Lynne Cooke en su despacho del Reina Sofía. Fotografía: Sergio Enríquez
En julio de 2008 llegaba a Madrid para ocupar la subdirección del Museo Reina Sofía y ahora, cuatro años después, Lynne Cooke deja nuestro país para emprender nuevos retos profesionales. Su paso por España deja más de veinte exposiciones y una completa reordenación de la colección. También alguna que otra crítica. Sobre todo ello hablamos con ella.
Es una de las profesionales más importantes dedicadas al arte contemporáneo, un referente como comisaria y toda una institución en Estados Unidos. Su biografía rápidamente dice por qué. Lynne Cooke es doctora en arte por la Universidad de Londres, profesora de las universidades de Yale, Columbia, Syracuse, Londres y el Center for Curatorial Studies del Bard College de Nueva York, una de las más importantes escuelas de formación para comisarios, que en 2007 la premió con el
Award for Curatorial Excellence. Es el último de muchos otros. Ha sido comisaria de la Bienal de Venecia de 1986, directora de la de Sidney en 1996 y una de las firmas más respetadas de la crítica de arte.
Llevaba dieciocho años de trabajo como directora artística de la Dia Art Foundation de Nueva York, una de las instituciones más prestigiosas en arte contemporáneo, cuando en 2008 Manuel Borja-Villel la llamó para ofrecerle la subdirección del Museo Reina Sofía. "Fue una gran sorpresa, no lo esperaba. Al principio no lo veía claro, pero ahora me doy cuenta de que fue una decisión perfecta. El reto era trabajar en un contexto muy diferente.
En los Estados Unidos las instituciones suelen ser no gubernamentales y en el Dia trabajaba para un público más especializado.
Sabía que el trabajo en el Reina Sofía iba a ser muy distinto; se trata de una institución pública, con un enfoque mucho más amplio y una audiencia mucho más diversa", explica. Cuatro años después pone fin a su etapa en el museo para convertirse en la nueva Andrew W. Mellon Professor del centro de estudios visuales avanzados de la National Gallery of Art de Washington. Allí se incorporará el 1 de septiembre, y por dos años: "Quiero hacer más investigación en profundidad, desarrollar trabajos con un marco temporal más grande. La investigación es algo difícil de compaginar con el trabajo diario del museo. Nunca me he tomado un año sabático, así que ésta podría ser una oportunidad para ello".
Confiesa estar alegre y triste al mismo tiempo y esa misma posición equidistante transmite su mirada.
Tras su marcha le deja el relevo a João Fernandes, el hasta ahora director de la Fundación Serralves de Oporto, que ocupará su puesto a finales de año. Aunque
Lynne Cooke seguirá vinculada al museo trabajando en una de las exposiciones más esperadas, la de Cristina Iglesias en febrero de 2013. ¿Alguna pista? "Es una retrospectiva muy amplia que presenta su trabajo a través de tres décadas, desde sus primeras obras a sus últimos trabajos, que ha mostrado muy poco. Es, definitivamente, el momento de organizarle esta exposición. Además, ahora se encuentra en una fase muy fértil. Sus trabajos recientes son excepcionales. Será una oportunidad para evaluar sus logros y comparar su trabajo realizado para galerías y museos con otros comisionados para espacios públicos", explica.
Poco español y alguna crítica
Cristina Iglesias es una de las pocas artistas españolas que ha comisariado Cooke en el Reina Sofía junto a Juan Muñoz, Ibon Aranberri y Mateo Maté. Propuestas suyas fueron también las exposiciones de
Patricia Esquivias y
Paloma Polo para el programa
Fisuras. Una cuota pobre para una parte del sector artístico español que no duda en criticar su poca implicación con el contexto. Ante ello, Cooke tiene claro su papel: "
He sido invitada a trabajar en el museo por mis conocimientos en áreas específicas, como el arte americano de los 60 y el europeo de las últimas décadas. Obviamente, no soy especialista en arte español aunque sí he trabajado anteriormente con algunos artistas españoles a los que admiro mucho y he podido conocer a muchos otros aquí".
-¿Cuál cree que es la responsabilidad de un museo nacional con el arte de su país? ¿Cuál es la del Museo Reina Sofía con el arte español?
-
Si la crítica es que no hay suficiente arte español en el Reina Sofía, discrepo de ella. El mandato de este museo es presentar arte moderno y contemporáneo, tanto nacional como internacional.
Una manera importante para promover el arte español es contextualizarlo dentro de un panorama mucho más amplio, colocar la obra de artistas españoles actuales junto a la de sus colegas y predecesores. Eso enriquece nuestra comprensión de los caminos por los que los artistas españoles se mueven y participan de un discurso global al mismo tiempo que agudiza nuestra percepción sobre qué hace de su contribución algo singular y distintivo.
Dice que en Madrid se ha sentido cómoda, que ha sido bien recibida. "Había personas que ya conocía de antes. He visitado estudios, artistas y galerías, he conocido a algunos críticos... De alguna manera, parece que el arte aquí está un poco por debajo del radar".
-Después de este tiempo aquí, ¿qué opinión tiene de la escena artística española?
-España es un país donde el sentido de lo regional en el arte es muy marcado. Es habitual escuchar a artistas decir que son vascos o catalanes en lugar de españoles. Y creo que esas distinciones son reales y que tienen sentido. Existen tradiciones muy diferentes entre artistas del País Vasco, Madrid o Cataluña, por ejemplo, así como distinciones formales que hacen que se tienda más a la creación de individualidades que de un grupo. Creo que es por eso por lo que en el panorama internacional es difícil encontrar artistas españoles. Cuando buscas un ‘estilo español' te das cuenta de que no existe como tal. En general, los artistas españoles reconocidos en el exterior son personas que se han ido a vivir fuera. Es necesario irse para ser conocido internacionalmente, aunque eso no es fácil. Aquí no hay una infraestructura que te pueda lanzar fuera, y cada uno debe buscar su camino. Algo muy distinto de lo que pueden experimentar los ingleses o lo alemanes.
Lynne Cooke recuerda perfectamente la primera vez que visitó el Reina Sofía. Fue justo después de que se inaugurase y las salas estaban llenas con la colección. Para darle la vuelta la llamó Borja-Villel y ha sido parte de su cometido en todo este tiempo. "Llegué con el comienzo de la crisis económica y he visto cómo ha impactado en la esfera cultural. Las cosas han cambiado mucho en los últimos tres años y eso ha afectado a lo que se ha expuesto en el museo", señala. En cuatro años ha comisariado hasta 23 exposiciones. La primera fue Zoe Leonard, con quien había trabajado en el Dia poco antes; la última ha sido Sharon Hayes, Habla, para Cooke "el ejemplo de artista, con 40 años y que lleva 15 trabajando, que está llegando a la cumbre de su carrera, está en contacto con todo lo que está ocurriendo y trabaja duro para llevar a cabo sus proyectos".
De todas sus exposiciones, Cooke destaca Mixed Use: Manhattan que hizo junto a otro referente del arte americano, Douglas Crimp, que exploraba el territorio artístico de Nueva York de un modo nunca antes mapeado. También exposiciones individuales como la de Juan Muñoz o Alighiero Boetti, antiguos compañeros de viaje profesional. Y proyectos que rompen con los moldes tradiciones como la muestra de Rosemarie Trokel, actualmente en el museo, o la de James Castle, un artista considerado outsider.
-Y de la colección del museo, ¿qué lectura hace?
-Uno de los nuevos papeles del museo es explorar la relación con América Latina de manera muy activa y eso se ve reflejado en las colecciones. Creo que no hay ningún otro museo europeo o en ningún otro sitio que explore esa relación de la misma manera. Creo que es el principal cambio, aunque también hay un cambio de valores e ideología, reflejado en la presentación de las obras que tratan de narrar la historia de forma muy específica.
Debilidades de la colección
-Háblenos del trabajo todavía pendiente en la colección...
-Los artistas españoles de la primera mitad del siglo XX, como Picasso, son muy importantes y están muy bien representados. Partiendo de esa fuerte presencia española, hemos formado lo que podría ser la base de una exposición internacional, integrando arte español e internacional de manera muy convincente. Es mucho más difícil repetir eso con la segunda mitad del siglo XX. Por una parte, la presencia de artistas españoles no es tan dominante en el contexto internacional, al menos no al mismo nivel que en la primera mitad, pero también el coste de algunas obras abstractas contemporáneas era ya muy alto cuando comenzó el museo. Es muy difícil ponerse al día y el perfil de esta colección lo demuestra. Es inevitable que tenga debilidades, cualquier colección comenzada hace 20 años las tendría. Con el actual director hay una clara dirección para reforzar ciertos aspectos, incluir artista europeos y otros de los 60 y los 70 cuyo trabajo es relativamente asequible y está disponible. Cualquier museo que trabaje a nivel global tiene que tomar difíciles decisiones sobre lo que puede y no hacer. Es muy importante crear un programa coherente, en lugar de tratar de cubrirlo todo.
-Y en la crítica de arte en España, ¿también existen huecos?
-Dentro del periodismo y los suplementos culturales hay una sección artística muy activa, pero más allá de eso, en el mundo de la crítica no hay tantas oportunidades. Las revistas de arte están pasando una época muy difícil, y no sólo en España sino a nivel global. Hay muy pocas que resulten centrales para cualquier discusión. Siento que toda el área de la crítica y el debate sobre el arte parece estar en declive. Es importante que haya más críticos de arte de una misma generación y que los museos y universidades tengan publicaciones académicas de nivel.
-Hablando de docencia, ya que imparte clases a futuros comisarios, ¿qué consejo les daría?
-Recomendaría pasar mucho tiempo viendo obras, estudiándolas, estar al día de lo que se está creando hoy en día. Conocer la historia de las exposiciones, no sólo la historia del arte. Y crear un network con gente de tu propia generación. Se comienza siendo estudiante y tu propio grupo de compañeros puede resultar una gran fuente de conocimiento e inspiración.