensajes de la mercadotecnia. Y también como Karmelo Bermejo -el ganador del VI Premio de Fotografía El Cultural- quien con las fotografías de su performance After Sherrie Levine after Walker Evans, en donde Bermejo arrancaba la reproducción de la famosa fotografía apropiada de Levine en una biblioteca para después sacarla a la venta, señala las limitaciones cínicas del apropiacionismo en la praxis.
Completan la oferta otras propuestas, sólo aparentemente alejadas de esta tendencia, como el mural del grupo PSJM de unos manifestantes agitando en sus pancartas ofertas del mercado en clara línea de cómic, los retratos en acuarela y gran formato de Henry Kissinger y Margaret Thatcher ya ancianos a cargo de Juan Pérez Aguirregoikoa, el vídeo Superproducción de Antonio Ballester, un primer plano fijo de unas manos contando billetes, y el interesante juego en internet sobre nuestras preferencias en la distribución de los bienes de la sociedad concebido en 2002 por Distributive Justice, un grupo de sociólogos, filósofos, diseñadores y programadores. Pues el apropiacionismo no sólo tomó como objeto las representaciones en los media y hasta los mismos productos de consumo estandarizado. En su interés fue determinante la crítica contextual a los medios de distribución y recepción de lo artístico. Punto de encuentro donde convergen comisarios, artistas y gestión del espacio de esta exposición.