Sharon Lockhart



La obra de Sharon Lockhart es una de las más significativas en el panorama del arte contemporáneo, y sólo se había mostrado con anterioridad en España, en la Sala Rekalde (Bilbao) en el 2005. Ahora la podremos ver en EACC de Castellón, con la exposición Double Tide (Doble marea), uno de sus proyectos recientes que presentó en premiere en 2009 en el MoMA. Aprovechamos la visita de la artista para charlar con ella.



Siente pasión por la investigación, por la observación minuciosa de lo cotidiano y por el estudio a partir de las vivencias, los viajes y las costumbres. Sharon Lockhart (Norwood, Massachusetts, 1964) es una de esas artistas medio antropólogas que vive fascinada con las relaciones interpersonales y con aprender escuchando historias. Explica que decidió dedicarse al arte a eso de los 22 y, que si no fuera artista, le gustaría ser escritora de biografía, relatar la vida de otros, aunque eso hace de algún modo en sus obras. También están llenas de huellas.



Las de su historia aparecen con un simple vistazo a su estudio de Los Ángeles, donde vive desde hace años. En una de las paredes, junto a un póster de Lawrence Weiner y un still de Paper Moon, la película de Bogdanovich con Tatum O'Neal, vemos una impresión de Sister Corita Kent, conocida por sus grabados activistas de texto e imagen durante los 60 y 70, en la que puede leerse: Gente como nosotros, sí y, a la derecha, Workpower. El mensaje no es gratuito y sobrevuela como si fuera un lema. Lockhart explica por qué: "yo no procedo de una familia de artistas en el sentido tradicional. Vengo de la clase trabajadora, de un pueblo pequeño en Inglaterra. No fui a un museo de arte hasta que tenía los veinte, pero mi contexto familiar tiene mucho que ver con lo que hago y por qué lo hago".



Lo que hace responde a ese interés por los procesos de trabajo y de organización laboral. De hecho, sus obras son búsquedas por reflejar otras maneras de trabajar, con las que poner en cuestión no sólo nuestra certeza sobre lo que nos es inmediato, sino también nuestra posición como espectadores de realidades ajenas. "El arte da la oportunidad de volver a ordenar los elementos del mundo visual que te rodean, así como las relaciones interpersonales de una manera autoreflexiva y productiva", explica. "Los artistas somos algo así como creadores de experiencias que permiten al espectador descubrir nuevas maneras de ver el mundo y ubicarse en ellas".





Sharon Lockhart siempre está observando imágenes y sacándolas de su contexto. Liberadas de parte de su bagaje proponen estructuras y significados que hasta entonces habían sido eclipsados. Apenas dibuja, dice: "Recopilo imágenes con las que más tarde trabajo en mis fotografías. Mi trabajo se inicia en la investigación. Me dedico a ella constantemente, hablando con toda la gente que me sea posible. De algún modo, mis obras nacen del diálogo de las imágenes que encuentro y la gente con la que trabajo. Luego, generalmente, las ideas estallan en mi cabeza", explica.







Double Tide (2009)



La chispa que la llevó al proyecto Double Tide (Marea doble), que ahora presenta en el EACC de Castellón nació en 2009, justo al acabar Lunch Break (2008): una película de un único plano secuencia de 83 minutos, donde la cámara avanza muy lentamente dejando atrás a los distintos trabajadores de una fábrica de astilleros de Bath Iron Works, en el estado de Maine, que realizan las acciones más cotidianas e intrascendentes: comer, leer o conversar. Detrás de esta aparente simpleza y trivialidad se encuentra un acto de denuncia política y social: Lochkart es consciente de que para las empresas el descanso de sus trabajadores supone un descenso de productividad y, por lo tanto, de ganancias. La artista decidió grabar justo ese momento de tregua en las labores productivas, después de estar más de un año siguiendo las actividades de los empleados de la fábrica.



Sharon confiesa que "pese a dedicar mucho tiempo a investigar, planificar y crear una situación concreta, esa situación está llena de cosas que ocurren por cuenta propia". Eso mismo sucedió con Double Tide. En Maine, un pueblo de unas 200 personas, la artista tropezó la historia de Jen Casad, una recolectora de almejas del que todo el mundo le hablaba porque además, es artista. Tardó unos ocho meses en dar con ella y, cuando la conoció, descubrió que era la autora de un esbozo sobre pescadores que encontró en el pueblo y tenía colgado en su nevera. "Es una persona increíble y también muy extraña dentro de la comunidad recolectora, ya que no hay demasiadas mujeres recolectoras de almejas en este tipo de industria. Me interesaba mucho su estilo de vida, su mezcla del trabajo al aire libre con la práctica del arte de manera precisa y lenta. Grabamos varias tomas en invierno y, más tarde, juntas, llegamos a la idea de hacer una película del momento en que sube la marea al amanecer y al atardecer durante el solsticio de verano. La simetría del proyecto, alineado con los patrones de la naturaleza, la salida del sol y de la luna, parecía perfecta. Quería crear una experiencia en la que los espectadores pudieran tener tiempo para notar eso y pensar en la idea de trabajo, naturaleza y cultura", dice.



En el EACC no sólo vemos las dos filmaciones que conforman Double Tide, sino algunos de los dibujos realizados por Jen Casad, que ofrecen otra visión de su entorno y su trabajo. Muestran retratos de otros pescadores, a veces posando con la autora, y diversas labores cotidianas. También otros dibujos de Alex Katz con nuevas escenas de recolectoras de almejas en la zona de Maine y referencias al mundo de la pesca con objetos que se utilizan en la zona de El Grao de Castellón e, incluso, una pintura de Luis Meléndez prestada por el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Sharon Lockhart suele construir una constelación de elementos que están en sintonía con el lugar donde produce la exposición. "Dado que la pesca y la relación con el océano es compartida por una buena parte de la población mundial, pensé que sería interesante incluir elementos locales, de Castellón, de esa cultura".



-¿Qué fuentes se esconden en este proyecto?

-Siempre colecciono imágenes de muy diferentes fuentes. Para los proyectos Lunch Break y Double Tide busqué en fuentes tan variadas como las películas de Hollywood, fotografías documentales de la época de la Gran Depresión, pinturas del siglo XVI al XIX y artesanía de todo tipo. Para este proyecto traté de leer toda la literatura importante sobre el trabajo y cómo funciona culturalmente en nuestra sociedad.







Lunch Break (2008)



-Ciertamente, sus obras son tan costumbristas como las de Vermeer. ¿Qué le interesa de la pintura?

-Me encanta, dedico mucho tiempo a observarla y pensar sobre ella. Sin embargo, no es algo que haga. Hay quien ve en mis fotografías y películas cuidadas construcciones de imágenes, como en las pinturas, y tal vez por eso me refiero siempre a ella. A veces, le dedicamos a la pintura un tiempo que no le damos a otras formas artísticas contemporáneas y eso es un error.



-¿Habla de esfuerzo? Porque la alusión a lo que cuesta hacer algo, es algo que vemos repetidamente en sus películas...

-En Double Tide, el trabajo es literalmente agotador. Es un trabajo duro pero, al mismo tiempo, en sintonía con la naturaleza y con un sentido de resistencia propio de los seres humanos y los animales. Hay un momento en la puesta de sol donde una gran garza azul está haciendo la misma actividad básica que Jen, y están a escasos metros de distancia uno del otro. En ocasiones, Jen se pone en pie para hacer una pausa y se da cuenta del precioso escenario que la rodea. El contraste entre el esfuerzo extremo y la falta de esfuerzo es una de las cosas definitivas de esta película. NO (2003) es una película similar, pero como va sobre agricultura parece menos culturizado. En éste se puede ver fácilmente la conexión entre el acto de cubrir el campo y el acto de pintar o crear una imagen. En Lunch Breack (2008), el trabajo en sí está fuera de la pantalla por lo que la película presenta una dicotomía diferente: la del trabajo y ocio.



-Sus películas tienen la cualidad de no quedarse en el espacio del museo y han entrado en circulación en todo tipo de festivales. Es uno de los mejores ejemplos del diálogo entre cine experimental con el mundo del arte. ¿Qué le interesa de la idea social del cine?

-En mis primeras películas, insistí mucho en que mis obras fueran proyectadas en el cine. De hecho, no veía cómo podían mostrarse en una galería. Las hice pensando en la arquitectura y el tiempo del cine. Con Pine Flat (2006) creé dos formatos diferentes de experimentar la pieza. La versión del cine tiene un intermedio y en la versión de la galería, la proyección de esta pieza se extendió durante muchos días. Para ver la pieza completa, tenías que ir en repetidas visitas. Con Lunch Breack, Exit y Double Tide, he intentado crear una arquitectura específica, junto a la firma EscherGunewardena. Tratamos de diseñar los espacios de proyección como parte integral de la exposición, no como cajas negras sino como túneles que abren la muestra. Double Tide está dividida en dos proyecciones simétricas: un amanecer y una puesta de sol. En todos los trabajos que presento en galerías y museos, quiero que los espectadores piensen que la arquitectura es una parte integrante de la pieza.



-El tiempo parece congelarse y el espacio desdibujarse. ¿Qué busca con ello?

-El tiempo y la duración son importantes para mí. Mis películas son lo suficientemente largas como para que los espectadores superen ese espacio físico que tiene delante y empiecen a vagar por el de su mente.



-Habla de concentración, percepción, experiencia psíquica, ¿dónde quiere llevarnos?

-Lo que trato es de crear una situación en la que los espectadores cuestionen lo que ven y estén tentados de concentrarse en lo que están percibiendo.



-¿En qué nuevos proyectos está trabajando?

-Estoy trabajando en un proyecto sobre la cosecha tradicional y la fabricación de aceite de semillas de calabaza en la región austriaca de Styrian.