El retrato inédito de Diego Velázquez.
En su reciente visita a España para recibir el premio Bernardo Gálvez y presentar la Cátedra del Prado el hispanista Jonathan Brown fue tajante ante el asunto de las habituales atribuciones de obras a los grandes maestros de la pintura: "Estamos viviendo una lluvia de ellas y es un tema complejo, porque en el arte hoy todo es dinero". En efecto, de cuando en cuando la actualidad cultural se despierta con una nueva publicación en la revista internacional de turno que anuncia desde su portada el encuentro -en un sótano de un museo, en un almacén, en una universidad- de una obra de un imprescindible de la Historia del Arte. Luego todo sucede muy rápido, tan rápido que en ocasiones la pieza hallada se subasta sin que ninguna voz autorizada, o al menos no lo suficiente, reconozca la auténtica autoría.Es lo que ha sucedido con una de las pinturas de hallazgo más reciente. Tras el famoso Retrato de un hombre, descubierto y expuesto en el Metropolitan y tras el revuelo informativo que causó La educación de la virgen, encontrada y certificada por John Marciari, el turno le llegó a otro retrato supuestamente firmado por el autor de Las Meninas. Antes de que haya habido acuerdo en la comunidad artística, la obra se ha vendido miércoles en la casa Bonhams de Londres por 3,5 millones de euros, cifra más bien baja en el caso de que la perteneciera, efectivamente, a Velázquez.
Hace un año, su valor era diez mil veces menor (350 euros) porque se atribuía a otro autor, Matthew Shepperson, un pintor británico del siglo XIX. La obra iba a ser subastada en agosto de 2010, pero Bonhams sospechó que la pintura era de otro pintor diferente, por lo que la hizo analizar. Después de estudiarla a través de rayos X, Peter Cherry, profesor de Historia del Arte del Trinity College de Dublín, determinó que el cuadro había salido de la mano del sevillano.
Cherry, que según Bonhams es "una de las primeras autoridades del mundo sobre Velázquez y su escuela", asegura que el retrato, que tiene unas dimensiones de 39 por 47 centímetros, fue pintado entre 1631 y 1634, cuando el artista se encontraba en Italia o poco después de regresar a España. No se conoce la identidad del retratado, pero se cree que podría tratarse de Juan Mateos, maestro de Felipe IV.
El comprador del cuadro ha sido Alfred Bader, un coleccionista y galerista de Milwaukee (Winsconsin, Estados Unidos). El vicepresidente de la galería, David Bader, estuvo presente en la subasta. En su nombre, su agente Otto Naumann, que consideró la compra "la ganga de la década". Con esta adquisición, crece ligeramente la pequeña parte del centenar de obras atribuidas a Velázquez que se encuentra en manos privadas.
No obstante, hay voces autorizadas que aún no se han pronunciado sobre la autoría. Es el caso de Jonathan Brown, quien en entrevista con elcultural.es, afirmó: "Un trocito de un velázquez vale hoy infinitamente más de lo que el rey pagó por Las Meninas en su día. Al entrar en el mercado, todo cambia, hay un gran afán de certificar la autenticidad. Pero la duda es muy poderosa y puede tener un efecto muy importante sobre el valor de un cuadro. No es algo que se deba hacer a la ligera". Con todo, la última palabra en estos temas suele tenerla el Prado. Según la página de Internet de Bonhams, la autoría de Velázquez ha sido confirmada también por la jefa del servicio técnico de la pinacoteca madrileña y responsable de las investigaciones sobre el artista sevillano, Carmen Garrido.