Rojo y negro con zonas arrancadas, 1963-1965

El Museo Nacional de Arte de Cataluña y la Fundación Tàpies se unen para mostrar a un Tàpies casi inédito, íntimo, a través de las obras de su colección personal. Vicente Todolí es el encargado de la selección de las 140 obras que abarcan desde 1945 hasta 2011 y que pueden verse hasta el próximo mes de noviembre en Barcelona.




Una particular iconografía y un vocabulario lleno de signos, materias y objetos cotidianos hacen de la obra de Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012) un conjunto especial, espiritual y misterioso dentro del arte español de la segunda mitad del siglo XX. Ahora, la exposición que celebran en Barcelona conjuntamente el MNAC y la Fundación Tàpies, que desde 1984 da cobijo al enorme legado del artista, propone una aproximación diferente, más pendiente del itinerario personal del creador que de lo que de él conocemos.



El comisario, Vicente Todolí, que responde con esta propuesta a un encargo de la directora de la Fundación, Laurence Rassel, ha seleccionado 140 obras de entre las que Tàpies guarda para sí, de las que se iban quedando en su taller e incluso de las que él mismo recompró. Éstas y algunas de la propia Fundación completan un recorrido, inédito en gran medida, que empieza en los años cuarenta y termina en 2011, poco antes de la muerte del artista. "Quería darle vueltas a este conjunto -dice Todolí en la extensa entrevista que El Cultural publica mañana- y comprobar si salía una exposición, y realmente sale una nunca hecha".



Muchos recordarán sin duda la importante retrospectiva organizada en 2004 en el MACBA por Manuel Borja-Villel coincidiendo con el 80 cumpleaños del pintor. Pero ésta es la primera gran exposición montada tras su muerte, aunque, como nos recuerda Todolí en la citada entrevista con el crítico Miguel Fernandez-Cid, la muestra empezó a gestarse en vida de Tàpies. Pero la cosa fue tomando cuerpo, creciendo, y excedió a la Fundación por lo que se pensó en el MNAC, un museo, además, con especial significación para el artista ya que en él se encontraba con las raíces románicas de su obra. El Museo aceptó la propuesta y así Tàpies se convierte en el primer autor contemporáneo en entrar en el MNAC una vez eliminado el límite de 1940 de su relato artístico.



De este modo, el discurso ideado por Vicente Todolí comienza en el Palacio de Montjuïc en los años 40. La experimentación con los materiales y las formas que darán lugar, en los años cincuenta, a una expresión propia están allí. Así como las pinturas matéricas que le harán merecedor de la fama internacional. Y desde la pastosidad y el grosor de la pintura primera a los nuevos materiales como el barniz el látex y las planchas de metal. Todo vale en pos de la investigación con la materia y, a la vez, de la búsqueda de otro lenguaje artístico, ese por el que llega a ser tan reconocido y reconocible.



Paralelamente, en el edificio modernista del barrio del Ensanche barcelonés y rehabilitado por el arquitecto Iñaki Ábalos en 2010 que alberga la Fundación, obras de entre 1946 y 2009 muestran el interés de Tàpies por objetos y materiales pobres. Desde el cartón, los hilos y los cordones del principio al ensamblaje y el objeto en la superficie de la tela que vendrá en los años 60.



Una exposición que pretende remarcar la libertad de Tàpies y que muestra, "como condición y como límite", espacios como el taller, la vivienda y la Fundación del artista. Lugares cercanos que nos acercan también a nosotros un poco más al espíritu misterioso de Antoni Tàpies.