En el umbral del sueño, 1992-1993

Era 1987 cuando Estrella de Diego publicó la tesis La mujer y la pintura en el siglo XIX español. En torno a esa fecha Paloma Navares (Burgos, 1947) comenzó una investigación que le llevó a revisar el papel femenino en la pintura a lo largo de la historia del arte. Fue entonces cuando la artista encontró una voz propia con la que, desde entonces, ha ejercido la "denuncia y la búsqueda de la libertad no solo en la vida diaria sino en el peso que ejerce la herencia cultural". Esa cosificación de la mujer en las artes es la tesis que defiende en Del jardín de la memoria, una muestra que le dedica el Museo Thyssen Bornemisza (donde expone por primera vez) hasta el próximo 22 de abril.



La exposición, compuesta por 11 obras, 18 objetos y dos piezas audiovisuales, propone una relectura de la historia del arte desde la perspectiva género, "un tema cada vez más actual", afirma Guillermo Solana, director de la pinacoteca. La figura de Eva ha sido un motivo habitual y Navares, apropiándose de esta iconografía, busca "hablar de la mujer y del aislamiento sufrido". En su trabajo se hace evidente, en palabras de Rocío de la Villa, comisaria de la exposición, que la mujer siempre ha sido objeto artístico mientras que el hombre ha ejercido de sujeto creador. Todas estas críticas se observan en una obra que, a pesar de su denuncia, es "lírica y poética", observa De la Villa.



Joven y mártir, 1992

Una década antes de la publicación de aquella tesis de una de las más destacadas historiadoras de nuestro país Paloma Navares decidió dejar de lado la pintura para consagrase a la performance, la videoinstalación, el vídeo y la fotografía. La artista "fue una pionera de los nuevos soportes y lenguajes en nuestro país", destaca Solana. En este caso Navares toma la imagen de la primera mujer y acude a los grandes maestros de la pintura para fragmentar obras como La ninfa de la fuente, de Lucas Cranach el Viejo, y reinterpretarla en En el umbral del sueño.



En otros casos "las manipula, las envuelve, las mete en fundas transparentes, las inmaterializa, les da un corazón o las mete en un ataúd de cristal", continúa el director. En la serie Corazón ardiente personifica a Santa Catalina de Alejandría, de Caravaggio, Retrato de una mujer joven llamada 'La Bella', de Palma el Viejo y Venus y Cupido, de Rubens. La cosificación, el aislamiento y el voyeurismo "está en todas partes y estas bellas están acechadas por los diferentes dispositivos que usa Navares", explica Solana.



Luz del pasado, 1994-2007

"En la deconstrucción de la pintura he buscado la fragilidad de la temática", describe la artista. En una vitrina la artista ofrece objetos de la serie Fragmento del jardín de la memoria en los que la carga emocional e intuitiva se hace patente. Una lupa sobre una postal de La ninfa de la fuente, una Eva Iluminada a partir de El baño de Diana (La Fuente) de Corot y un objeto 'cascada' con reproducciones de varias evas. "No solo son objetos sino poesía del alma, son elementos de artificio con los que interactuamos a cada minuto", sostiene Navares. La muestra, además, se prolonga por las salas 8, 9, 10 y 33 de la pinacoteca con la instalación de algunas de sus obras en diálogo con los cuadros de la colección permanente del Thyssen como Adán y Eva, de Jan de Gossaert y Bailarina basculando (Bailarina verde), de Edgar Degas.



Recientemente se ha clausurado la muestra Iluminaciones, en KuboKutxa de San Sebastián con más de 20.000 visitas, en la que la comisaria quiso hacer hincapié en dos aspectos: por un lado darle la relevancia que se merece como "pionera de la videoinstalación con su participación en los años 80 en los festivales celebrados en el Círculo de Bellas Artes". Del otro, reivindicar a "una de las primeras artistas feministas que hablan del género".



@scamarzana