El Museo de Arte Contemporáneo Gas Natural Fenosa abre hoy sus puertas a Daniel Canogar
(Madrid, 1964), y esto implica siempre un gran derroche de espacio por lo complejo de sus
instalaciones. Cables, CDs o DVDs, botellas de plástico, bombillas o demás basura tecnológica
da pie al artista para crear piezas que podrían ser en realidad metáfora de nuestro también
acelerado devenir: la rápida obsolescencia de la tecnología a pesar de que sin ella no seríamos
como somos. Recién llegado de Houston, donde acaba de presentar Waves,
una instalación permanente en un edifico del centro financiero de la ciudad, y preparando
ya el viaje a Estambul, donde la semana que viene presenta una pieza escultórica en el
Borusan Contemporary, aterriza en La Coruña para enfrentarse al final del montaje de
Quadratura, una muestra en la que repasa su relación con el mundo del celuloide
y del espectáculo, “lo que está más cerca de mi corazón”, reconoce.
Pregunta.- ¿Qué es Quadratura y qué muestra en esta exposición?
Respuesta.- Son ocho instalaciones, algunas muy grandes y otras muy pequeñas, algunas ya
han sido expuestas pero siempre individualmente, cada una por su lado, temáticamente
relacionadas, y entre todas suponen un capítulo importante de mi trabajo de los últimos tres
años. La más antigua es la cortina de bombillas (2009) que pudo verse en Matadero, en Abierto
por Obras, y que de hecho pertenece a la colección de este Museo, y las más nuevas son de
hace semanas. Se trata en todas ellas de escultorizar el cine, darle tridimensionalidad a una
serie de formatos obsoletos como el celuloide, el VHS... La perspectiva de la sala, de ver todas
estas piezas juntas me ha ayudado a modular, a acercarme a las obras.
P.- Sorprende la ausencia de figura humana en esta muestra, después Asalto,
Constelaciones o Vórtices, la muestra de la Fundación Canal...
R.- Es una evolución, es verdad que hay un distanciamiento de la figura y un creciente interés por la abstracción, me interesan cada vez más los artistas de los 60 y los 70, los que trabajan con el arte óptico como Julio Soto o Cruz Díez, los miro de forma muy diferente a través de lo
digital, de lo tecnológico. Quiero renovar un lenguaje que empezaron con enorme potencia
estos artistas quizá olvidados durante los últimos 20 años. Me mueve lo óptico, el efecto
retiniano que produce: el reducir a líneas, colores y formas geométricas estas 'quadraturas',
estos trampantojos, es lo que me permite experimentar con esta idea de efecto óptico. Lo
figurativo puede ser una distracción para este tipo de investigación. Eso sí, se trata de una
abstracción lumínica, no pictórica.
P.- ¿Revisa viejos argumentos o incorpora nuevos?
R.- Sigue estando muy presente la tecnología obsoleta, los ecos que tuvieron estos materiales,
sacarlos a la luz y darles una nueva oportunidad. Es algo que tiene que ver con la memoria,
individual y colectiva. Por ejemplo en Frecuencia proyecto sobre televisiones
analógicas 33 cartas de ajuste de todo el mundo con su típico sonido. Quiero provocar
recuerdos muy específicos, me interesa mucho la reacción del público.
P.- ¿La cacharrería de vieja tecnología sigue respondiendo a sus preguntas como artista o
siente que tiene que renovar?
R.- Sí tengo necesidad de renovar, pero la realidad es que éste es un núcleo importante en mi
trabajo, la historia de la imagen, el origen del espectáculo me apasiona.
P.- No le perdemos de vista tampoco aquí pero ¿tiene la sensación de trabajar más fuera que dentro de España?
R.- De hecho he estado casi 6 meses fuera de España. Tengo la fortuna de tener proyectos de bastante envergadura fuera de España. El de Houston ha sido un proyecto de meses. Ha sido una instalación para el atrio de un rascacielos de J.P. Morgan, en el downtown de Houston,
es una pantalla escultórica hecha con leds cuyo origen se remonta a la pieza Travesías, pero
esta es una evolución tecnológicamente muy mejorada, con unos leds flexibles que me han
fabricado en China y con los que estoy muy contento. Me van a permitir salir de la imagen
plana rectangular y darle forma escultórica a la imagen en movimiento.
P.- He visto en su web que ha colocado tres piezas permanentes en el restaurante de José Andrés en Washington.
R.- José Andrés es un importante promotor de todo lo español y no somos conscientes de lo famoso que es en estados Unidos. Renovó el restaurante de Washington, Jaleo DC, y todo se
lo ha encargado a españoles. Mías ha instalado tres cajas de luz muy grandes, una de ellas de
9 metros de largo, de las series de Ingravidez y Enredados.
P.- ¿Qué proyectos tiene en marcha?
R.- La semana que viene inauguro en Estambul una instalación en un museo dedicado a los
nuevos medios. En enero, una exposición en Suecia y después un “no proyecto”: voy a cerrar
el estudio durante dos meses y voy a encerrarme con mi equipo de trabajo. He estado dos
meses en Silicon Valley haciendo una residencia, he conectado con ingenieros y hay una serie
de proyectos en estado germinal que quiero desarrollar. Me gusta fomentar esta idea de
laboratorio entre tecnológico y artístico, que tampoco es tan diferente. 2013 será un año de
renovación.
P.- Antes de terminar, no puedo dejar de preguntarle: varios de nuestros centros y museos
están bajo amenaza de cierre, como es el caso del MARCO de Vigo o de Montehermoso en
Vitoria. ¿Cuál es el futuro de nuestro arte?
R.- Efectivamente es una cadena de dramas que se retroalimentan, que te acaban por absorber
y nos afecta a todos. Pero, por otro lado, he hecho muchos kilómetros este año y he estado
trabajando en China, Argentina, Estados Unidos y he visto que se está apoyando mucho el
arte contemporáneo. Es horrible que cierren centros pero hay que ser ágiles y saber que
el mundo es muy grande. Para mí ha sido muy refrescante salir de este pozo y ver que hay
muchos sitios en el mundo donde se abren centros y espacios nuevos. Igual es lo que toca
ahora mismo: no hay que quedarse aquí, es muy difícil irse del país, pero el mundo es muy
grande.