Roberta Marrero
Las imágenes de Roberta Marrero beben del cómic, de los artistas surrealistas y de lo oculto. También hace uso del manuscrito como una especie de ejercicio de escritura automática que aporta espontaneidad a los rostros que inmortaliza. Su segundo libro ilustrado, We Can Be Heroes. Una celebración de la cultura LGTBQ+ (Lunwerg) es eso, un recorrido por aquellos que, de algún modo, han contribuido a la visibilización y normalización de las minorías sexuales. Boy George, Madonna, Bowie, Virginie Despentes, Lorca, Alaska, Paloma Chamorro pero también Rocío Jurado protagonizan este compendio con prólogo de Paul B. Preciado.La obra de Marrero, que ha dibujado desde pequeña, va de lo personal a lo político, porque lo personal es también político y se ha visto en exposiciones tanto individuales como en colectivas como la de David Bowie Is. Actualmente está preparando una exposición en una sala de arte contemporáneo de París en la que recopila su trabajo "fundamentado en la figura femenina que va desde Bowie a Virginia Woolf. Es lo que considero yo femenino, que no tiene por qué ser una mujer", apunta. Y hace hincapié en que el arte puede ser político, al igual que la cultura popular. "Aunque esta esté blanqueada para llegar a lo mainstream puede ser política. Cuando Beyoncé sale con la palabra 'feminista' escrita detrás de ella en los conciertos está haciendo política", sostiene.
"We Can Be Heroes fue un reto, me senté a escribirlo desde mi verdad, no intenté ser Judith Butler en El género en disputa", comenta Marrero, que en este volumen recorre 40 años de lucha, desde los años 70 hasta la actualidad. "En Estados Unidos y en buena parte de Europa la homosexualidad, en la que se incluía la transexualidad, era ilegal. Antes de los fascismos en Europa hubo un despunte pero Hitler acabó con ese poquito de luz y Franco hizo lo mismo en España", recuerda. Hubo que esperar a que fuera legal para sacar de la sombra la subcultura gay y transexual. En ese sentido, los disturbios de Stonewall marcaron un punto de inflexión: a la 1.20 de la mañana del 28 de junio de 1969 cuatro policías entraron en el bar Stonewall Inn de Greenwich Village para hacer una redada. El colectivo, por primera vez en Estados Unidos, reunió el valor suficiente para echarse a la calle en una serie de manifestaciones que son ahora el origen del movimiento LGTB. "La lucha, desde que se ha podido hacer abiertamente, ha sido siempre la misma, que es tener derechos básicos para todos. A veces olvidamos que todavía en muchos países está penalizado con la muerte. Esto no es un capricho sino una necesidad de existir", anota Marrero.
Por eso todos los personajes que se dan cita en estas 215 páginas tienen una historia que contar. El caso de Lorca, asesinado por homosexual y masón, sirve a Marrero de excusa para introducir otros temas como el oscuro periodo que se vivió en España con la dictadura franquista o la homofobia imperante de la sociedad de esa época. Para ello recupera las palabras de Camilo José Cela en el centenario del nacimiento del poeta en 1998: "Ojalá dentro de cien años los homenajes a Lorca sean más sólidos, menos anecdóticos y sin el apoyo de los colectivos gays", dijo el premio Nobel. "Como si la sexualidad de un artista no tuviese ningún valor, como si no marcase su vida y, por lo tanto, su trabajo", escribe Marrero en ese capítulo.
Franco y Lorca vistos por Marrero
La sociedad está cambiando, claro, pero la convivencia sigue sin ser igualitaria. Quien conoce también el tema desde dentro y quien, por supuesto, no podía faltar era Virginie Despentes, cuya Teoría King Kong, convertida ya en clásico, fue un descubrimiento para Roberta Marrero. "Antes de ser feminista fue punk y se nota en su manera bastante cortante, en el mejor sentido de la palabra, de contar las cosas". Lo más interesante de Despentes, opina, es que está con los tiempos, "no es una feminista de la vieja escuela que obvia las nuevas luchas", especifica.
Sin embargo, el nombre que quizá más sorprenda encontrar en este volumen es el de Rocío Jurado aunque, tras la lectura del capítulo queda legitimada su presencia. En los años 80, cuenta la escritora y artista, cuando Mercedes Milá preguntó a la folclórica por su público homosexual esta respondió que "todos teníamos un sitio y nos invitaba a entrar". Además, se declaró feminista de una "manera muy simple, diciendo que lo era porque serlo es defender a las mujeres". También las letras de sus canciones aumentan su figura: "Rocío Jurado hablaba de un tema tabú como es la sexualidad femenina, hablaba de mujeres que dejan a sus maridos porque ya no los desean (Lo siento mi amor), de mujeres que mantienen relaciones con hombres casados (Señora), del orgasmo femenino. Todas esas sexualidades periféricas vimos un espejo en Rocío Jurado".
Actualmente, cree, hay más referencias que nunca y la sociedad vive un momento dorado. Aunque aún no se sabe el impacto que tendrán en un futuro, además de a Despentes destaca a Anohni, Beth Ditto, Laverne Cox, Mikky Blanco o las series Transparent o Pose, "la nueva serie de Ryan Murphy que tiene el casting con mayor número de actrices transgénero hasta el momento". La cultura, en su totalidad, ayuda pero Marrero cree que películas como La chica danesa o Lola Pater no son la solución. "Mientras los actores y actrices cis interpreten a personajes trans no vamos absolutamente a ningún sitio. Una actriz cis interpretando a alguien transexual sigue siendo más de lo mismo", critica.
@scamarzana
La transexualidad sigue siendo invisibilizada
Ilustraciones de Boy George y Bowie
En la experiencia de Roberta Marrero, y de esto sabe mucho, la transexualidad y la intersexualidad siguen siendo las grandes desconocidas. Esto conlleva que la gente te "deshumanice y no piensen en ti como alguien que necesita comer, pagar un alquiler y existir. Estamos en un estado de marginalidad bastante grande y yo tengo suerte, sobre todo porque puedo hablar y dar voz para que se nos escuche, pero si mañana tuviera que ir a buscar un trabajo 'normal' no me lo darían", asegura."También la gente LGTB peca muchas veces de homofobia, lesbofobia, transfobia o misoginia. Nos educan en ello y reeducarnos es cosa nuestra, además las leyes van por una lado y la convivencia por otro", sostiene. Por eso, cuando Roberta Marrero vio por primera vez en la televisión a Boy George entendió que había otro mundo entero ahí fuera. Ver que "hay otras personas que también son 'raras' te hace ver que otra vida es posible. Cuando Boy George apareció en la pantalla de mi televisión en 1983 me enseñó que el mundo no era en blanco y negro, que era en color".
Hace escasamente una semana la Organización Mundial de la Salud despatologizaba la transexualidad como enfermedad mental pero para la artista esta noticia tiene una parte de "mentira". Ahora hay "una incongruencia de género, ya no es una enfermedad mental pero aún seguimos necesitando que alguien nos diagnostique como hombre o mujer para empezar nuestro cambio. Es una victoria que ha hecho mucho ruido pero no es más que un pasito".