Cervantes escribiendo la dedicatoria de su obra al Conde de Lemos, 1916, de Muñoz Degraín

La Biblioteca Nacional acoge Miguel de Cervantes. De la vida al mito (1616-2016), una exposición que recorre la vida del escritor en torno a tres ejes: la persona, el personaje y el mito.

Estamos ante el año del cuarto centenario de la muerte de unos de los escritores españoles más universales: Miguel de Cervantes. Tras presentarse la programación oficial el pasado mes de febrero, en la que se anunciaban 229 actividades y 500 más del Instituto Cervantes, la Biblioteca Nacional inaugura la exposición Miguel de Cervantes: de la vida al mito (1616-2016). La muestra cuenta con tres ejes: la persona, el personaje y el mito. El objetivo ha sido "bajar a Cervantes de las peanas de mármol y atriles de bronce y ponerlo a nuestra altura", comenta José Manuel Lucía Megías, comisario de la exposición y autor de la última biografía del escritor, La juventud de Cervantes.



"La Biblioteca Nacional tiene la colección cervantina más importante que se remonta a la Biblioteca Real donde Felipe V guardaba obra de Cervantes", apunta Ana Santos Aramburo, directora de la institución. Dos han sido las metas de esta muestra. Por un lado "fomentar la investigación y difusión del escritor y acercar a Cervantes al gran público". Un hecho que puede resultar positivo después de que el CIS diera a conocer que el 40,9% de los españoles no ha leído ni un solo capítulo de la obra. Javier Gomá va un poco más allá y trae al presente que se trata "de la primera gran exposición de Cervantes", pero al escritor le ha pasado como a Saturno pero al revés: "mientras que él se devoraba a su hijo, en el caso de Cervantes el hijo (El Quijote) se ha devorado al padre (Miguel de Cervantes)".



Por eso que De la vida al mito intenta evitar la obra maestra del escritor y busca centrarse en la vida de la persona y cómo se convirtió en personaje para luego llegar a ser el mito. Pero el mito Cervantes y no el mito Quijote. Así, en la primera sala nos da la bienvenida una proyección en 3D para dar paso a sus autógrafos. Aquí se encuentran ocho de ellos junto a dos firmas falsas del siglo XIX. "Hubo una oleada de autógrafos falsos referentes a su vida personal", anota Lucía Megías. Poco después comienzan los vaivenes desde sus vivencias como soldado a su cautiverio en Lepanto, que le sirvió para forjarse como autor. Fue al volver de allí, en 1580, cuando pide merced y una vacante en América pero una vez recibe una misiva con la negativa de la petición, desiste al sueño americano.



Colección de cromos: La vida de Cervantes. Años 40-50. A la derecha, retrato de Cervantes por Pedro Hortigosa en 1879

En otra de las salas se muestran algunos de los primeros contratos que firmó el escritor. De su obra La confusa "tan solo queda el recuerdo y el contrato que en el corral de la comedia le hicieron", explica el comisario. Y junto a esa firma se puede ver la cesión a Francisco de Robles de la impresión de La galatea, una edición que es una especie de "libro de bolsillo". Después vendrían sus Novelas Ejemplares y El viaje del Parnaso, que también se muestran aquí así como el libro de difuntos de la iglesia de San Sebastián, es decir, la partida de enterramiento del escritor y pieza que ha sido restaurada por el Museo del Prado.



Curiosa es la sala dedicada a los retratos del maestro de las letras españolas. Cuando se editó por primera vez Novelas Ejemplares el retrato que se incluyó fue uno hecho según la descripción que de sí mismo hacía el autor. Aunque no fidedigna, William Kent hizo un grabado que más tarde sería copiado al óleo por Miguel de Espinosa y Maldonado que, haciéndolo pasar por verdadero, se lo regaló a la Real Academia Española.



De ahí al apartado en el que se va gestando el mito de Miguel de Cervantes y que arranca con la lectura que los ingleses hicieron del Quijote. "Ellos lo ven como un libro de caballerías cómico en el que se ríe de la monarquía hispánica y de sus enemigos más cercanos", anota Lucía Megías. Ya para el siglo XVII los franceses vieron en su obra una sátira a imitar y así lo hicieron alegando en los prólogos lo siguiente: 'Escrito al modo de El Quijote'. De ahí a la consolidación por parte de los biógrafos quedaría tan solo un paso que culmina con los monumentos erigidos en su honor en diferentes puntos del país. Además, cabe destacar que la primera estatua dedicada a un civil fue la de Cervantes frente al Palacio de las Cortes en 1835.



Con el mito ya forjado, Javier Gomá, considera que "Cervantes sigue moldeando el pensamiento actual". Y más allá de todo, se puede condensar en tres elementos: "Idealismo, cortesía y chiste" a lo que el comisario añade que el pensamiento del escritor se puede resumir con tres acotaciones: Diálogo, comprensión de las diferencias del otro y libertad". Por eso que se le considere una figura cohesionadora y con esta exposición, dicen desde la institución, se salda una cuenta pendiente con el escritor que no pudo ser atendida en los anteriores centenarios.



@scamarzana