Dora García: "Escuchar voces no es síntoma de psicosis"
La artista se instala en CentroCentro Cibeles con 'El café de las voces', una serie de encuentros que giran en torno al intercambio, la investigación y la desestigmatización de todos aquellos que escuchan voces
6 julio, 2016 02:00Dora García (Valladolid, 1965) lleva un tiempo viajando con su café ambulante. No es un café cualquiera, aunque bien podría serlo. Se trata de The Hearing Voices Café, un lugar de encuentro entre los participantes pero con un añadido: en las tertulias hay gente que escucha voces. Aunque no todos. Ni hay necesidad de saber quién las escucha y quién no. En los encuentros participan aquellos que quieran compartir sus impresiones, empleando el lenguaje y los términos adecuados pero no de manera terapéutica sino como un lugar para conversar. Hamburgo, París y Valladolid ya han tenido sus citas y le toca ahora el turno a CentroCentro Cibeles, en Madrid, donde los próximos miércoles 6, 13 y 20 de julio, Dora García participará en las charlas que giran en torno al intercambio, la investigación y la desestigmatización. Combinando unas cosas con otras, la artista prepara una película sobre el psicoanalista Oscar Masotta.
"El proyecto se hace cada vez más independiente de mí", asegura García. Para llevar a cabo los encuentros trabaja con una estructura que representa a los 'escuchadores de voces', aunque advierte que ese término no le gusta demasiado. Su modus operandi es similar en todos los lugares, en Hamburgo trabajó con un psicólogo y su grupo de pacientes, "algunos de ellos relacionados con el Hearing Voices Network"; en Toronto lo hizo con Recovery Network, "un grupo de apoyo mutuo autogestionado por 'supervivientes' de la experiencia psiquiátrica"; en Valladolid con La revolución delirante, un grupo de jóvenes profesionales de la disciplina psicológica y para Madrid se valdrá del apoyo de la Fundación Manantial.
Pregunta.- Tras el paso por diversas ciudades, ¿cómo ha crecido el proyecto?
Respuesta.- Todos estos cafés, salvo el de Hamburgo, continúan de modo independiente. Yo los sigo y todavía hago un poco de community manager pero lo cierto es que tienen vida propia. Yo solo soy iniciadora de ellos pero existen sin mí.
P.- El punto de partida está en el movimiento de escuchadores de voces y los grupos anti-psiquiatría de los 70. ¿Cómo prendió la chispa de este curioso café?
R.- La idea vino como en una visión: cuando me pidieron un proyecto para la exposición Illness as metaphor en Hamburgo en 2014, me acordé que en los 90 paseando por Utrecht había visto un cartel en un café que decía "Los miércoles, hearing voices café" (Woensdag, Stemmen horen café). Solo recientemente he comprendido lo que quería decir eso: el movimiento de los escuchadores de voces empezó en Holanda en 1987. Pensé que me gustaría investigar qué podía ser un café así en esta exposición en 2014 y a partir de allí seguí intercambiando emails y bibliografía con estos grupos, que son muy activos y muy independientes.
P.- ¿Cómo descubrió estos movimientos y qué es lo que le llamó la atención para seguir indagando en ello?
R.- El encuentro con el cartel en Utrech fue totalmente fortuito pero pensé en hacer un Café de las voces después de una película que había hecho sobre la revolución Basagliana en Trieste, muchas lecturas sobre la anti-psiquiatría de los 70 y 80 y vi en el Hearing Voices Network una herencia respecto a aquellas ideas de autogestión y rechazo de etiquetas y diagnósticos impuestos desde fuera. Además de esto, la escucha de voces tiene muy importantes lazos con temas como el misticismo, la poesía, la literatura, lo visionario, lo sobrenatural y lo invisible.
P.- ¿Cuál es la motivación y el interés detrás de la anti-psiquiatría?
R.- Por mi parte imagino que a eso se refiere la pregunta: La antipsiquiatría es un movimiento que paradójicamente viene de psiquiatras. Profesionales que eran muy jóvenes en los setenta y que no estaban satisfechos ni con los métodos ni con los resultados de la psiquiatría tradicional, que consideraban inoperativa, incapaz de curar a nadie, represiva, cruel y despojadora de los derechos civiles de los "pacientes". La antipsiquiatría solo puede entenderse como parte de una revolución más amplia, en torno al 68, que rechazaba a la generación anterior como cómplice de la mayor masacre de la historia (la II Guerra Mundial), una revolución en la que tuvieron especial importancia las estrategias del movimiento por la liberación gay: estar orgulloso de aquello que se utilizaba para avergonzarte, utilizar con orgullo el lenguaje que te discriminaba, tomar tu propio destino en tus manos sin esperar a que otros te lo dieran, rechazar lo normativo y la mezquindad de la noción de "peligrosidad social". La influencia del movimiento de liberación gay es inmensa, y basta decir que hasta 1973 la homosexualidad estaba clasificada como enfermedad mental por el DSM (Asociación de psiquiatras norteamericanos que todavía hoy determina qué es enfermedad mental y cómo tratarla).
No obstante, para la artista "la escucha de voces no es un síntoma de psicosis", ni las personas están 'afectadas' por ello sino "por la vida misma" y completa su teoría parafraseando lo que una vez dijo PtIcarus: "No tengo que gestionar mi psicosis, tengo que gestionar mi vida". Además, pese a que sigue existiendo un gran estigma con las personas que escuchan voces en su día a día, García apunta que el 10% de la población las oye de manera habitual. Lejos de los prejuicios entre los que "las oyen habitualmente están los mejores de nosotros: Robert Walser, Sócrates, Philip K Dick, Dickens. Algunos las padecen, pero son muchos los que aprecian sus voces y no quisieran vivir sin ellas".
Por eso, el objetivo de Dora García con The Hearing Voices Café es crear un lugar donde pueda hablarse de un tema que le interesa y crear un espacio "donde todos estén en igualdad de condiciones y puedan utilizar la terminología que prefieran para hablar de ello, en donde no tenga importancia tampoco quién oye voces y quién no, sino que lo importante sea lo que esas voces significan, lo que denuncian en suma", amplía.
"Las voces son importantes y son reales", comenta, pero no clasifica su café con una obra de arte porque lo considera irrelevante. Tampoco trata de usar el arte como una herramienta de difusión, ni de lucha, ni de queja porque no cree que el arte sea una herramienta de nada. "Puede serlo, pero esa no es su razón de ser", matiza. De hecho no es la primera vez que asegura que "el arte, como la poesía, es completamente inútil y por eso absolutamente necesario". Y va más allá, sin tener claro que El café de las voces sea arte lo que sí tiene de especial, de particular y positivo es que "al asignarle la etiqueta de arte logra al menos que no se le asignen otras etiquetas que me disgustan, como terapia".
P.- En alguna ocasión ha comentado que sus proyectos están dominados por el libro Finnegans Wake de Joyce. ¿Qué hay de ello en este proyecto?
R.- Sería bonito que eso fuera verdad pero en mi ignorancia no descubrí la lectura de ese libro (sabía de su existencia, pero ignoraba que pudiera leerse) hasta el año 2012, lo que es hace muy poco. Realmente cambió mi vida, no solo el libro, sino la gente que conocí a través de él. En Finnegans Wake está la idea de "el habla habla", el lenguaje liberado de funcionalidad, el lenguaje que se disfruta a sí mismo, perdiendo la idea de "sentido" convencional, convirtiéndose en una práctica, una actividad. La idea de práctica liberada de sentido o de funcionalidad está en El café de las voces, sí.