Roland Fischer
Obras en serie, formatos grandes y un estricto tratamiento formal definen las fotografías del alemán Roland Fischer, uno de los artistas más destacados de las últimas décadas. Sus retratos buscan conocer algo más sobre nosotros y nuestro entorno. El DA2 de Salamanca le dedica su primera exposición retrospectiva en Europa.
Circuito en serie
Entre la selección de casi cien obras están algunas de sus series más emblemáticas: Monjas y monjes (1984-85), fruto de un trabajo, en monasterios franceses; Los Ángeles (1990-94), retratos en piscinas realizados en los noventa; Façades (1998-2010), en la que presenta a una ciudad abstracta; Retratos colectivos, fruto de sus viajes China, así como las series Catedrales y palacios (2004-2009), en la que se enmarcan sus iglesias del Camino de Santiago, y Nuevas arquitecturas (2005-2010), su último proyecto.
No es su primera exposición en España aunque sí la mayor hasta la fecha y la más completa retrospectiva del fotógrafo alemán en Europa. Con nuestro país tiene una relación especial, como cualquier amor incondicional: "España es mi país favorito de Europa", dice rotundo. "Junto a otros países americanos de habla hispana, estoy seguro que España tendrá un papel muy importante en el futuro del mundo del arte. Su historia del arte contemporáneo es relativamente corta en relación a otros países, pero en los últimos veinte años ha llevado a cabo un increíble desarrollo y han surgido muchos artistas interesantes".
Muchas cosas cambiaron en ese tiempo, cuenta Fischer, también en Alemania: "Lo que se ha convertido en una gran industria hoy en día, no existía antes. Hace poco más de veinte años no había tantas oportunidades para exponer fotografía en museos y galerías, ni ferias especializadas. Hasta entonces, la fotografía había sido utilizada por artistas, Warhol, Rauschenberg, etc, pero siempre en combinación con sus pinturas, esculturas e instalaciones. El uso del medio fotográfico para crear proyectos de arte contemporáneo era nuevo. Por suerte, el cambio fue rápido".
-Su manera de hacer una foto ahora es diferente a cómo la hacía antes. Háblenos también de ese cambio.
-Con el tiempo, mi manera de hacer fotografías ha llegado a ser más libre. Al principio, el mayor trabajo lo desarrollaba antes de hacer la foto. Ahora cuando hago una fotografía es cuando empieza el verdadero trabajo!
-Desde los 70, el retrato y la arquitectura se han convertido en sus sellos distintivos. ¿Qué le sigue interesando de estos dos temas tan recurrentes?
-Ambos son dos temas clásicos de la fotografía, del mismo modo que siempre han sido temas clásicos del arte. La diferencia es que, hoy ya no deberían ser considerados categorías sino pretextos de experimentos extremadamente diversos.
-Desde Bernd and Hilla Becher el retrato arquitectónico se ha convertido en motivo para muchos artistas alemanes. ¿Se siente cercano a esa estela?
-No formo parte de la llamada escuela de Düsseldorf o escuela Becher, aunque desde luego presto mucha atención a las obras de esos artistas. Mi enfoque personal está muy ligado a otras prácticas, como la pintura, por ejemplo. Toda organización de formas en el interior de una superficie plana deriva del arte pictórico.
-De hecho, muchos ven la influencia de Zurbarán en los retratos de Monjes y monjas. -Sí, el estilo de Zurbarán es muy fotográfico, por su manera de utilizar la luz y la sombra. Aunque hablando de cuadros antiguos importantes en mi trabajo el estilo "plano" de Giotto es el que más me ha influido. Hoy, los fotógrafos están influenciados por los pintores y los pintores por los fotógrafos.
-Pese a esa relación tan estrecha con la pintura, sigue fiel a su cámara de fotos. ¿Por qué ese "enganche" con la fotografía?
-Por su calidad visual. A través de la fotografía, la forma del mundo visible puede ser presentada ante nosotros de una forma directa y sin filtros. Su permeabilidad, junto con las posibilidades que brinda la manipulación digital, nos ofrece nuevas opciones para representar los fenómenos de la realidad. De hecho, en las imágenes de Nuevas arquitecturas exploro esos fenómenos transformando los espacios en una suerte de tradición cubista. El resultado es como una "tercera realidad" que demuestra que, incluso en la fotografía, el significado no se queda limitado a lo que podemos reconocer.
Intriga interna
Esa "tercera" realidad de la que habla Roland Fischer tiene que ver con lo inmaterial y lo espiritual. Con un mundo a caballo entre lo real y lo inconsciente, entre lo que se ve y lo que se esconde. Con preguntas que no tienen respuesta: "El ser humano está definido por muchas situaciones paradójicas: tenemos cuerpo y espíritu, vivimos pero vamos a morir. Hay toda clase de antagonismos que no son realmente comprensibles, pero que definen nuestro ser", añade. Sus fotografías son, pues, un decálogo de retratos psicológicos, ya sean modelos o soldados, peregrinos o monjes, templos asiáticos o iglesias góticas, rascacielos o catedrales.
Toda la obra de Roland Fischer trata de las personas y del mundo que las rodea. El propio artista lo explica hablando de las reglas básicas de la arquitectura gótica clásica: "Lo que se ve desde el exterior debe reflejar lo que encontramos en el interior, y viceversa. La transparencia y la transición de un extremo a otro son muy importantes para mí. Simbolizan la diferencia".