Banging the Skull. Marina Abramovic
Una videoperformance de Marina Abramovic preside la sala. La artista, con el torso desnudo, se golpea contra el pecho una calavera y jadea. De cerca, una escultura hecha con cuentas, como de artesanía de
souvenir, parece dar algo de color a la estancia, muy angosta, mientras Abramovic sigue sacudiéndose con la canina. Al acercarse, el visitante contempla que la estatuilla, firmada por la americana Joyce J. Scott, representa a una mujer de Darfur atada. Está sangrando después de haber sido violada. No hay nada amable en la tortuosa muestra itinerante
Contraviolencias. 28 miradas, que desde este martes puede visitarse en la Fundación Canal. Esta propuesta multidisciplinar, con artistas de América, África, Asia y Europa busca despertar las conciencias hacia las distintas formas de violencia contra la mujer que se ejercen en el mundo. Entre las convocadas, de primera división del arte internacional, destacan Louise Bourgeois, Yoko Ono y la propia Abramovic, cuyas obras se muestran junto a las de iguales de generaciones más jóvenes.
La comisaria,
Randy Rosenberg, que ha presentado la exposición en Madrid, considera que históricamente estamos en un momento en el que este tipo de discursos se hacen especialmente necesarios: "Estamos permanentemente escuchando historias terribles de lo que sucede en todas partes del mundo.
Un día es una niña a la que han echado ácido en su colegio en Afganistán y otro el tráfico de mujeres en Chicago, una noticia que me sorprendió mientras empezaba a trabajar en esta exposición. La violencia está más presente que nunca, pero a la vez se da una conversación mayor en torno a este tema, hay más conciencia", explica Rosenberg a El Cultural. Precisamente
Contraviolencias está concebida como una conversación en la que las individualidades de cada artista y de sus culturas dialogan frente a las de las otras.
Joyce J. Scott: Day after Rape. Darfur, 2008
Algunas de estas creadoras, cuenta la comisaria, se han volcado con la iniciativa, participando en distintas performances allá donde ha recalado la muestra pero, continúa, lo más importante es que el conjunto, en su variedad, logra dar cuenta de cómo nace y se desarrolla la violencia contra la mujer, a través de los cinco apartados en los que está dividida:
violencia e individuo, violencia y familia, violencia y comunidad, violencia y cultura y violencia y política, en los que están presentes la fotografía, el dibujo, el vídeo, el grabado, la vídeoinstalación...
Algunas obras hablan de las agresiones que están presentes en todo tipo de sociedad, que son reconocibles y que nos causan sonrojo, mientras que otras muestran situaciones que son ajenas a los ojos del visitante, que asiste
desde al grito visual que representan las radiografías de la respiración de Lise Bjorne Linnert, a las hermosas telas tintadas de la coreana Jung Jungyeob, que en
Ser #1-15 representa sobre unas delicadas sábanas distintas siluetas femeninas que, desdibujadas y flotando sobre la sala, desarrollan tareas relacionadas con el rol de la mujer en diversas zonas del mundo. De la rebeldía al dibujo de Louise Borgeois, con una obra que muestra a una mujer lisiada y sola en la oscuridad de un túnel pero que sonríe al que contempla, al vídeo en el que una Yoko Ono impasible deja que un grupo de espectadores le corte la ropa. De cerca, por los pasillos de la Fundación, mujeres amordazadas, mujeres que limpian la tierra, mujeres vestidas para su venta, niñas obligadas a ser adultas.
Gabriela Morawe: J'ai rêvé que...(I have dreamed that), from The Sleeping Self series, 2008-2009.
"Espero que ayude a crear empatía, confío en que el arte es capaz de generar estos procesos. Quiero pensar que las personas que se sientan aisladas pueden sentirse acompañadas aquí y también que
Contraviolencias puede ayudar a crear un mayor debate, porque el tema que trata no está en absoluto superado. Para nada. En ningún lugar del mundo. La toma de conciencia es el primer paso para superar el problema", concluye la comisaria.