Alighiero Boetti: Mappa, 1971-72
Alighiero Boetti (Turín, 1940-Roma 1994) fue un tipo intuitivo y curioso, amante de las clasificaciones, de las felices coincidencias del azar y de los juegos de palabras, ya fueran adivinanzas, palíndromos, proverbios o retruécanos, que siempre leía bajo un enfoque poético. Su mayor objetivo era jugar con el destino, donde nunca había regla alguna, aunque su estrategia de juego era sólo un punto de partida: el resto lo debe poner el público que acepte el reto de introducirse en su obra.A ello invita esta magnífica exposición organizada conjuntamente por el Museo Reina Sofía, la Tate Modern de Londres y el MoMA de Nueva York. Es la mayor retrospectiva en torno al artista italiano que se ha organizado hasta el momento y la primera exposición que sobre él se realiza en España. Alrededor de 150 obras componen un recorrido por toda su trayectoria artística, desde 1966 hasta su temprana muerte en 1994. Hay cesiones de importantes instituciones italianas, como la Galleria Nazionale d'Arte Moderna e Contemporanea de Roma, y préstamos del Dallas Museum of Art o el Museum für Moderne Kunst de Frankfurt. Al esfuerzo de recopilación, los tres comisarios aportan, además, un cuidado y completo estudio: Lynne Cooke trabajó con el artista en su último año de vida en una exposición en el Dia Center for Arts de Nueva York; Mark Godfrey (Tate) acaba de concluir una monografía sobre el artista y, antes de la exposición, Christian Rattemeyer (MoMA) terminó un libro que analizaba el papel de Boetti en la mítica muestra When Attitudes Become Form, comisariada por Harald Szeemann.
"Su obra tiene algo de provisional, se resiste a las lecturas más convencionales, huye de las categorías y las normas. Boetti siempre escapó de las etiquetas. No hay una línea conductora ni un significado cerrado. De ahí que la exposición parezca una colectiva", explica Manuel Borja-Villel, director del museo. Pese a la multifacética carrera de Boetti, algunos temas comunes coinciden en las diferentes salas de la tercera planta del Reina Sofía: el tiempo y su devenir, la singularidad y la dualidad, la plenitud y la diferencia, el orden y el desorden, lo familiar y lo desconocido.
Su rechazo del artificio, su inclinación por los materiales cotidianos y su oposición al minimalismo pronto le unieron al movimiento de arte povera. Boetti era uno de los artistas preferidos de Germano Celant, el crítico genovés que identificó al grupo y organizó sus primeras exposiciones. Gracias a eso se convirtió en el artista povera por excelencia. Con algunos de sus míticos trabajos arranca la exposición, como Ping Pong (1966), compuesta de dos cajas que flanquean la puerta de acceso a la sala y se iluminan alternativamente; o Columna (1968), realizada con hierro y papel.
Aunque a primera vista, la obra de Boetti parecía estar en sintonía con la sensibilidad escultórica del arte povera, la de Boetti no era una obra povera típica: era lúdica y humorística y carecía de elemento metafórico. En el transcurso de 1968, el artista participó en exposiciones colectivas vinculadas al arte povera donde presentó obras que ya supusieron una ruptura con el movimiento, por poner en primer plano el humor y el deleite infantil por el juego.
Fue 1969, año en que se presentó al mundo del arte internacional con su participación en la exposición colectiva When Attitudes Become Form, un año decisivo para Boetti que marca varios itinerarios en la muestra. Fue entonces cuando realizó Territorios ocupados, un bordado en punto de cruz de 115 cm que muestra la topografía de Israel y el monte de Sinaí durante la Guerra de los Seis Días de 1967. Este bordado es la primera incursión en una serie de trabajos en los que Boetti utiliza mapas que perfilan zonas de conflicto. Precisamente a su serie Mappa, realizada entre 1971 y 1994, su trabajo más icónico, el museo dedica un espacio central en la muestra. Son bordados realizados a mano en colaboración con artesanos de Afganistán y Pakistán, países con los que Boetti mantuvo una estrecha relación y a los cuales viajaba regularmente.
En 1969 Boetti empezó otra obra, Viajes postales, una serie de cartas que enviaba a amigos utilizando direcciones inventadas, creando así una red conceptual alrededor del mundo que conectaba al artista y a sus allegados, explorando el sistema postal como medio de producción creativa. Un proceso iniciado dos años antes con el envío de Manifiesto (1967), un cartel que describe las relaciones entre los artistas del movimiento povera enviado a 50 destinatarios, y Gemelos (1968), un juego de postales que muestra a Boetti de la mano de sí mismo y que el artista envió a sus amigos. "Con esa alusión al "otro", Boetti alude a la muerte del autor que por entonces teorizaban autores como Roland Barthes, Michael Foucault o Jacques Derrida", añade Borja-Villel.
Muchas son las obras importantes que completan esta exposición, como la serie Todo, tapices de más de seis metros de ancho que constituyen una celebración de la diversidad y la diferencia. Con ellas Boetti muestra su faceta más jubilosa; los kilims, alfombras diseñadas en colaboración con estudiantes de diversas escuelas de Bellas Artes de Francia, tejidas por maestros tejedores en Pakistán; sus conocidos Aeroplanos (1978-1989) realizados a bolígrafo o acuarela u Orden y desorden (1973), un centenar de tapices elaborados con letras de colores que el artista entregaba a bordadoras para que eligieran su composición final.
Esta exposición, que inicia su recorrido en Madrid, es una de las propuestas del Museo Reina Sofía para acercarnos a la década de los 60 y 70, que coincidirá con la inauguración del tercer tramo de la Colección del museo, centrada en los años 1962-1982, y la particular visión que de esos años aportará Antoni Muntadas con su gran retrospectiva prevista el 22 de noviembre.