Marlon de Azambuja: "Me gusta participar de las cosas, como en una especie de equipo. Tengo sangre de gestor"
El artista brasileño acaba de inaugurar la exposición Gran Fachada en la galería Max Estrella de Madrid
4 noviembre, 2011 01:00Marlon de Azambuja. Fotografía: Sergio Enríquez-Nistal
A la capital llegó con más de 200 exposiciones a sus espaldas, y gran éxito local, pero "sin saber nada, ni las galerías que había ni siquiera la existencia del Reina Sofía", confiesa. "En Madrid llevaba a los bares trabajos que en Brasil estaban en colecciones de museos. Buscaba exponer y me decían que no. He tenido que tragarme le orgullo y empezar otra vez de la nada", añade. De la mano de otros artistas latinoamericanos pronto empezó a buscar su sitio: "A Carlos Bunga, coincidiendo con su primera exposición en la galería Elba Benítez, por ejemplo. Hacía cosas que me encantaban y difíciles de vender. Me pareció que era un ejemplo de que podría hacer cualquier cosa, de posibilidad. A través suyo conocí también a Carlos Garaicoa y Primoz Bizjak. Todos trabajaban sobre arquitectura, uno de mis principales intereses. La comunión con ellos fue total". Hoy no sólo tiene galería en Madrid, sino también en Roma (Furini Arte Contemporáneo, Chile (González y González) y Brasil (Zilda Fraletti en Curitiva), ejerce como comisario (de hecho para marzo presentará un proyecto en la galería Max Estrella) y es la cara visible de OTR Espacio, sede de la Colección López y Trujillo. "Me gusta participar de las cosas, como en una especie de equipo. Tengo sangre de gestor. Me gusta trabajar mucho y siempre en vorágine", añade.
Su agenda da fe de ello: inaugura hoy en la galería Max Estrella, al día siguiente se va a Ecuador, de ahí a Italia y luego a Canariasl. A mediados de noviembre participa en su país natal en la exposición Nueva escultura brasileña. Un mes más tarde, el 16 de diciembre, será el encargado de transformar la entrada de la sede de la Ciudad de la Cultura, en Galicia para "vivir un momento sensorial del color", dice. Para 2012 suma y sigue. Probablemente participará en la Bienal de la Habana y en un proyecto en el Instituto Cervantes al hilo de la Bienal de Sâo Paulo.
Cáscaras y museos
Su primera exposición en la galería madrileña también tiene que ver con el espacio y nuestra relación con él. Aborda sus investigaciones sobre las instituciones del arte contemporáneo, tanto su parte arquitectónica como su lado editorial. Se titula Gran fachada y deriva del dibujo de la visión trasera de una casa, con una gran fachada y una casa adosada. También con Intención de panorama, un trabajo con 49 fotografías de galerías de Madrid en las que criticaba las convenciones en el montaje de las obras de arte cubriendo con líneas paralelas de rotulador negro todo lo que no fuera los ángulos de las habitaciones y de las obras expuestas. Lejos del cubo blanco, los espacios artísticos son grandes manchas negras, todas uniformes, casi iguales. "En las fotografías traté de anular toda la información para llegar a la esencia del espacio expositivo y las obras en ese espacio", explica.
Este nuevo trabajo, Gran fachada, reflexiona también sobre los espacios culturales y la idea de espectáculo asociado al arte. La misma técnica que había aplicado en Intención de panorama, la traslada a fotografías de museos, entre ellos el Pompidou, el Musac, la Tate o el Maxi de Roma. Tras el borrado del rotulador negro, también hay una visión crítica: "En España he visto cómo empezaban a nacer muchos museos y se descuidaba el contenido. Muchos museos son sólo una fachada. Esta exposición es una reflexión sobre lo importante de la fachada en la cultura museográfica, una cultura de la cáscara, de la gran fachada del museo".
-Crees que hay mucho desfase entre unos países y otros a la hora de proyectar un museo?
-España es particular. En Brasil el museo juega un papel diferente. Hace un año, por ejemplo, a este museo de MASP le cortaron la luz. Son problemas diferentes. Aquí se prioriza el proyecto arquitectónico pero es sorprendente que el arte al final es algo secundario. Hay anécdotas del auditorio del Museo Reina Sofía, por ejemplo, donde no entraba un piano.
-La idea de fachada está también en las jaulas con formas de museos, como el Guggenheim de Nueva York, como vemos en la exposición.
-Es una pieza que nació del mismo estímulo pero llega al espectador de otra forma. Vemos toda esta cáscara espectacular y unos pájaros dentro. Soy consciente de que la lectura más inmediata es el museo como jaula, que aprisiona el arte, aunque hay otros matices interesantes. ¿Te acercas a la pieza para ver la jaula o los pájaros? ¿Qué importancia tienen uno y otro? Ciertamente, creo que el museo puede ser una forma de aprisionamiento. En la cultura española, además, creo que todo el mundo está demasiado pendiente de la institución. Con estas obras lo que intento es realizar investigaciones que inviten al espectador a pensar ciertas cuestiones que no son muy claras en el arte contemporáneo. Para mí, que creo en el poder transformador del arte, me parece fundamental que se hable y se piense sobre cómo se da ese encuentro entre el arte y el espectador. A la conclusión que llego es que las personas aprecian y agradecen cualquier herramienta de pensamiento que se le proporcione. Lo más poderoso del arte, de hecho, es la posibilidad que ofrece para cambiar lo que pensamos.
Esta calle es mía
Marlon de Azambuja está convencido que el arte puede cambiarte la vida, aunque sea de manera mínima. Su intención, dice, es situarse en "un terreno de pequeñas cosas, esos momentos aparentemente sencillos que tenemos en nuestra relación con la ciudad. Me gusta pensar que el espacio público me pertenece, que es una extensión de mi casa". Muchas de sus instalaciones ocurren, precisamente, en la calle: "Básicamente mi trabajo de intervención urbana trata de resaltar aspectos que ya estaban presentes, pero mediante operaciones sencillas que pasan a ser mucho más evidentes. Esos aspectos, esa ciudad no vista, se puede potenciar de muchas maneras, ya sea hablando de la experiencia física que uno tiene en la calle, pero también ofreciendo pensamiento literal al que lo mira. Siempre pienso que la música está ahí, sonando todo el tiempo y lo que hago no es más que subir el volumen...".
A las voces que dicen que el mundo del arte está dominado por Latinoamérica, Marlon de Azambuja les responde con una voz igual de clara: "Tenemos esta publicidad desde hace años, que nos dice que Latinoamérica es la bomba, pero si revisas las publicaciones de artistas top del momento, no encuentras más de tres o cuatro, siempre los mismos. Dicen que Brasil es el país el futuro, pero yo lo que sé es que llamé a mi padre hace cuatro días y lo que me cuenta es que los bancos están en huelga hace un mes y correos hace 40 días. Es cierto que el mercado del arte se está ampliando cada vez más, pero todavía es muy local", explica. Esa respuesta, la traslada a otras de las piezas que pueden verse en su exposición en Max Estrella, Terremoto latino, esas publicaciones de rankings de artistas, donde las letras están tachadas de Tipp-Ex y donde todo está recortado menos los artistas latinoamericanos que se incluyen.