Vista de la exposición
El Museo Reina Sofía inaugura este miércoles Dadá ruso, 1914-1924, una exposición de 500 objetos que indagan en la vanguardia rusa desde la perspectiva del movimiento dadaísta. La negación, la ironía, el absurdo y el azar unieron a estos artistas que se promulgaron contrarios al futurismo italiano con el que se les ha asociado.
La negación, la ironía, el absurdo y el azar son algunas de las características que definen este movimiento que quiso "romper con el arte idealista", ha comentado Manuel Borja-Villel, director del museo. La muestra se acota en sus años de máximo apogeo, coincidentes con el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) y la muerte de Lenin (1924) para mostrar sus extravagantes performances, sus campañas antibelicistas, la negación del arte clásico y su modo de aunar lo visual y lo verbal. Todos son, claro, rasgos que compartieron la vanguardia rusa y el movimiento dadá internacional.
Nadezhda Udaltsova: Figura roja, 1919
"La vanguardia rusa rechazaba la relación con el futurismo italiano, criticaba el avance tecnológico y lo parodiaba para epatar y perturbar los valores tradicionales", explica Margarita Tupitsyn, comisaria de la misma. Muchos de estos artistas, continúa, "hicieron exposiciones antiacademicistas a base de relieves realizados con objetos encontrados, cuadros con ensamblajes o ready-mades". Todo esto, que fue "vital para el Dadá que se fundó en el Cabaret Voltaire de Zúrich" en 1916, está presente en la primera sección de la muestra que hace uso de la risa y la parodia para mofarse de la destreza técnica.Aquí, además de mencionarse la ópera Victoria sobre el sol (considerada una obra protodadaísta), se muestra el cuadrado negro de Malévich que inauguró un antiarte que se convirtió después de símbolo antibélico, o las obras realizadas con regla de Ródchenko que buscaban ser un concepto. La llegada de la Primera Guerra Mundial "agitó la actitud antibelicista" de la vanguardia rusa que promovió movimientos en contra de la contienda. Aléksei Kruchónij, Malévich, Vladímir Mayakovski y Olga Rózanova crearon carteles, collages y "campañas contra la brutalidad alemana".
Vladimir Mayakovski: escenografía y diseño de vestuario para Misterio bufo, siete pares de puros, 1919
El fin de la contienda también supuso la reconciliación entre la comunidad artística del Oeste y el Este. Por eso "la última sección tiende puentes entre los dadaístas y los artistas rusos que vivían en París, Berlín y Nueva York". Natalia Goncharova, El Lisitzki, Mijail Lariónov, Iván Puni, Serguéi Sharshun y Iliá Zdanévich son algunos de los artistas cuya obra se expone en esta última sección. Su punto de encuentro fue la galería berlinesa Der Sturm, donde expusieron y pusieron en pie actos como Veleda del Corazón Barburdo en 1923.
Vista de la exposición
En esta misma época Mayakovski fue el pegamento que unió el entorno ruso y el europeo. Este artista viajó a Berlín en 1922 para ver la primera exposición de arte ruso que reunió las obras no objetivistas, modelo politizado de "arte no objetivo que popularizó El Lisitzky". El Monumento a la Tercerca Internacional de Tatlin "se convirtió en el paradigma del antiarte" y los viajes a Europa de Mayakovski hicieron circular en Rusia "reproducciones de las obras dadaístas", explica la comisaria.Al mismo tiempo, el artista David Burliuk "escapó a la purga anarquista de los bolcheviques y se unió en Nueva York a la coleccionista Katherine S. Dreier. Al poco tiempo se popularizó y empezó a mostrar su obra junto a Marcel Duchamp". Con todo, la integración de los artistas rusos en los círculos dadaístas, como dice Manuel Borja-Villel, "muestran cómo la relación entre el centro y la periferia era sólida".
@scamarzana