Rubens (derecha) realizó una copia casi exacta del Adán y Eva de Tiziano (a la izquierda). Ambos en el Museo del Prado
Y es que el Museo del Prado es una de las pocas instituciones en la que aún se pueden observar obras de arte junto a aquellas que les sirvieron de inspiración. No han corrido la misma suerte otras colecciones en las que diversos avatares históricos han provocado que gran parte de las obras hayan sido separadas de sus referentes y sólo puedan volver a encontrarse en exposiciones temporales. Muestras que, por otro lado, también aquí se han fomentado: recordemos sino cómo hablaba Manet con sus antecesores en la inolvidable Manet en el Prado (2003) o aquel trío que formaron Velázquez, Rubens y Van Dyck en 1999.
Pues bien, uno de estos encuentros maravillosos, "el más importante sin duda", dice Miguel Falomir, responsable del departamento de pintura Italiana del Museo del Prado, ha vuelto a producirse. Y es que el Adán y Eva de Rubens ha regresado a su sitio, en la Galería Central, junto al óleo del mismo título que Tiziano pintó hacia 1550. Tras un minucioso e importante proceso de restauración, que ha sido posible gracias al apoyo de la Fundación Iberdrola, la obra del artista flamenco puede contemplarse otra vez al lado de la pareja realizada por el italiano.
Adán y Eva de Rubens antes (izquierda) y después de la restauración
Pero si otras copias de Rubens son, aun con la arrolladora presencia del pintor, calcos perfectos, ésta -y ahí está también lo especial de la pieza- es la única que no es un espejo de la de Tiziano. "En el Louvre se conserva un dibujo preparatorio para una pintura exacta, pero luego lo mejoró. La interacción entre los dos personajes es perfecta -continúa Falomir- y el Adán está más mucho conseguido, lo que lleva aparejado una notable mejora de la composición. Supongo que sentía una incomodidad, algo no encajaba para él en la pintura de Tiziano y tuvo tentación de mejorarlo". Una muestra más de que la copia puede ser creativa y, desde luego en este caso, refleja la personalidad de un pintor que "siempre imprime vitalidad y una pincelada que sólo puede ser suya".
Por otro lado, para este Adán y Eva Tiziano se inspiró a su vez en los frescos de Rafael de la Stanza della Segnatura Vaticano y en el grabado de la misma temática de Alberto Durero (1504). El óleo del italiano perteneció a Antonio Pérez e ingresó en 1585 en la Colección Real. En fin, que de Durero llegamos a Rubens. "Así está construida la historia del arte, todos intentan parangonarse con un maestro precedente pero a la vez con ánimo de superarlo", añade Miguel Falomir.
Y terminamos paseando por el Museo en busca de más copias o inspiraciones. "Esta de Rubens-Tiziano es la más importante", repite el conservador. Sale a relucir El descendimiento de Van der Weyden, una de las joyas de la Colección del Prado y de la que el museo conserva una copia de Michel Coxie, un flamenco del XVI. "Felipe II encargaba copias porque se encaprichaba de una composición y quería reproducciones para colocarlas en diversas capillas o residencias". Otras veces son copias de cuadros que han salido de las Colecciones reales y de los cuales ya sólo queda el duplicado, como las dos copias de poesías de Tiziano atribuidas a Martínez del Mazo (el yerno de Velázquez) quien también copió a Rubens. Y es que "hubo un tiempo en el que la copia era algo valioso", asegura Falomir. Ahora sólo si lleva la firma de Rubens.