La Gioconda del Prado
Dicho y hecho, porque la pintura de Madrid viajaba al Louvre, a la exposición centrada en la restauración de La Virgen, el Niño y Santa Ana, a finales del pasado mes de marzo. Aunque el montaje no permitió ver las dos obras enfrentadas, no había motivo para forzar este "duelo", explicó entonces el director del museo francés, Henri Loyrette. Lo cierto es que para algunos estudiosos la pieza del Prado es sin duda la hermana pequeña del original, y no precisamente por quitarle importancia, sino porque tras la restauración del Prado, la figura pintada por el discípulo de Leonardo aparenta 10 o 15 años menos que la de su maestro, que, oculta y oscurecida por capas y capas de barniz, ha visto sus rasgos envejecer peor.
La muestra de París cerraba sus puertas el 25 de junio y la Gioconda del Prado emprendía el viaje de vuelta. Pero ahora ya es una diva y su regreso no ha pasado inadvertido, a pesar de que el museo resta importancia al asunto. Desde hoy puede verse en la sala 47, muy cerca de la copia de la Trasfiguración de Rafael, en el edificio Villanueva. Una ubicación todavía temporal porque su lugar definitivo, en las salas habitualmente dedicadas a la pintura italiana, no estará disponible hasta que Rafael deje el museo madrileño, ya el próximo 16 de septiembre.