Aunque es una de las más conocidas (sus vínculos con nuestro país y con el Museo Reina Sofía la han acercado en los últimos años), la de Patricia Phelps de Cisneros no es la única colección latinoamericana que, apostando fuerte por el arte del subcontinente, ha traspasado fronteras. Buen ejemplo de ello son los tres conjuntos que llegarán a Madrid, coincidiendo con ARCO, o debido a ello, ya que sus impulsores reciben el Premio A que la feria otorga al mejor Coleccionismo. Eduardo Costantini, Eduardo Hochschild y el matrimonio formado por Isabel y Agustín Coppel recogerán el galardón junto a la galerista Helga de Alvear, la belga Galila Barzilai-Hollander y la fundación portuguesa EDP.
El Cultural ha hablado con los tres latinoamericanos, que comparten mucho más que un premio y la pasión por el arte. Geografía e identidad son dos conceptos clave de sus colecciones. Su fuerte relación con el territorio donde se han gestado y una importante conciencia social e identitaria las diferencian de gran parte de los conjuntos internacionales, confiriéndoles una personalidad propia. "Cuando empecé a coleccionar, en Perú se podía adquirir la mejor obra de un artista, cosa que no podría haber hecho en un ambiente más internacional, lo que me permitió comprar lo que más me gustaba de cada uno", reconoce Eduardo Hochschild, empresario, cuya colección de arte contemporáneo peruano viaja por primera vez a Europa. Sesenta y seis de sus mejores obras (Fernando Bryce, Mario Testino, Milagros de la Torre, Martín Chambi, Elena Damiani…), seleccionadas por Octavio Zaya, recalarán el 21 de febrero en la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid, reunidas bajo el título Próxima parada.
"Hoy el mecenas es aquel que acompaña a la escena artística y logra acercar al público a los artistas y sus obras" Eduardo Costantini
Conscientes del importante papel que juegan en sus lugares de origen, la cercanía no fue su única motivación. Eduardo Costantini recuerda bien cómo, de forma natural y ajeno a las modas del momento, empezó a coleccionar arte argentino a finales de los 70. "Debido a mi trabajo como financiero -explica- invertía en América Latina, y me pareció interesante formar una colección de arte latinoamericano. Era una estrategia de coleccionismo que además otorgaba mayor visibilidad al arte argentino". Pero para Costantini comprar arte no era suficiente y en 1997 dio un salto cualitativo y creó un Museo de Arte Latinoamericano, el MALBA, con sede en Buenos Aires, que inauguró en 2001 con una importante donación de su Fundación. Ahora, una pequeña pero esencial muestra podremos verla en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su comisaria, Estrella de Diego, pone a dialogar 13 piezas de artistas argentinos de su colección (Lucio Fontana, León Ferrari, Xul Solar, Víctor Grippo…) con obras de los maestros españoles de la Academia (Goya, Ribera…).
También los Coppel empezaron comprando arte mexicano de artistas como Julio Ruelas, José Clemente Orozco y Manuel González Serrano, y luego dirigieron su atención al arte contemporáneo de otras latitudes. "Nuestra primera pieza contemporánea fue Learning Curve, una video instalación de Gary Hill". Punto de partida es el título de la gran exposición que reúne, también a partir del 21, 120 obras de los Coppel en la Sala de Arte Santander de la Fundación Banco Santander, en Boadilla. Una visión del arte contemporáneo desde su país que gira en torno al concepto de mestizaje con obras de artistas como Leonor Antunes, Helio Oiticica, Joseph Beuys y Pierre Huyghe, entre otros. "Aunque el punto de partida de nuestra colección está en México, recorre distintos continentes y medios de expresión. Eso sí, hemos seguido la carrera de los mexicanos Gabriel Orozco, Abraham Cruzvillegas, Mario García Torres o Fritzia Irizar, a quien hemos apoyado desde que era estudiante", explica Agustín Coppel.
"En Perú podía adquirir la mejor obra de un artista, cosa que no podría haber hecho en un ambiente internacional" Eduardo Hochschild
Aunque hay muchas formas de acercarse al arte, los tres coinciden en la manera casi casual de sus comienzos. Un grabado de Matta adquirido hace 30 años resultó el germen de la colección Hochschild, que empezó a tomárselo más en serio después de casarse. Algo que resultó espontáneo y emocional en el caso de Costantini. "Un día pasé por una galería de Acassuso (Buenos Aires) y vi una obra del argentino Antonio Berni que me atrajo especialmente, un retrato que no pude comprar por razones presupuestarias. Sin embargo, adquirí dos obras que pagué a plazos: una de Leopoldo Presas y otra de Konstantin Vasiliev. Veinte años después, ya en los 80, empecé a comprar obras de calidad que hoy están en el MALBA. Fue un largo proceso de aprendizaje. El arte le da color a mi vida", sostiene.
Inversión también social
En el caso de los Coppel, Isabel desde joven se interesó por el arte, estudió escultura y acudía al taller del pintor Alfredo Zalce, de quien años después adquirirían obra. Para Agustín, los viajes a Europa y las visitas al Museo del Prado, el Louvre y el d'Orsay fueron determinantes. De ahí, pasó a las galerías de Nueva York cuando estudió en la Gran Manzana. "Sin embargo, no fue hasta que nos casamos y conocimos a Elba Podesta de Holm, una coleccionista sinaloense que nos transmitió toda su pasión, cuando decidimos comenzar a coleccionar", explica.
Orgullosos de las escenas locales a cuyo impulso han contribuido -los mexicanos destacan Zona Maco o Material Art Fair, y Costantini suma a la presencia de Argentina en ARCO como país invitado, el proyecto de Art Basel Cities en la capital bonaerense-, son conscientes de la inversión social que también dirige sus acciones como coleccionistas. "Hoy el mecenas es aquel que acompaña a la escena artística y logra acercar al público a los artistas y sus obras -dice Costantini-. No hay nada más gratificante que ver los proyectos crecer e independizarse".
De la Colección Coppel son constantes los préstamos que realizan a otras instituciones, las herramientas educativas, las exposiciones y publicaciones que promueven e incluso su sitio de internet donde comparten información y material relacionado con el arte contemporáneo. Han apoyado también a la Bienal de Venecia, publicaciones de artistas (recientes las de Iñaki Bonillas y Fritzia Irizar), e incluso programas como Art in the Twenty-First Century de Art21. "Todo para apoyar e incentivar el arte, pensando siempre en generar conocimiento a partir de éste y compartirlo con públicos más amplios, y estableciendo relaciones con instituciones que tienen los mismos fines". También la Colección Hochschild decidió hace seis años imponerse un sentido de proyecto cultural más trascendente y menos personal, para potenciar las artes plásticas en Perú. Sostiene Hochschild que "la relación entre coleccionista y artista es siempre de amistad y eso un gobierno no puede lograrlo por mucho que haga por el arte".
"Trabajamos para apoyar e incentivar el arte, siempre pensando en generar conocimiento y compartirlo con un público amplio" Agustín Coppel
La presencia de estas tres colecciones y su reconocimiento por parte de ARCO no hace sino constatar el interés creciente que existe en Europa por el arte latinoamericano. Costantini, que logró adquirir en subasta una de sus piezas favoritas (Baile en Tehuantepec, de Diego Rivera) y a quien le encantaría poseer La Jungla, de Wifredo Lam del MoMA, o Las dos Fridas, de Frida Kahlo de la colección del Museo de Arte Moderno de México, señala que aunque hace tiempo que intelectuales, comisarios, directores y críticos, hablan de lo que sucede en Latinoamérica, "no ha sido hasta los últimos años cuando se ha entendido el arte de la región, no como un epígono de lo que sucedió y sucede en Europa, sino como un arte de vanguardia, con sus propias raíces, contextos particulares e identidad propia. Posiblemente, el boom del arte brasileño y varias muestras de relevancia en importantes museos internacionales hayan sido desencadenantes".
Concetto spaziale, Attese, de Lucio Fontana y alguna de Gabriel Orozco son las obras preferidas de los Coppel que se han quedado con las ganas de tener alguna pieza de Marcel Duchamp o Picasso. Ellos también subrayan el buen momento que vive el arte latinoamericano, "con importantes artistas contemporáneos en México, Argentina, Brasil o Colombia trabajando en diferentes países y exponiendo en importantes museos, lo que ha despertado un interés en los artistas de las generaciones que los precedieron, como ha ocurrido con Ulises Carrión, que se presentó hace poco en el Reina Sofía".
Los cuadros de Tilsa Tsuchiya, que se van a ver por primera vez en España, y el de Fernando de Szyszlo, Interior, Orrantia #10, figuran entre los predilectos de Hochschild. "Tuve que convencer al pintor para que me lo vendiera, porque pertenecía a su colección", cuenta el peruano. Y confiesa que son las tardes compartidas con los artistas y las historias contadas por ellos mismos "lo que hace del arte contemporáneo algo especial: las obras pasan a tener vida". Una vida que ahora se traslada temporalmente a Madrid.