Jeremy Deller: "Tanto los artistas como los criminales testamos los límites de lo aceptable"
El CA2M inaugura la exposición El ideal infinitamente variable de lo popular del artista Jeremy Deller, Premio Turner 2004
12 febrero, 2015 01:00Jeremy Deller.
Muchas historias nacen entre las paredes atestadas de pósters y recortes de revistas de las habitaciones de los adolescentes. El caos, el desorden y, a menudo, la rebeldía, se vuelven fuente de inspiración. Es el caso de Jeremy Deller (Londres, 1966), que presenta al público la habitación de su adolescencia, su cama (hecha, eso sí) está cubierta de obras que pretenden mostrar cómo se cultivó en la capital británica para llegar al arte contemporáneo que palia su sed de historiador del arte. El inglés, ganador del prestigioso Premio Turner en 2004, inaugura la exposición El ideal infinitamente variable de lo popular en el Centro de Arte Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid.Es la primera vez que el artista celebra una retrospectiva en España y verle montar la exposición con los comisarios y todo el equipo no hacen sino acentuar la timidez de Deller, que rehúye el star system y evita responder a preguntas directas acerca de su arte. Junto a la habitación en la que pasó largos años de su vida se encuentra el cuarto de baño que emula a los de la Librería Británica. "Se trata de una institución en la que se tenía que ser miembro para poder acceder, muy estricta, un lugar en el trabajó Carl Marx y cuenta con mucha historia. En cambio, las paredes de los cubículos masculinos estaban llenos de inmundos graffitis pero también de algunas pintadas intelectuales", explica el artista. La conjunción de ambos crea una iconografía curiosa y visual que funciona como pieza individual.
El arte de Deller está muy ligado al humor y a la cultura popular, sobre todo, a la cultura pop británica de los 90. Años durante los que el Reino Unido creó un imperio musical tan exquisito como variado e internacional, exportándolo a todo el mundo y haciendo de él un espejo en el que reflejarse. Cuenta que es una de sus fuentes de inspiración "junto a otras porque se trata de algo muy visual y ayuda a la creación". La política es otra de sus fuentes pero no se trata de un "activista". De hecho deja "espacio al espectador para que piense", rehuyendo así de explicar el significado de sus piezas. "Uso la política de manera artística en lugar de hacerlo de modo polémico, dejo a la gente que piense ya que ese es uno de los papeles que tiene el arte", explica.
English Magic, 2013.
Otra de las piezas que encumbran al artista es la que realizó para la 55ª edición de la Bienal de Venecia. English Magic trata de ser una proyección "emocional que expresa un sentimiento y como la combinación entre música e imágenes tiene la pretensión de ser intensa, la pieza se vuelve, de algún modo "manipuladora", explica. Digamos que se comete un pequeño crimen contra los sentimientos.
Sobre el arte y el crimen, de hecho, intenta crear un comprensible paralelismo y es que "ambos intentan hacer algo que no deberían estar haciendo", arranca. "Se trata de algo inaceptable y de empujar la aceptabilidad de las cosas y, al mismo tiempo, intentar huir sin ser pillados". Al fin y al cabo, concluye, se trata de testar los límites de lo que creemos aceptable en la sociedad.
So Many Ways To Hurt You, The Life And Times of Adrian Street. 2010
"Aún vivimos en el mundo de Andy Warhol"
La tecnología ha cambiado la sociedad y el rumbo que está tomando pero Deller es de los que opina que no ha hecho grandes estragos en el arte. "No hay artistas que solo usen la tecnología y aún vivimos en el mundo de Andy Warhol", opina. El único cambio que ha producido, dice, es que ahora se pueden ver las obras online y se ha creado una nueva manera de consumir arte pero, en el fondo, cree que "el arte tiene que ser visto en persona, hay que desplazarse al lugar en el que está expuesto para sentirlo" y así entender lo que el artista trata de transmitir al público.Por eso, una de las últimas piezas de la exposición se llama I Love Melancholy. "Durante la exposición habrá un sofá para que los jóvenes se sienten y no usen sus teléfonos bajo el signo proyectado". Claro que todo está bajo el prisma del humor británico, "cínico y crítico". Como lo es la cultura inglesa. Tal vez por eso mismo, y porque es historiador del arte de profesión, no se preocupa por lo que dirán acerca de su obra. "Eso no me preocupa y así puedo continuar trabajando en la manera en la que quiero hacerlo", sentencia. Efectivamente, muy british.