Jorge Galindo (izquierda) y Julian Schnabel

Es una de las parejas artísticas de la temporada. Nunca habían expuesto juntos pero la combinación es perfecta. La galerista Soledad Lorenzo ha elegido a Julian Schnabel y Jorge Galindo, dos grandes de la pintura, para inaugurar, el próximo día 13 de septiembre, el ciclo de exposiciones que viene a celebrar el 25 aniversario de su galería. Hemos hablado con ellos de arte e influencias, de Picasso y de Goya. De pintura.

Son dos artistas unidos por la pintura, por Pollock, por Rauschenberg, por Picasso. Barrocos, excesivos, amantes de los grandes formatos, de los collages, de las fotografías pintadas y de los objetos encontrados. Julian Schnabel (Nueva York, 1951) y Jorge Galindo (Madrid, 1965) tienen mucho en común. No podía haber mejor pareja entre los artistas que Soledad Lorenzo quiere reunir a lo largo de la temporada 2011-2012 para celebrar los 25 años de su galería. Por eso ellos inauguran la temporada. Y lo hacen con una exposición de obras últimas que juegan con la memoria y con la fotografía de época como fondo. Con ellos hablamos días antes de que aterricen en Madrid para empezar a montar. A Schnabel lo encontramos en Nueva York, todavía recuperándose del paso del huracán Irene por la costa este de Estados Unidos. Su entorno no ha sufrido problemas graves pero ha estado incomunicado un par de días. Jorge Galindo apura las vacaciones en su casa de Borox, Toledo, a donde regresa, siempre que puede, desde su estudio londinense.



Se conocieron en 1991 en un seminario que Schnabel impartía en el Círculo de Bellas Artes. Poco antes, en 1988, había expuesto en España, en el Cuartel del Carmen de Sevilla. "Aquella exposición fue, junto con la de Cy Twombly en el Palacio de Velázquez, una de las que más me impactaron en aquella época. Tendría veintipocos años. Luego tuve la suerte de conocerle personalmente en los talleres del Círculo", explica Galindo. "Schnabel siempre ha sido muy generoso con los artistas jóvenes". Son amigos desde entonces. Pero es ahora, veinte años y muchas exposiciones después, cuando se encuentran por primera vez juntos en una galería, con sus obras colgadas sobre las mismas paredes, de igual a igual. "Conozco bien el trabajo de Jorge y sé exactamente lo que va a mostrar en la galería; además, vamos a montar juntos", dice Schnabel. Ambos coinciden en que esta muestra va a ser un diálogo entre dos amigos. Es algo más que una exposición en un espacio compartido. Estuvieron juntos en Londres, antes del verano, seleccionando las piezas y viendo cómo podían encajar unas con otras. Aunque Schnabel no quiere dar demasiados detalles sobre su proyecto en Soledad Lorenzo, sí sabemos que la mayoría de las piezas son de reciente producción y que ha utilizado la fotografía como base de los óleos más nuevos. Imágenes en blanco y negro intervenidas y mapas pintados que componen un particular atlas de la memoria.



Fotos y discos viejos

También las fotografías antiguas, esta vez desnudos femeninos, son la esencia de las piezas que presenta Galindo. La obra principal es un gran políptico formado por 2.000 fotomontajes sobre portadas de viejos discos de vinilo. "Es la serie más ambiciosa que he realizado con fotomontaje hasta el momento", confiesa el artista. Schnabel está de acuerdo: "Los fotomontajes de Jorge son el núcleo de su obra. Galindo es un cronista de la historia de España, de su imaginario popular, de la alta y la baja cultura", dice el neoyorquino. "Es un pintor con mucho talento -añade-. Tiene un modo muy mental de entender la pintura y de cómo aplicarla. Es un pintor compulsivo".



"Pienso que nos une un mismo objetivo como pintores: crear emociones", asegura Galindo. "A los dos nos gustan las cosas viejas y el exceso, para dar a nuestro trabajo un sentido teatral y dramático. Schnabel es el pintor más libre y sincero que conozco. Si tuviera que elegir una palabra para definir su obra sería poderosa". Efectivamente, la abstracción, el collage, el objeto encontrado, la pintura expandida, la "objetualidad física del cuadro", como dice Galindo, son características compartidas por los dos artistas: "Decía Matisse que evitar influencias de otros pintores es una cobardía y una falta de sinceridad, lo que tienes que hacer es saber dominarlas". A lo que Schnabel añade: "Cualquiera que pinta va a influir en otros pintores. El arte proviene de la vida... si no hay nadie que te influya antes". Lo que les lleva a hablar, también, de la fuerza irresistible de Picasso. "De Picasso aprendes siempre cosas a medida que estás preparado para asimilarlas y el misterio de Picasso es lo que imaginas que te falta por descubrir. Algo parecido ocurre también con Goya. La pintura más radical y arriesgada que vi la temporada pasada en Londres, fue en la exposición Picasso, los años mediterráneos en Gagosian. La pintura es una religión y Picasso es Dios", asegura Galindo. También Schnabel reconoce que Buñuel, Goya y Picasso son algunas de sus principales influencias. España en general es referencia importante en su obra: "Goya en particular ha sido muy importante para mí. Soy un enorme admirador de Luis Buñuel. El español como lenguaje y como sentimiento es parte de mi vida. Estuve viviendo en la frontera mexicana y en México, he estado casado con una española y tengo hijos españoles. España es parte de lo que soy".



Reinventar la pintura

Y ya mirando al futuro, Galindo toma la palabra y va más allá a la hora de explicar cómo y dónde la pintura debe reinventarse a sí misma constantemente: "La pintura debe explorar contradicciones, diferentes caminos y puntos de vista para reinventarse. En mi pintura, como en el cuento de Borges El jardín de senderos que se bifurcan, todo está articulado en una trama que abarca todas las posibilidades y todas las maneras de pintar y materiales que utilizo. Claro que tengo dudas pero me gusta tener la impresión, cada vez que pinto, de que es la primera vez", explica.



La cara más mediática

Schnabel trabaja con 34 galerías e instituciones internacionales, entre las que se encuentran las prestigiosas Pace Galley de Nueva York, Gagosian o Bruno Bischofberger en Suiza. Su obra forma parte de la colecciones del Metropolitan, el MoMA o el Whitney de Nueva York, el Pompidou de París o nuestro Reina Sofía. En España le hemos visto esta pasada primavera en el Centro Niemeyer de Avilés donde ha expuesto su serie de Polaroids de gran formato que sigue itinerando por Europa, aunque no exponía aquí sus pinturas desde la exposición de 2007 en San Sebastián, en Tabacalera. Coincide esta muestra en Madrid con una importante retrospectiva, comisariada por Norman Rosenthal, que todavía se puede ver en el Museo Correr de Venecia.



Todo esto, unido a su faceta de director de cine, que le ha convertido en una de las caras famosas en premiers y festivales, da idea clara de la presencia mediática de Schnabel. De sus dos vertientes creativas afirma: "Soy un contador de historias tanto si ruedo una película como si realizo pinturas. Son parte del mismo proceso. Mi pintura obviamente ha influido en mis películas. Pero en primer y más importante lugar soy un pintor. Luego, yo mismo me sorprendí al convertirme en director". La mayor diferencia, dice el artista, cuando se enfrenta a uno u otro formato, radica en la audiencia: "Es el espectador lo que diferencia el arte del cine".



Mientras, Galindo es uno de los pintores más valorados en España. Las colecciones del MUSAC de León, el Patio Herreriano de Valladolid o la Fundación ‘la Caixa' tienen obra suya. Y quizá para darle a su carrera un mayor impulso internacional, se trasladó a Londres hace un año y medio. "En España se desprecia el arte contemporáneo. Éste es el problema, agravado ahora por la crisis. La supervivencia es muy difícil porque aquí el artista es el eslabón más desprotegido y frágil de la cadena de lo que llamamos mundo del arte y la compra de arte en este país no tiene incentivos, ni siquiera un IVA cultural. Y no sé para qué sirven instituciones como el Ministerio de Cultura, cuya reacción en estos momentos está demostrando ser tan inútil como ineficaz". Así de tajante se muestra el pintor madrileño, que asegura que en Londres "encuentras estímulos por todas partes, a veces demasiados".