Museo Chillida-Leku. Foto: Turismo de San Sebastián

Siete años después de su cierre por culpa de la crisis económica y de la falta de ayudas oficiales, el museo Chillida-Leku volverá abrir al público con normalidad en 2018 (durante todo este tiempo podía visitarse únicamente bajo petición) gracias al acuerdo de los herederos del escultor con la prestigiosa galería suiza Hauser & Wirth. El propio Eduardo Chillida (1924-2002) creó en el año 2000 la fundación que lleva su nombre e inauguró este museo, una gran finca en Hernani (Guipúzcoa) donde ‘campan' al aire libre, como toros en una dehesa, cuarenta de sus inmensas esculturas de hierro teñidas de óxido.



Tras intentar sin éxito en varias ocasiones llegar a un acuerdo con diversas instituciones públicas, los hijos e hijas de Chillida han decidido acudir a la iniciativa privada para reabrir el museo y, de paso, delegar parte de la gran responsabilidad que supone gestionar el legado de uno de los mayores artistas del siglo XX. Así, Hauser & Wirth será a partir de ahora la galería representante de Chillida en el ámbito internacional y ya prepara varias exposiciones y publicaciones sobre su obra. De momento, para 2018 anuncia la celebración de una exposición monográfica en su sede de Nueva York así como la presentación de una escultura suya en la próxima edición de Art Basel Miami Beach.



"Desde la muerte de mi padre hemos trabajado para salvaguardar su legado y hemos iniciado una serie de proyectos y exposiciones durante ese tiempo. Vimos claro que el próximo paso fundamental para nosotros era elegir una galería para guiarnos en esta responsabilidad", explica en un comunicado Luis Chillida, hijo del artista y director de la fundación. "Hauser & Wirth fue una elección obvia por su vasta experiencia trabajando con legados. Su sensibilidad hacia la obra de mi padre y su enfoque familiar cimentó nuestra decisión y esperamos con ilusión próximas colaboraciones".



Por su parte, el responsable de la galería, Iwan Wirth, dice estar "encantado de tener la oportunidad de trabajar estrechamente con la familia de Chillida para dar formar y preservar su legado" y que está deseando "impulsar su reputación en los Estados Unidos así como en Europa y Asia", y añade: "Chillida se une a otros importantes escultores europeos de posguerra en nuestro programa, incluyendo a Hans Arp, Fausto Melotti y Henry Moore, así como el peso pesado americano David Smith". También recuerda que el interés de la galería Hauser & Wirth por la obra de Chillida se remonta a sus comienzos, hace 25 años, cuando incluyeron esculturas suyas en una de sus primeras exposiciones, dedicada al arte español contemporáneo.



El origen de Chillida-Leku

Como explicó Elena Vozmediano en vísperas de su inauguración, la historia de Chillida-Leku comienza en 1983, cuando Chillida conoció a Santiago Churruca en Burdeos, donde era cónsul de España, con motivo de una exposición del artista. En una posterior visita a Zabalaga (así se llama la finca), propiedad de Churruca, Chillida comprendió inmediatamente que aquel era el lugar con el que había soñado para sus esculturas. Poco antes, por otra parte, Chillida se había liberado del contrato leonino que tenía con la galería Maeght, que exigía su producción íntegra. Así logró conservar parte de las obras que realizaba e ir engrosando su propia colección. Con la posibilidad, además, de ejecutar obras de grandes dimensiones, que previamente, ante la imposibilidad de almacenarlas, sólo hacía cuando mediaba un encargo.



La idea de convertir la finca en un museo no había sido contemplada en un principio. Pero a medida que el proyecto tomaba cuerpo comenzaron a afluir los visitantes, en un principio amigos y personas relacionadas con el mundo del arte, luego interesados de todo tipo (Chillida siempre fue sumamente hospitalario), hasta el punto de que un año antes de su apertura como museo cerca de tres mil personas pasaron por Zabalaga. Se pensó que había que organizar esa afluencia y ofrecer unos servicios mínimos, para lo que se creó una sociedad limitada, integrada por los hijos del artista, a la que Chillida cedió la propiedad de la finca y de las esculturas que contiene. A pesar de que recibieron entonces ofertas de participación de distintos organismos públicos, las desestimaron para evitar injerencias y cualquier tipo de presiones.



Chillida es uno de los escultores más celebrados del siglo XX. Ya en 1958 ganó el Gran Premio de Escultura de la Bienal de Venecia y también recibió el Premio Kansinsky (1960), el Premio Carnegie de Escultura (1964), el Premio Rembrandt de la Fundación Goethe (1975), el Gran Premio de las Artes de Francia (1984), la Orden del Mérito en las Ciencias y las Artes de Alemania (1987) o el Premio Jack Goldhill de la Real Academia de las Artes de Londres (1996). Su obra ha sido expuesta en algunos de los museos más importantes del mundo, como el de Bellas Artes de Houston (1966); la National Gallery of Art de Washington (1979), el Guggenheim (1980), el Martin-Gropius Bau de Alemania (1991) o el Reina Sofía de Madrid (1999), aunque el prestigio de su nombre está sobre todo ligado a sus esculturas públicas monumentales, entre las que destacan el famoso Peine de los Vientos (San Sebastián, 1976), Elogio del Agua (Barcelona, 1987) o Berlín, símbolo de la reunificación alemana que desde el año 2000 da acceso a la Cancillería alemana.