Yuxtaposiciones maravillosas es una de las cinco áreas temáticas en las que se divide esta exposición. En el centro Rueda de bicicleta (1913) de Duchamp

El Palacio de Gaviria acoge, hasta el próximo 15 de julio, una exposición que reúne 180 obras prestadas por el Museo de Israel de los principales representantes del surrealismo y del dadaísmo.

Fue mansión en el siglo XIX, discoteca después y desde hace algunos años sede de exposiciones. El Palacio de Gaviria abre sus puertas para acoger la obra de estos grandes artistas del surrealismo y del dadaísmo, en una exposición que juega con sus grandes espejos, su salón de baile y su estructura particular para devolver una experiencia surrealista "per se", en palabras de la comisaria de la muestra, comisaria también del Museo de Israel, Adina Kamien-Kazhdan.



Reunidos bajo el título de Duchamp, Magritte y Dalí. Revolucionarios del siglo XX, junto a los tres artistas que encabezan el cartel, figuran además otros grandes nombres como Ernst, Tanguy, Man Ray, Picabia, Calder, Schwitters, Höch, Blumenfeld, Janco, con un total de 180 de las más de 800 piezas que el académico, marchante y poeta milanés, Arturo Schwarz, donó al Museo de Israel de Jerusalén en 1988 y que ahora llegan prestadas a Madrid. De todas ellas, "aunque salten estos tres nombres -subraya Óscar Tusquets Blanca, responsable del montaje- hay una coherencia tremenda con muchos otros artistas y fotógrafos presentes". Para el arquitecto, el valor de estas piezas que proceden de "una colección privada de un intelectual", es que se trata de obras "muy significativas de los inicios" de estos virtuosos.



Marcel Jean: El Espectro de la Gardenia, 1936/1968

La exposición que "ha tenido muchas evoluciones y revoluciones", según informa Kamien-Kazhdan, mezcla dadaísmo y surrealismo "como dos olas que se cubren la una y la otra, que comparten temáticas conjuntas". Es por ello, que el paseo por los entresijos de esta muestra se organiza por sesiones temáticas, distinguidas por colores, en lo que el arquitecto de la muestra ha valorado como "un acierto de los comisarios" por no "agrupar por cronología ni autores, sino por grandes temas".



Cinco áreas con cinco títulos tan sugerentes como Yuxtaposiciones maravillosas, El automatismo y su evolución, Biomorfismo y metamorfosis, Ilusión y paisaje onírico y Deseo: musa y abuso, ubicado este último en lo que se construyó como la sacristía del palacio. Con el objetivo de "difuminar las fronteras de la vida entre el arte y la vida cotidiana", la exposición recorre algunos de los temas referentes del surrealismo y del dadaísmo como el cuerpo femenino, el azar o el movimiento. Tal es el caso de Rueda de bicicleta de Duchamp, que data de 1913, cuatro años antes que la popular La fuente del artista. "Querían mostrar el movimiento, coger estos elementos -a partir de la rueda en sí, la sombra y el espacio -para crear la chispa del movimiento", explica ahora la comisaria. Otras piezas como las de Hannah Höch, "una de las primeras artistas que combinó hombres y mujeres y jugó con la cuestión del género", Man Ray con su escultura Lo que nos falta a todos, ese sueño de lo que no se puede conseguir, lo que todos echamos de menos o El enigma de Isidore Ducasse, forman parte de este recorrido.



Recreación de la sala Mae West de Dalí, realizada por Óscar Tusquets Blanca

No obstante, entre su mayor reclamo, destacan también Main Ray (1935) de Man Ray, el Ensayo surrealista (1934) de Dalí, símbolo del paso del tiempo, o El castillo de los Pirineos (1959), de Magritte, una obra donada por el abogado del pintor en la que se aprecia una roca gigante suspendida en el aire con un castillo en su cima. "La piedra niega a las fuerzas de la gravedad y va contra la ley de la lógica", mientras que el castillo simboliza "el sueño de algo que solo podemos soñar conseguir".



Con todo, esta es la segunda exposición de estas características, ya se exhibió anteriormente en Bolonia, que se organiza fuera de Israel. En ambos recorridos, salvo alguna pequeña variación en el número de obras totales, el espacio ha jugado un papel tan importante que en realidad parecen dos exposiciones distintas, explica Iole Siena, directora de Arthemisia, organizadora de la muestra.



Max Ernst: El rey jugando con la reina, 1944

"A pesar de la dificultad del espacio, que es laberíntico -añade Tusquets al respecto-, funciona y funciona bien". Amigo y colaborador de Dalí, él es el artífice, además de la réplica de la instalación de 1200 sacos de carbón en homenaje a Duchamp , de la recreación de la sala Mae West, que llega a Madrid con una interesante novedad: "Hay una cámara que filma el espacio, que era la idea original del pintor. En Figueras está prohibido por la cantidad de gente que va, pero me parecía una gran pena. Aquí la experiencia va a ser mejor".



Con su renovado patio andaluz para la ocasión, "nos pareció que este palacio tenía un gran potencial", concluye Iole Siena. Después de su utilidad como discoteca, presentaba síntomas de cierta decadencia en su primera etapa, pero "mantenemos el proyecto de convertir y presentar nuevos espacios" a medida que vayamos organizando exposiciones, como en la próxima, de Tamara de Lempicka.



@mailouti