Image: El Hermitage se queda en el Prado hasta el 8 de abril

Image: El Hermitage se queda en el Prado hasta el 8 de abril

Arte

El Hermitage se queda en el Prado hasta el 8 de abril

El director del museo ruso quiere alcanzar las 600.000 visitas que tuvo la exposición de la pinacoteca madrileña en San Petersburgo

1 marzo, 2012 01:00

Mikhail Piotrovsky, director del Museo del Hermitage.Foto: Sergio González

El director del Museo del Hermitage, Mikhail Piotrovsky, visitó hoy la exposición que ha traído por unos meses al Prado una amplia selección de obras de las colecciones del museo ruso, como contrapartida a la que hizo lo propio con importantes piezas del Prado, que viajaron a San Petersburgo hace un año. El director adjunto de conservación de la pinacoteca madrileña, Gabriele Finaldi, responsable de aquélla y muy involucrado en ésta, acompañó a Piotrovsky y al director del Prado, Miguel Zugaza, en una visita ante los medios en la que aprovecharon para hacer el anuncio que todos esperaban: la prórroga de la exposición, cuya clausura estaba prevista para el 25 de marzo y que tras un acuerdo se prolongará por dos semanas más, hasta el 8 de abril. "La exposición El Prado en el Hermitage atrajo a 600.000 visitantes en tres meses. Aquí vamos por 400.000, y queremos igualar ambas cifras", explicó Piotrovsky.

Aún sorprendido por aquel récord de visitantes, Piotrovsky aseguró que "el pueblo ruso lleva al Prado en el corazón", y añadió: "No sé por qué, creo que es porque ambos museos se parecen mucho en su afán de comprensión cultural mutua". Asimismo, dijo que ambas exposiciones, enmarcadas en el Año Dual España-Rusia 2011 son fruto de años de colaboración. "Siempre hemos tenido muy buenas relaciones. Hace quince años vine al Prado a dar mi primera conferencia".

Tanto para el Prado como para el Hermitage, esta doble exposición ha supuesto el préstamo de piezas más importante que ambos museos han hecho jamás y el fortalecimiento de los lazos que los unen. "Ahora nos toca pensar qué otros proyectos conjuntos podemos emprender que estén a la altura de éste", confesó Piotrovsky.

En los primeros tramos de esta exposición que explica "la historia cultural y política de Rusia", Piotrovsky glosó la figura de Pedro I, Catalina la Grande y Nicolás I, tres monarcas estrechamente ligados al museo. El zar Pedro I el Grande, que reinó entre 1682 y 1725, fue el fundador de la ciudad de San Petersburgo y de la kunstkámera o "sala de las maravillas", antecedente del museo del Hermitage y cuyas colecciones pasarían a formar parte del mismo tras su apertura. Su nieta política, Catalina la Grande (r. 1762-1796), "era alemana, pero se hizo rusa y de hecho fue la más rusa de todos los zares, la madre del imperio", aseguró Piotrovsky. "Catalina decía que un país debe tener tres cosas que demuestren su grandeza: un buen ejército, una buena economía y una buena colección museística". Y así lo demostró, coleccionando un importante número de obras de arte procedentes de toda Europa con las que llenó el recién construido Palacio de Invierno que convirtió en su residencia. Su nieto, Nicolás I, abrió el museo al público en 1852 con la construcción del Nuevo Hermitage, obra del arquitecto Leo von Klenze, y le dio su carácter de museo universal, enciclopédico. "No era un zar disciplinado, no le gustaba la historia, pero amaba las artes", explicó el director del museo.

Junto a los grandes retratos de cuerpo entero de estos tres zares que abren la muestra, se exhiben unas sillas bañadas en oro encargadas por Nicolás I. "Los visitantes del museo podían sentarse en ellas, así que tras su restauración las hemos vuelto a poner para uso del público", explicó Piotrovsky.

El primer espacio de la exposición lo pueblan una serie de paisajes de estilo barroco de San Petersburgo. En uno de ellos se ve el color amarillo original del Palacio de Invierno, sede principal del museo. "Durante muchos años ha estado pintado de verde, y nosotros queríamos volver al color original. Hicimos una votación y el público quería conservar el verde, así que con cada restauración vamos aclarando poco a poco el color hacia el amarillo para que no se note el cambio", bromeó Piotrovsky. Otra serie de cuadros muestran las dependencias del palacio. En referencia a una de ellas, la rotonda, el director del Hermitage comentó: "Las salas son un monumento en sí mismas, así que a menudo nos vemos en el dilema de si debemos o no exponer en ellas".

El respeto y el buen gusto

Piotrovsky alabó en repetidas ocasiones el buen gusto de los tres zares mencionados a la hora de adquirir piezas para el Hermitage. A su paso por la sección "El oro de los nómadas de Eurasia" y "El oro de los griegos", Piotrovsky destacó que Pedro el Grande "compró, en lugar de confiscar", las piezas de oro de procedencia helénica que se encontraron en varios asentamientos del Mar Negro. Tras esos hallazgos, que incluyen un valioso peine con una escena de batalla del siglo V a.C., no volvió a encontrarse nada parecido en la zona, lo que demuestra "la importancia de tomar las decisiones adecuadas en el momento adecuado" en el mundo del coleccionismo. Así, Piotrovsky recordó que las piezas griegas que posee el Hermitage proceden de colonias rusas, por lo que el pueblo ruso es su legítimo dueño: "Nosotros no robamos nada del Partenón", apostilló.

Tras felicitar al Museo del Prado por el reciente hallazgo de la "gemela" de la Gioconda, Piotrovsky destacó la importancia de la restauración: "Gracias a esa importante labor cada cinco años descubrimos algo nuevo en el Hermitage".

Además de las explicaciones de carácter histórico y artístico, Piotrovsky comentó varias anécdotas políticas. Ante el San Sebastián de Tiziano, recordó cómo se truncó hace años un préstamo del cuadro a la National Gallery de Londres porque no garantizaban el retorno de la obra. "En aquella época el gobierno ruso debía mucho dinero a otros países y una manera de cobrar las deudas era confiscando las obras que se prestaban al exterior. Gracias a nuestras presiones conseguimos cambiar la ley internacional para garantizar la inmunidad de confiscación".

La segunda mitad de la exposición muestra las colecciones privadas de los empresarios moscovitas Serguéi Schukin (1854-1936) e Iván Morózov (1871-1912), de las que proceden la mayoría de las obras pictóricas del siglo XIX y principios del XX que posee el Hermitage, entre las que abundan cuadros de Matisse -Juego de bolas, Conversación-, Gauguin - Te avae no Maria (El mes de María)- y Picasso -La bebedora de absenta, Niño con un perro, Mujer sentada-. Estas importantes colecciones fueron nacionalizadas tras la revolución de 1917, proporcionando al museo 400 obras nuevas.

Piotrovsky, que felicitó a los responsables de la exposición por la disposición y la iluminación de las obras, señaló que las relaciones entre las instituciones artísticas son muy beneficiosas porque "los museos son como las personas y necesitan crear entre ellas un clima de empatía".