Detalle de una portada de La Codorniz diseñada por Enrique Herreros
El Reina Sofía ha recibido la donación de 30 portadas originales de la emblemática revista humorística La Codorniz realizadas por el ilustrador Enrique Herreros (Madrid, 1903 - Picos de Europa, 1977). Su hijo, de igual nombre, ha legado a la institución estas y otras 15 obras de su padre, aguafuertes de la serie Tauromaquia de la muerte.Herreros fue un reconocido ilustrador, cineasta, dibujante y humorista que desarrolló un trabajo artístico interdisciplinar desde la década de los veinte en adelante. La presencia de Herreros en La Codorniz fue realmente significativa: autor de más de ochocientas portadas, miles de dibujos y cientos de collages, fue uno de los principales responsables del diseño artístico y estilo visual de la revista, caracterizada por el humor y la ironía.
El conjunto de obras es de gran interés para la colección del museo ya que se enmarca en la línea de investigación que se viene desarrollando sobre lo popular en el arte de vanguardia y el humorismo gráfico durante la posguerra en España. Asimismo hay que destacar que el interés también radica en la práctica inexistencia en el mercado de los materiales originales de las portadas de la revista.
Portadas de La Codorniz diseñadas por Enrique Herreros
Por su parte, los 15 aguafuertes, de naturaleza goyesca, de la serie denominada La Tauromaquia de la muerte, fueron realizados por Herreros en el año 1946. En ellos se aprecia la calidad del autor como grabador y su dominio del aguafuerte y son de interés para la colección del museo ya que se relacionan con la iconografía clásica del arte español finisecular y con la obra gráfica de otros autores españoles primordiales para la misma, como Goya y Gutiérrez Solana.
Antes de la aparición de La Codorniz, Enrique Herreros destacó en los años veinte publicando dibujos en las revistas más relevantes del momento (Muchas gracias; Gutiérrez o Buen Humor) y elaborando carteles de cine para la productora Filmófono. Desde entonces forma parte del grupo creativo conocido, a posteriori, como "la otra generación del 27", junto con Miguel Mihura, Tono, López Rubio, Neville o Poncela. Con ellos, durante la guerra civil, trabajó para la revista La Ametralladora, y a partir de 1941, y hasta su muerte, en La Codorniz.
A lo largo de su vida, también realizó pintura al óleo y aguafuertes como los ahora donados al Reina Sofía. En su faceta cinematográfica dirigió las películas María Fernanda La Jerezana (1946) y La muralla feliz (1947). Mihura, director de La Codorniz hasta 1944, y sus colegas -el núcleo duro lo formó con Tono y Herreros-, tuvieron que negociar su lenguaje artístico, pues como subraya el crítico Felipe Hernández Cava "la posguerra no parecía dispuesta a aquellas alegrías modernas de antaño".