La Universidad de Málaga inaugura El bricoleur y la ciudad: Juan Antonio Ramírez y el ecosistema del arte en Málaga, una muestra que rinde homenaje a este historiador del arte, profesor y creador que agitó la vanguardia artística malagueña en los años 80.

"En Málaga nadie te decía no a ninguna propuesta: todo era posible". Estas palabras las repitió en más de una ocasión el historiador del arte Juan Antonio Ramírez. A su llegada a la ciudad, al calor de los años 80 y la movida malagueña, con la maleta llena de proyectos y objetivos, se convirtió en un activista cultural que combinó la teoría con la práctica. Su visión del arte y de la estética ha sido considerada desde entonces como una de las más novedosas y originales y se ha convertido en un referente tanto para artistas como para historiadores de generaciones posteriores. Su prematura muerte en 2009 dejó un vacío que la Universidad de Málaga (UMA) viene a suplir con El bricoleur y la ciudad: Juan Antonio Ramírez y el ecosistema del arte en Málaga, un homenaje en forma de exposición organizada por Rocío de la Villa y Maite Méndez.



Allí, las influencias entre el historiador y la vanguardia cultural de la ciudad iban en dos direcciones. Siempre se mantuvo en estrecha colaboración con los artistas que trataban de renovar las artes plásticas y se convirtió en un dinamizador y agitador de la cultura. De hecho, incluso creó una disciplina a la que denominó latoflexia (consiste en construir figuras doblando y cortando latas de conservas). Para el historiador y creador estas obras, basadas en parte en el imaginario de Alexander Calder, era "la demostración de que todos somos o podríamos ser reconocidos como artistas, como los escultores y arquitectos "margivagantes" que estudia en La arquitectura fantástica en España".



De aquella maleta, en los años 70, extrajo un objetivo claro: renovar la disciplina. La tarea la acometió primero con una tesis doctoral sobre el cómic femino español y, más tarde, con el ensayo Historia del arte y medios de masas (1976). Dos años después ganó las oposiciones a Profesor Adjunto de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid y en 1979 obtuvo una beca postdoctoral en el Warbug Institute de Londres. En aquella época, como muchos otros jóvenes, Ramírez se posicionó en contra del franquismo pero su paso por la capital británica con Thatcher al frente "le persuadió de la crisis internacional del marxismo y volvió convertido en un 'posmoderno'. No obstante, siempre conservó la idea de utopía, aquel principio de esperanza del filósofo marxista Ernst Bloch". Esa misma idea utópica que ya estaba rumiando para su futuro Templicón.



Sin embargo, la muestra de la UMA arranca "con su llegada en 1980 a la Universidad de Málaga y concluye con su exposición individual como creador de latoflexia en el año 2000". Dividida en cuatro secciones y a través de carteles, revistas, catálogos y cartas que reconstruyen la época y vídeos en los que se le ve en inauguraciones en las que fue protagonista, la exposición abarca todas sus caras y facetas: la activista, la de historiador, la de crítico de arte y la de creador.



Un ejemplo de latoflexia, disciplina desarrollada por Juan Antonio Ramírez

La primera sección acerca al espectador la documentación de Fiesta picassiana. La ascensión del Guernica a los cielos, una acción que ideó en 1981 para celebrar el regreso del cuadro de Picasso a España. Se trató de una procesión que marchó por el centro de la ciudad con cubos forrados de fragmentos de la obra que, atados a globos de colores llenos de helio, se elevaban hacia el cielo. En El Templicón se muestra el mueble-arquitectura diseñado y construido por Ramírez, cuya iconografía fue llevada a cabo por pintores de la nueva figuración de la movida malagueña como José Seguiri, Carlos Durán, Gabriel Padilla y Antonio Olveira.



La tercera se consagra a las colaboraciones que el crítico de arte hizo con artistas y escritores de Málaga como Diego Santos, Carlos Canal, José de la Calle y el colectivo Agustín Parejo School. Y al final del recorrido, acercándonos ya al año 2000, se presentan las obras (o juguetes) de latoflexia y latomía, un tipo de creación, en palabras de Ramírez "accesible, democrática y ecológica", en la que se muestran seis lámparas nunca antes vistas por el público.



Con todo, para las comisarias es justo afirmar que "hoy disfrutamos de la historia del arte que él construyó". Durante toda su trayectoria se mantuvo atento a los nuevos postulados del arte y a lo que las jóvenes generaciones tenían que contar. En cualquier caso, añaden, Juan Antonio Ramírez "pasará a la historia como un especialista en historia de la arquitectura utópica, de arquitecturas soñadas y arquitecturas de cine".



Ramírez se convirtió en una figura central de la cultura de la ciudad de la Costa del Sol reconocido también en el ámbito internacional. Consciente del encorsetamiento académico, Ramírez consiguió desarrollar una escritura divulgativa y apasionada que "le facilitó su presencia en los medios mayoritarios". Además, debido también a su formación como periodista, "solía contrastar las teorías artísticas que investigaba realizando obras del estilo correspondiente". Al teórico, que entendía el arte como un impulso colectivo, "le interesaban los procesos artísticos que tendían a la utopía y lo lúdico" y era partidario de un arte "auténticamente vanguardista que no se limitara a crear mercancías".



@scamarzana