Picasso en La Californie realizando Plato con fósil de pez, 1957

Un pollo asado con trufas saliendo del horno, pulpo, lenguado, butifarra catalana, huevos fritos… No se trata de un plato combinado sino de la recuperación de la gastronomía que habita en la obra de Picasso. Naranjas, limones, melocotones. En ocasiones el artista representa en sus obras platos comestibles, en otros casos… bueno, no tanto. A este tema se rinde La cocina de Picasso, una muestra de más de 200 obras entre pinturas, esculturas y archivo inédito que presenta el Museo Picasso de Barcelona hasta el próximo 30 de septiembre.



"La iniciativa no es en absoluto incongruente, pues la cocina es un sutil factor revelador de las artes de Picasso", afirma Emmanuel Guigon, director del museo. No se trata, han querido matizar, de una acumulación de comida en sus obras sino de cómo la cocina, por ejemplo, se convierte en un espacio creativo que le recuerda, las veces, a su niñez en Málaga. También para poner sobre la mesa que, a menudo, revivía y rememoraba la España que había dejado atrás.



La gastronomía española no solo es algo que atraviesa la obra del pintor malagueño, los restaurantes también eran lugares de encuentro de las vanguardias. Entre 1897 y 1903 el joven Picasso empezó a frecuentar con asiduidad el Quatre Gats. El encargado del restaurante barcelonés, Pere Romeu, pronto se fijó en él y le pidió que diseñara el menú y el cartel del plato del día. En París haría lo mismo: "¿Qué puede haber más familiar para un pintor, para pintores de Montmartre o de Montparnasse, que su pipa, su tabaco, la guitarra que cuelga sobre el diván o el sifón puesto encima de la mesita de café?", se pregunta Picasso a propósito de la iconografía del cubismo.



Niño con langosta, 1941

Fue en la capital francesa, durante la guerra, donde escribió una obra de teatro, en tan solo tres días, protagonizada por una tarta "que tiene unas costumbres eróticas bastante libres", y una cebolla. Cada detalle de la vida diaria entraba en su obra de una manera natural; una cuchara para el vaso de absenta, una botella de Anís del Mono o el un pollo cebado. Alcachofas, asados, chorizos. Pero también los utensilios que se pueden encontrar en una cocina se convierten en objeto escultural para el artista pues son vehículos de su pensamiento.



Dividida en diez secciones en cada de una de ellas se cuenta un relato. "Durante toda su vida, de inicio a fin, pintó cocinas como espacios creativos", explica Guigon. De hecho, la muestra arranca con dos pinturas de cocinas realizadas en Málaga y acaba con un cuadro de grandes dimensiones titulado La cocina. Pero hay alusiones mucho más sutiles como las uvas que incluye en Las señoritas de Aviñón, los bodegones, más vivos que muertos, o las esculturas que erige a partir de instrumentos de cocina.



En la sección dedicada al grabado Picasso se convierte en jefe de cocina en compañía de unos ayudantes que le preparan, por ejemplo, el color de la futura obra. "No es un exposición exagerada, hay cuadros conocidos y cada sala tiene su poesía y relato", asegura el director del museo. También su poesía está llena de metáforas que aluden a la comida, como cuando escribe: "Fíjese, en esta naturaleza muerta he puesto un manojo de puerros. Pues bien: lo que me gustaría es que mi lienzo oliera a puerro". No es de extrañar, por otro lado, ya que a menudo Picasso escribía sentado a la mesa de la cocina.



Restaurante, 1914

En 1943, tras frecuentar de manera recurrente El Bufé de Le Catalan se decidió a inmortalizarlo en dos versiones de una misma pintura. Al día siguiente de hacerlo el restaurante había desaparecido, como si la realidad que el pintor había retratado hubiera cambiado de dirección. "Llevaba meses almorzando en Le Catalan, y hacía meses que observaba su bufé sin pensar en nada más que en qué es un bufé. Un día decido hacer un cuadro. Lo hago. Al día siguiente, cuando llego, el bufé ha desaparecido, el lugar que ocupaba está vacío... Debí de cogerlo sin darme cuenta al pintarlo", dijo el artista. Sin querer, lo había engullido.



Ya lo dijo él: "Ya no puedo más de este milagro que es no saber nada del mundo y no haber aprendido nada sino a querer las cosas y a comérmelas vivas". Picasso le había hincado el diente. Al arte y a la vida.



@scamarzana