Video mapping en la fachada del Museo del Prado

Especial: Lo mejor del año

Nos ha quedado una lista bastante equilibrada: arte antiguo, moderno y actual, en exposiciones celebradas en Sevilla, Madrid, Bilbao y Barcelona. El IV centenario del nacimiento de Murillo se lleva la palma con las dos muestras que lo cierran, brillantemente: una que reivindica la excelencia de su pintura y otra que pone al día, a través de interpretaciones contemporáneas, sus temas. El Museo Prado, que ha metido al gran Lorenzo Lotto entre nuestros primeros puestos, ha prologado su bicentenario -será en 2019- con una exposición que no ha despertado entusiasmo y con una campaña de crowdfunding, la primera que lanza y cumplida por los pelos, para adquirir una obra de Vouet. Este año el Prado ha contado con ingresos extra: algo más por parte del Estado pero también los 2,3 millones que ha pagado el periódico japonés The Yomiuri Shimbun por llevar 71 obras de Velázquez y sus contemporáneos a Tokio y Kobe, un récord absoluto en España en cuanto al alquiler de colecciones. También el Museo Thyssen recurrió al micromecenazgo, para restaurar una obra de Canaletto, sobrepasando ampliamente el objetivo económico, y ha apostado, como ya es habitual en los grandes museos, por convertir las restauraciones en eventos expositivos y mediáticos: con la presentación de la ya relimpia Santa Catalina de Caravaggio se ha marcado su mayor impacto del año. Aunque, en este terreno, el trofeo ha de llevárselo la reapertura del Pórtico de la Gloria en Santiago, cuyo recuperado cromatismo embelesa a los turistas tras soportar largas colas. Al nuevo Ecce Homo, el San Jorge de Estella, los colores se los han puesto, con informe de "siniestro total".



El panorama museístico anda más o menos tranquilo, con sus méritos y sus miserias -hubo de nuevo huelgas de trabajadores, en Barcelona-, y parece haberse detenido del todo la creación de nuevos museos públicos. Mencionaría solo la del modesto Museo Cristina García Rodero, en su localidad natal, Puertollano, como ejemplo de iniciativa con sentido y bien dimensionada, y el Museo Bellver, en Sevilla, con el conjunto donado a la ciudad por este coleccionista que acaba de fallecer, por lo que anuncia: la consolidación de la modalidad de "museo express", montado con donaciones o, más frecuentemente, depósitos de colecciones particulares. Se preparan los dos museos (¡ay!) para Roberto Polo en Toledo y Cuenca, el que tendrá (si el Ministerio no recula) Ella Fontanals-Cisneros en Tabacalera, el de Patricia Sandretto en Matadero, el de José Mª Lafuente en Santander… Las colecciones públicas no compran y el patrimonio mueble se escapa allende nuestras fronteras. En 2018 se ha agudizado la urgencia de dar la máxima transparencia a la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Bienes del Patrimonio Histórico, y de forzar a la Iglesia a completar sus inventarios de bienes artísticos de manera que se eviten hechos como la reciente aparición en el Rastro madrileño de piezas procedentes de un convento granadino, o la desaparición de cuatro esculturas de La Roldana de la catedral de Cádiz, que fueron luego devueltas.



¿La polémica del año? Seguramente la retirada de ARCO -Urroz ha traspasado la dirección a Maribel López- de los presos políticos de Santiago Sierra, comprados luego por un empresario catalán y expuestos en Lérida y Barcelona con honores. Una censura asimilada y casi inofensiva. Peor trago están pasando Clemente Bernad y Carolina Martínez, que se enfrentan a dos años de cárcel, acusados de revelación de secretos por grabar en la cripta del Monumento a los Caídos de Pamplona, donde la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz realiza cada mes misas en honor a los golpistas.



El Congreso de los Diputados aprobó el informe de subcomisión para la elaboración de un Estatuto del Artista al que le falta aún bastante recorrido. Pero es un gran avance. Queda mucho por debatir y hacer para dar forma a la identidad social del artista -aportaciones y obligaciones de una parte, derechos y reconocimiento de otra- y a la presencia pública del arte. Se cierra el año con la querella entre los historiadores y los divulgadores, a cuento de la exposición sobre Leonardo en Madrid, que nos lleva a meditar sobre la pertinencia, o no, de una cultura de espectáculo, o ahora que estamos en Navidad, de lucecitas. En Vigo, el alcalde desprecia la labor realizada en el MARCO durante años para acercar el arte contemporáneo a los ciudadanos pero gasta un potosí en envolver la ciudad con LEDs que encandilen a los turistas. Naturgy, que es también una eléctrica, cierra su Museo de Arte Contemporáneo en La Coruña mientras lleva de aquí para allá su "camión sostenible" que hace autopromoción interactiva. Paneles luminosos y proyecciones como las de Van Gogh Alive. The Experience, que se acaba de inaugurar ¡en el Círculo de Bellas Artes! son la norma en las exposiciones "para todos los públicos". Pero el último grito es el video mapping, que usa las fachadas y los jardines como soporte de refulgentes espectáculos visuales. Las empresas que los producen se deben estar haciendo de oro. A veces intervienen artistas de renombre, como en el festival Luz y Vanguardias de Salamanca (este año, Eugenio Ampudia, Darya von Berner, Juan López y Charles Sandisson; patrocina Iberdrola, por cierto) o en Bonaval para el 25° aniversario del CGAC (Javier Riera) pero lo habitual es contar con diseñadores y técnicos más o menos creativos, como se ha hecho en la basílica de Covadonga, en el puerto de Santander, en el Congreso para el 40° aniversario de la Constitución o en el propio Museo del Prado. Que la noche no nos confunda.



Algunos nombres, para terminar. Nos han dejado Julio López Hernández, Eduardo Arroyo, Miguel Ángel Campano, Berta Cáccamo, Darío Villalba, Juan Hidalgo, Isabel Baquedano, José Manuel Costa, Francisco Calvo Serraller, Carmen Bernárdez. Ángel Bados, Premio Nacional de Artes Plásticas. Leopoldo Pomés, Premio Nacional de Fotografía. Antoni Miralda, Premio Velázquez. No sin runrún: recuerden el lío de los miembros del jurado de los premios nacionales que fueron invitados y, con el cambio de gobierno, dispensados.



@ElenaVozmediano