Guillermo Pfaff frente a una de sus obras

Aire de Montserrat, así se llama el conjunto de obras que Guillermo Pfaff (Barcelona, 1976) ha seleccionado para el Museo de Montserrat. Un juego de ambivalencias en el que destaca el diálogo entre dicho espacio histórico con obras de marcado carácter actual. Su obra está ligada al desarraigo que está produciendo la tecnología y su pintura se mantiene unida al espacio en el que se expone. El título de la muestra, escogido por Javier Hontoria, comisario de la misma, vaticina lo que el espectador se va a poder encontrar en la muestra: una experiencia. Tan solo el lugar en el que se enclava el museo, en la montaña, ya imprime una carga simbólica a la exposición. De hecho, cada vez son más las instituciones que apuestan por el diálogo entre un espacio clásico con obras de arte contemporáneo. "Me parece bien, son todos templos del saber. Suerte tenemos si hay muchos", opina Pfaff.



Pregunta.- Explíquenos, brevemente, qué se va a encontrar el espectador en esa muestra.

Respuesta.- Una decena de obras recientes, pinturas que ocupan el espacio de manera premeditada, telas de color colgadas directamente del muro de la sala que buscan un equilibrio cromático en ella parecido al que hay en las mismas pinturas, como si el propio espacio se trata de un lienzo.



P.- ¿Son obras realizadas de manera específica para este espacio?

R.- La mayoría sí pero hay alguna previa que parecía hecha a conciencia, por eso las hemos escogido. Estas en concreto nos sirvieron para empezar a dar forma a la exposición, de punto de partida. De algún modo teníamos que empezar a tejerla junto con Javier Hontoria, el comisario.



P.- La nota de prensa dice: "La obra de Pfaff está asociada a una cierta sensación de desarraigo producido por la aceleración y la tecnología". ¿Hasta qué punto la tecnología está afectando también al arte? Y, ¿cómo lo podemos ver en sus piezas?

R.- Supongo que la tecnología afecta al arte como a muchos otros ámbitos. Mi trabajo está poco afectado o nada por ella. Bueno, quizá ahora puedo poner una canción que me gusta para pintar o ver una exposición online sin viajar. Igual que los demás. No pienso en la tecnología. Creo que Javier lo utiliza como metáfora. El desarraigo es más general en mi vida, necesario pero selectivo, quizá eso se traduce en mi forma de pintar.



Vista de la exposición Aire de Montserrat de Guillermo Pfaff

P.- En ocasiones el lugar en el que se presenta una obra puede darle una lectura diferente e incluso la obra y el espacio se pueden retroalimentar mutuamente. ¿Qué lectura o características aporta a sus obras el espacio expositivo del Museo Montserrat?

R.- Bueno, Montserrat tiene una carga simbólica enorme, yo personalmente estoy encantado de exponer ahí, pero eso solo es para mi ego (medio en broma). En realidad la idea de trabajar con un comisario de fuera de Cataluña era para huir precisamente de cualquier prejuicio o presión, una manera de no tener nada premeditado al afrontar el proyecto. A través de la primera visita a la montaña y al monasterio con Javier, que nunca había estado en este lugar, pudimos concentrarnos en el proyecto y el en el presente.



P.- Su trabajo cuestiona el objeto pictórico. ¿Cómo es su proceso de creación? ¿Cómo es la elección de materiales, colores, etc?

R.- Con el tiempo he aprendido a ser muy efectivo cuando estoy en el estudio. Paso muchas horas fuera y no tengo tanto tiempo en él como cuando era más joven. Me parece que es tan importante un tiempo como el otro, que es sólo uno. Tan importante como pintar es el trabajo invisible del día a día, el que no deja un trazo pictórico, pero que sí deja rastro.



P.- ¿Es el arte una herramienta para cuestionar los tiempos que vivimos actualmente?

R.- El arte es de las cosas más convincentes que he encontrado, a mí a menudo me emociona. Pero supongo que nuestras vidas cuestionan los tiempos que vivimos. No sé. En todo caso para mí la pintura no es una herramienta de expresión.



@scamarzana