Boceto de Felipe III dibujado por Velázquez en 1627

William B. Jordan, hispanista con una larga trayectoria en museos, dona al Museo del Prado el boceto de un retrato de Felipe III que pudo pertenecer la pintura perdida Expulsión de los moriscos.

Hace ya 30 años William B. Jordan entró en una casa de subastas en Londres y ojeando el catálogo encontró una pintura catalogada como Retrato de Don Rodrigo Calderón que llamó su atención. Afinó la mirada, agudizó su olfato y observó que la tela era un trozo de algo más grande. Mandó a Dallas a restaurar la obra que se encontraba un tanto envejecida y pensó una alocada idea: era un dibujo preparatorio de Velázquez. Quizá el rostro de Felipe III para la perdida Expulsión de los moriscos, desaparecida en el fuego que destruyó el Real Alcázar de Madrid en 1734. Ahora que han pasado tantos años y tras consultar con los expertos del Museo del Prado y determinar que en efecto es un inédito Velázquez, el hispanista ha donado su preciada obra a la American Friends of the Prado Museum y estos la han hecho llegar a Madrid, donde se expondrá junto al Felipe II de Tiziano, actualmente en restauración.



Este depósito tiene otro punto importante y es que se trata del primer boceto del pintor sevillano que entra en el Museo. Llegaron a la conclusión de que no era parte de una obra original porque hay detalles inacabados en la pieza. La gola no está definida, tampoco la cabeza en su parte superior. Tan solo la cara del monarca está detallada minuciosamente. Pero se trata de un retrato diferente, el monarca no mira de frente, como era costumbre en esa época, sino que "lo encontramos mirando algo que no está a nuestra vista", especifica. Esa es la razón por la que creen que se trata de un estudio de la cara de Felipe III para la Expulsión de los moriscos y, con ello, una buena vía de estudio sobre aquella obra que nunca se copió.



Y es que Velázquez no llegó a conocer al Rey, que falleció antes de que él visitara la corte por primera vez, de modo que cabe pensar que se basó en otros retratos de otros artistas para pintar su rostro. "Es evidente que es un boceto si lo comparamos con el retrato de Felipe IV realizado por Velázquez en el mismo periodo", comenta Jordan. Javier Portús, jefe de conservación de pintura española en el Prado, ha detallado otros aspectos más técnicos que ha hecho determinar que la obra pertenece al pintor de la corte. "La hemos analizado respecto a otras piezas de los artistas de los años 20" y, con diapositivas de por medio, "se puede decir que son muy diferentes". Además, "se ven relaciones con el retrato de Felipe IV que hizo en 1624, aunque las concomitancias más directas quizá se den con el Felipe IV de 1627 y con el Retrato del Infante don Carlos de la misma época.



Los análisis más técnicos, como radiografías e infrarrojos, arrojan también luz sobre el asunto. Jaime García-Maíquez, investigador técnico de la pinacoteca, ha reparado en tres rasgos de importancia. Por un lado, "la radiografía muestra que el retrato está pintado sobre tafetán, un material compatible con los lienzos que realizaba Velázquez en la época en la que se quiere fechar la obra". Además, las guirnaldas de tensión que se observan "hacen suponer que la tela proviene de un cuadro más grande" y, por último, debido a los colores que emplea en su pincelada y a los recursos estilísticos a los recurre, esta pieza "solo pudo ser pintada entre 1623 y 1628, en su primera etapa madrileña".



La donación, "que es un artefacto de trabajo por la que no se pagaría una fortuna en una subasta, la dono al Prado porque es el lugar idóneo y puede resultar útil para los historiadores y los estudiantes de arte", concluye Jordan.



@scamarzana