La Bauhaus se divierte
Orquesta de la Bauhaus, Dessau 1930. © Bauhaus-Archiv Berlin
Fueron buena prueba de la mezcla entre vida y arte que trajo consigo la escuela. Las fiestas fomentaban las relaciones y una catarsis creativa sin límites. La historiadora del arte y especialista en Bauhaus Mercedes Valdivieso repasa algunas de ellas.
En cuanto a las intenciones pedagógicas, las fiestas tenían el objetivo de crear un sentimiento de colectividad, sirviendo a su vez como una especie de terapia de grupo o catarsis. “La Bauhaus aprendía a reírse de sí misma y personas que estaban enemistadas comenzaban a trabajar juntas sin considerarse insoportables”, escribió la esposa de Walter Gropius, Ise. Otra de las funciones pedagógicas que cumplían las fiestas era estimular la creatividad a través del “impulso del juego” (Spieltrieb), como había postulado Friedrich Schiller en sus Cartas sobre la educación estética del hombre (1795), donde definía el juego como el motor de la creatividad, debido a que no perseguía ninguna función práctica. Las fiestas y reuniones en Weimar fueron, acordes con los tiempos que corrían -hacía solo unos meses que había acabado la guerra cuando se inauguró la Bauhaus-, más modestas e íntimas que las de Dessau. Al principio se organizaban todas las semanas encuentros en los que estudiantes y profesores leían poesías o extractos de libros de sus autores favoritos. A partir de 1920 éstas cobraron un carácter más ambicioso. El 14 de abril de 1920 inauguró las 'Veladas de la Bauhaus' (Bauhausabende) Else Lasker-Schüler, una de las poetisas más famosas del expresionismo. El calendario escolar estaba marcado por una sucesión de celebraciones. A la Navidad le seguía la época del carnaval con sus fiestas de disfraces. El 18 de mayo se celebraba el cumpleaños de Walter Gropius, con gran alborozo. A la onomástica del director le seguía la 'Fiesta de los farolillos' (Laternenfest), que habitualmente se hacía coincidir con el solsticio del verano y, en otoño, tenía lugar la 'Fiesta de las cometas' (Drachenfest).Toda la Bauhaus relumbró con brillo metálico y centelleantes e inumerables bolas en la “fiesta del metal”
Erich Consemüller: Mujer sentada en la silla Wassily de Marcel Breuer, máscara de Oskar Schlemmer y vestido de Lis Beye, h. 1927. © Klassik Stiftung Weimar/ Stephan Consemüller (Erich Consemüller)
En Dessau, la nueva sede de la escuela a partir de 1925, las fiestas se convirtieron en el campo de experimentación para las escenificaciones y piezas de danza de Oskar Schlemmer y el taller de teatro. Bajo un lema unificador, 'La fiesta blanca' (Das weiße Fest) o la 'Fiesta del Metal' (Metallisches Fest) se diseñaban tanto los decorados como los disfraces y las invitaciones. Su organización requería semanas de intensa actividad. El acompañamiento musical de estas fiestas estaba a cargo de los propios estudiantes y la Orquesta de la Bauhaus (Bauhaus-Kapelle) gozó de gran popularidad no sólo dentro de la escuela. Desgraciadamente no se conserva ninguna audición de esta orquesta, pero, por lo que cuentan sus protagonistas, debió de tratarse de una especie de jazz que, a diferencia del americano, tenía sus raíces en melodías de la Europa oriental y de la tradición judía. Con 'La fiesta blanca' (Das Weiße Fest), que se celebró el 20 de marzo de 1926, la Bauhaus de Dessau hizo su ensayo general en la escenificación de festejos. El lema escogido fue “2/3 partes de blanco, 1/3 de color y ésta a cuadros, a lunares o a rayas”, como reza en la tarjeta de invitación diseñada por Herbert Bayer. El taller de teatro se presentó por primera vez con obras propias ante el público.T. Lux Feininger: Salto sobre la Bauhaus, h. 1927. © Bauhaus-Archiv Berlin / Nachlass T. Lux