Imagen de la feria Bala en la edición de 2016

Los libros de artista pueden ser una manera más popular (y económica) de acceder al arte contemporáneo. A través de publicaciones como los fanzines se puede entrar en ese otro mundo más alejado como son las galerías e instituciones, con ese toque elitista que les caracteriza, con las que muchos no terminan de saber cómo relacionarse. Para acercar el universo de los artistas la feria Bala reúne en La Granja, un antiguo café vienés de principios del siglo XX, a editoriales, editores, distribuidores y artistas. Además de ser una feria comercial las charlas y talleres que se sucederán en Bilbao a lo largo del fin de semana intentarán arrojar un poco de luz a los procesos de publicación de estas ediciones.



Esta cita surgió hace cinco años cuando la asociación Banizu Nizuke vio que "hay un problema de distribución de estas publicaciones especiales a las que les cuesta llegar a las librerías", recuerda Pablo Salgado, responsable de Bala. La también editorial, desde la que reivindican las culturas periféricas, entendió que hay infinidad de artistas que crean sus propios fanzines pero que no tienen cómo darle el impulso final. En ese momento decidieron dar vida a este proyecto concebido como plataforma de visibilidad (y venta) en la que esta edición participan editoriales como Fulgencio Pimentel, Caniche y Consonni, distribuidoras como Traficantes de sueños e ilustradores como José Ramón Sánchez y Kvèta Pacovska.



Uno de los predecesores de estas publicaciones artísticas es Ambroise Vollard, un marchante francés que comenzó a realizar unas ediciones artesanales que diferían de las industriales de sus coetáneos. Pintores como Braque, Chagall, Bonnar o Toulouse-Lautrec publicaron, gracias a Vollard, sus obras gráficas en formato libro. Puede decirse, por tanto, que fueron los primeros en experimentar en este terreno en el que en 1963 Edward Ruscha despuntó con la obra Twenty Gasoline Stations. Más tarde, en 1968, Seth Siegelaub decidió editar libros de los artistas a los que coleccionaba en lugar de organizarles exposiciones.



En ese sentido, estas publicaciones no son meros libros sino que se convierten en obras en sí mismas, en objetos coleccionables. La intención de Bala es, por tanto, acercar estas ediciones a un público general y para ello las charlas y conferencias pueden resultar un punto de encuentro interesante. Una de las conversaciones de este fin de semana es la que reúne a los ilustradores José Ramón Sánchez y Kvèta Pacovska. A ambos les une una larga trayectoria en esta disciplina artística de modo que compartirán su experiencia con el público. Otra de las conferencias gira en torno el fotolibro de mano de Julián Barón, Irene Mendoza y Horacio Fernández. Además, acudirá un abogado en derechos de autor que podrá ofrecer una visión desde el punto de vista de los procesos que tienen que llevar a cabo los artistas con interés en publicar sus ediciones.



"El principal problema del arte contemporáneo a nivel institucional es que no tiene un diálogo abierto y normalizado con la población. Por eso hemos buscado siempre lugares a pie de calle para que la gente se encuentre con la feria", explica Salgado. El evento puede servir de este modo de puerta de entrada a las galerías para aquellos no familiarizados con este tipo de establecimientos.



Hoy el fanzine ha vuelto a recobrar una popularidad que durante años estuvo dormida. Las facilidades técnicas actuales permiten la exploración en técnicas de impresión, encuadernación y formatos. Se usan papeles de diferentes grosores y tamaños, se reemplazan los lomos por un cosido en forma de acordeón y las editoriales buscan novedades en su formato. El fotolibro es otro de los territorios fértiles en el que se está experimentando. Y en ese sentido Fiebre, con la que comparten años de trayectoria y fechas de celebración, ha cogido ya la batuta. Los libros ya no son meros libros sino objetos coleccionables a los que acudir una y otra vez en busca de conocimiento.



@scamarzana