Hans-Ulrich Obrist durante su conferencia.

Se ha celebrado este fin de semana en el Emirato Árabe de Sharjah la quinta edición de los March Meetings, unas jornadas que vienen concentrando la atención de la comunidad artística internacional con un trufado programa de conferencias y exposiciones que coinciden, además, con las ferias de diseño y arte de Dubai, otro Emirato que no quiere quedarse a la zaga en su empeño por convertirse en centro económico y cultural de la región. Sharjah se encuentra preparando su undécima bienal (será en 2013 bajo la dirección de la Chief Curator del Museo de Arte Contemporáneo de Tokyo, Yuko Hasegawa), que está ya firmemente situada en el circuito internacional de bienales de arte. Pero la ambición no se limita a su bienal sino que año tras año consigue con éxito atraer a las grandes figuras del arte, la teoría y el comisariado internacional a sus jornadas, contribuyendo a consolidar un contexto cultural que crece a una velocidad de vértigo.



Sharjah Art Foundation, el motor de todas estas iniciativas, ha sido y es el catalizador de un importante programa de residencias que ha apoyado la formación de artistas y la producción de ambiciosos proyectos artísticos. Esta es la idea que sobrevuela las jornadas de este año, "Trabajar con artistas y audiencias en producciones y residencias", en las que se aborda un asunto crucial: cómo se hace el arte, cuáles son los recursos económicos, políticos y sociales que determinan la posibilidad de hacer arte en el furor globalizado de nuestros días.



El dilema eterno entre lo local y lo global

La dialéctica local/global estuvo desde el principio presente en las jornadas, con una ponencia introductoria en la que se trató el asunto de la diplomacia cultural que, como se vio, resulta más que vidrioso. Enfocado, supuestamente, para una más fluida relación geopolítica entre las naciones, derivó pronto hacia la constatación del dislate en el que se ha tornado todo esfuerzo. William Wells, que dirige un pequeño centro en una zona de clase baja en El Cairo, atacaba, por desinformada y oportunista, la "desastrosa" política cultural estadounidense a la hora de tejer puentes entre su país y el mundo árabe a través de su forzada presencia en una edición reciente de la Bienal de la capital egipcia. Jude Kelly, directora artística del Southbank Art Center, el centro cultural más grande del Reino Unido, concluía categóricamente que la diplomacia cultural "no era un ejercicio 'cultural' en el que primaran los intereses artísticos sino un esfuerzo simplista y encubierto para extender y fortalecer el poder de los gobiernos y los bancos". Y no dudó en sugerir a los artistas la necesidad de no plegarse a los intereses de unos y otros.



Una de las ponencias más esperadas era la dirigida a desgranar el asunto de las "residencias y la producción en el ámbito institucional", de la que formaban parte pesos pesados como el ubicuo Hans-Ulrich Obrist, Beatrix Ruf (directora de la Kunsthalle de Zurich), Susanne Pfeffer (KunstWerke de Berlín), Eungie Joo (New Museum) y moderada por Judith Greer, que es quien parte el bacalao en las relaciones internacionales de Sharjah Art Foundation. Esto de las conferencias, tan extendido en todos los ámbitos, es un género en sí mismo. Y a tenor de lo que se ve, al menos en el ámbito artístico, parece insólito que los ponentes encuentren tantas dificultades para centrarse de un modo objetivo en la cuestión a tratar antes de pasar a consideraciones más subjetivas, cuando no a deleitarse en el placentero autobombo. La ponencia resultó algo decepcionante, tratándose, además, de un asunto tan relevante como el papel que juegan las instituciones en la producción de proyectos, la posible regulación con carácter internacional de las condiciones bajo las que éstos se realizan y, sobre todo, la relación entre institución, artista y mercado, algo vidriosa cuando se habla de "producción".



Desde un perfil más bajo

También se abordaron contextos de residencia y organizaciones curatoriales más reducidos, asociaciones de escala menor que realizan un trabajo alejado de la esfera institucional y que encuentra, por tanto, mayor facilidad para incidir en los tejidos sociales y culturales del contexto en que se mueven. Latitudes, formado por Mariana Cánepa Luna y Max Andrews, afincados en Barcelona y muy activos tanto en nuestro país como en el ámbito europeo, es una "oficina curatorial", que no tiene espacio y que realiza proyectos específicos que trascienden el formato de exposición. Para ellos, la actividad de comisariado implica un sentido de la producción desde una posición flexible y decididamente orgánica, que puede materializarse en la publicación de periódicos o la organización de conferencias, como pudimos ver en The Dutch Assembly en la pasada edición de ARCO.



En el ámbito de la residencia de formato más contenido, Adam Sutherland, de Grizedale Arts, lleva un programa que sí tiene espacio, una granja en el noroeste de Inglaterra. A pesar de la escala aparentemente pequeña del proyecto, hay habitualmente hasta 60 personas implicadas en el conjunto de las actividades que propone, centradas en la reactivación, a través del arte, de la esfera rural y de la explotación de su riqueza y complejidad. Éstas se realizan desde una perspectiva temporal más laxa, sin la urgencia de la ciudad y la presión que impone la exigencia de lo novedoso, siguiendo los tempos de la naturaleza, más lentos. Los artistas que pasan por Grizedale Arts suelen estar vinculados durante años.



¿Nomadismo?

En un contexto como el de Sharjah, que quiere liderar la escena de arte contemporáneo en el mundo árabe, una región en la que la Diáspora ha sido un asunto central, no podía falta una mención a la idea de nomadismo, que suscitó, además, opiniones divergentes. ¿Es el artista alguien nómada en el mundo contemporáneo? ¿Es simplemente un agente dinámico? La palestina Basma Al Sharif apuntó: "Mi vida es una residencia. Vivo donde trabajo". Es un tema absolutamente crucial en la vida del creador contemporáneo, que cuando no está disfrutando de una residencia está pasando un tiempo determinado investigando cuestiones in situ, férreamente apegado al lugar. Ziad Antar, en su divertida y desenfadada intervención, se preguntaba sobre el sentido de verse obligado a satisfacer las exigencias burocráticas de las instituciones que otorgan residencias e "hipotecar" su estadía por plantear un proyecto que, a la postre, pueda no ser realizado porque la experiencia de la realidad del lugar, desconocida hasta entonces, suscite otras inquietudes.



Otro de los asuntos importantes fue el dedicado a las Bienales como patrocinadores de proyectos. Yuko Hasegawa, directora del Museo de Arte Contemporáneo de Tokyo y comisaria de la próxima Bienal de Sharjah, apuntaba la importanca de las bienales como generadoras de un indispensable espacio social. Paul Domela, de la Bienal de Liverpool, habló del interesante asunto de la propiedad de las piezas que se producen para la ciudad y cómo éstas logran generar un cierto sentido de la comunidad.



Eungie Joo (New Museum) y William Wells (Townhouse Gallery, El Cairo) debatieron sobre "Museum as Hub", una iniciativa que nació hace 5 años y que trata de explorar las relaciones entre la institución y la práctica curatorial. Es un proyecto que, como afirmaba Joo, ha logrado tener el suficiente dinamismo para ceñirse a la realidad social y cultural del lugar. El proyecto fue formado en 2006 por el New Museum, El Museo Tamayo de Ciudad de México, la Townhouse Gallery de El Cairo, el Insa Art Space de Seúl y el Van Abbemuseum de Eindhoven. De nuevo, la exposiciones suelen ser lo de menos...



Espacios y públicos

Ya el último día, en una mesa moderada por el comisario del PS1 Peter Eleey, se evaluó el asunto del arte en el espacio público, una práctica que, como avanzaba Eleey refiriéndose a su contexto, Nueva York, había tenido una gran importancia en los años 80 y 90 pero que, de alguna manera, había perdido aquel empuje en nuestros días, posiblemente por el perfil menos politizado del arte realizado hoy. Insinuaba, sin embargo, que el asunto de arte y la intervención públicos en Oriente Medio, sí juega hoy un papel extraordinariamente relevante, alentado por la compleja situación política de la región. En sus interesantes intervenciones, una representante del gobierno de Bahrein y un profesor de una universidad palestina, daban cuenta de sus respectivas iniciativas. En el caso de Bahrein, Noura Al-Sayeh explicaba que aquéllas eran las primeras tentativas en el ámbito de la intervención pública en el país. La intención, por tanto, era que el ciudadano se parara a pensar qué era eso tan complejo que se denominaba "espacio público". El profesor Yazid Anani se detuvo ante una serie de intervenciones de la artista Emily Jacir en Ramala, en las que se jugaba con estrategias publicitarias para repensar el urbanismo y, sobre todo, los mecanismos de recepción de la ciudadanía.



Cerraron así las jornadas que por quinto año vienen dando lustre a las ambiciones de Sharjah de convertirse en capital de las artes de la región. La idea es, por supuesto, extraordinaria pero la ambición es tal vez excesiva. Son muchos los temas a tratar, muchos los ponentes, y las jornadas son maratonianas. Tal vez una mayor concreción en los asuntos a abordar y algo más de tiempo y profundidad en el enfoque de cada uno de ellos serían recomendables. Y, sobre todo, es necesaria la activación de los mecanismos que incidan en la interacción con la audiencia y con el tejido social en un plano más general. El terreno es fértil, pero no hay que olvidar que todo es muy nuevo. No sería conveniente que se empezara la casa por el tejado. Eso lo sabemos muy bien en España.