Un voyeur llamado Pablo Picasso
El Museo Picasso de Málaga acoge la exposición Picasso TV donde se observa la relación del artista con los contenidos de la televisión francesa a finales de los años 60
1 julio, 2014 02:00Pablo Picasso y William Hartmann observados por Jacqueline Roque, Roberto Otero 1966
Es conocido que cuando Jacqueline Roque vivía en el sur de Francia en los años sesenta compró un televisor para pasar las horas muertas y aburridas mientras Pablo Picasso estaba encerrado en su estudio. El artista, atraído e imbuido por todo aquello que fuera intrínseco a la cultura popular se volvió consumidor de contenidos televisivos tras ver imágenes de una de sus exposiciones en Londres. Pero lo que marcaría un hito sería la boda de la Princesa Margarita de Inglaterra, acto que reunió a más de 20 millones de espectadores de todo el mundo. Brassaï cuenta que Picasso veía lucha libre, espectáculos circenses, espadachines y series de televisión. También seguían las noticias de lo que ocurría en el Mayo del 68 francés. Una vez recabado y reunido todo este material, la comisaria Laurence Madeline ideó una exposición que diera cuenta del idilio del pintor con la televisión y el impacto en sus obras. Así, el Museo Picasso de Málaga acoge, hasta el 16 de noviembre, la exposición Picasso TV que gira en torno a la Suite 347 con 53 grabados, dos litografías y dos óleos donde se puede entender esta relación."La idea es dar cuenta de que a finales de los años 60 Picasso frecuenta poco el mundanal ruido e incorpora a su casa una televisión y cómo esto pudo influir en su obra", explica José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga. Lo cierto es que escasean los documentos en los que el artista hable pero hay una entrevista a la que hace referencia Brassaï en su libro Conversaciones con Picasso y que se presenta como introducción a la exposición. "Son comentarios de una persona, con perdón, como tú y como yo pero en su boca cobran una dimensión curiosa", opina Lebrero.
El lenguaje televisivo es rápido y algunos contenidos que llegaban a la pantalla pequeña interesaron a un adulto Picasso e influyeron en su obra, sobre todo, en el periodo comprendido entre 1966 y 1972 cuando sus grabados comenzaron a albergar motivos televisivos. "El artista se vio atraído o quiso hacer presente a unos personajes que habían salido en otros tiempos. En los grabados de la exposición aparece el personaje cervantino, historias de corralas, se presupone que en uno aparece Charles de Gaulle y en otro está representado Dumas", adelanta Lebrero. En estos años el artista retomó el blanco y negro para sus obras, sobre todo en los grabados, como un guiño al único formato de la televisión hasta 1968. Incluso compone algunas de sus piezas de la Suite 347 con el encuadre 4:3 propio de la pequeña pantalla. La comisaria, por su parte, sostiene que frente a la inmovilidad de las escenas circenses de la época de 1904 a 1920, los saltimbanquis, payasos y artistas ecuestres de la Suite 347 están llenos de dinamismo.
Picasso, su obra y su público, 1968.
Además, la exposición contiene algunas obras "raras" de finales de los años 40 y principios de los años 50. "La Suite 347 es conocida y hay dos cuadros, uno que viene de Artium (Vitoria) y que es conocido pero está junto a otro de un mosquetero, un cuadro raro y poco frecuente. Pero no es una obra inédita", puntualiza el director del museo. No obstante, y a pesar de que encender la pequeña pantalla no era habitual en la sala de estar de Notre-dame-de-Vie, donde el aparato se encontraba en una esquina al fondo del salón, existen anécdotas como la que recuerda su nieto Bernard Ruiz-Picasso: Su abuelo mandaba callar a todos los que se encontraran en la sala cuando empezaba un programa que le gustaba, "debes permanecer tranquilo y no molestar al abuelo", le decía su padre cuando visitaban al artista malagueño en su casa. Películas del oeste, de la época clásica, dramas y comedias así como espectáculos circenses, amazonas, lucha libre y mosqueteros eran los géneros que Roque y Picasso consumían en la época en la que el pintor configuró su colección Suite 347, la que contiene 347 grabados. Lebrero apunta y resalta que "no es una exposición de tesis sino que se hace un aproximación creíble a través de datos y sirve para subrayar la alta calidad del artista en el terreno del grabado, que hoy en día parece poco relevante".
Así, el artista detectó, que al igual que cuando era joven iba al cine a ver películas, la televisión podía servir a la invención artística. Existen, incluso, tickets de cuando iba al cine en Barcelona, ciudad donde pasaban películas, había producción y coloreaban el cine mudo. Y poco a poco la televisión fue ganando adeptos hasta convertirse en lo que es hoy en día, una especie de caja donde todo lo que aparece parece ser lo único que existe.