Es posible que muchos ya no se acuerden, o lo hagan vagamente, de lo que era el intercambio de cartas. Con internet la sensación de recibir una misiva de un amigo en un momento inesperado se ha esfumado. Un aspecto positivo que ha traído consigo es la inmediatez con la que nos llegan las noticias, ya sean locales, nacionales como internacionales. Pero no siempre fue así. Para recordarnos cómo era la comunicación postal con ultramar y la correspondencia generada para facilitar el gobierno, el comercio o el intercambio de noticias entre Europa y América durante más de tres siglos a partir del Descubrimiento de América, el Archivo General de Indias inaugura la exposición La carta en el camino.
El recorrido recoge el funcionamiento de las rutas oceánicas que permitieron el desarrollo de la comunicación postal entre dos continentes desde finales del siglo XV y, especialmente, tras la reforma del correo realizada en 1764 durante el reinado de Carlos III. Este largo trayecto de miles de kilómetros, que no siempre fue fácil ni se realizó de manera eficiente, fue posible gracias a la intervención de correos mayores, embarcaciones y oficiales, y a un sistema postal de marcas y tarifas que se aplicaban a las cartas muchos años antes de la adopción del sello adhesivo.
Entre los más de ciento cincuenta documentos destaca una de las cartas originales de Colón conservadas en el Archivo General de Indias, que se expone por primera vez desde 2006. Se incluyen además algunos de los ejemplos de correspondencia más relevantes conservados en los fondos del archivo sevillano: cartas de conquistadores, de reyes, sultanes o emperadores, de autoridades, anónimas, cifradas, de santos, escritas en otras lenguas, e incluso de investigadores del propio Archivo.
La mayor parte de los documentos proceden del archivo sevillano, a los que se unen también ejemplos del Archivo Histórico de la Nobleza, de Toledo, relacionados con los correos mayores americanos, así como de importantes colecciones privadas. Dentro de las aportaciones particulares sobresalen las cartas conducidas por los mensajeros conocidos como chasquis en el virreinato de Nueva Granada, procedentes de la colección de Eugenio de Quesada. Destacan también los documentos pertenecientes a Jesús Sitjà Prats, que incluyen una de las pocas cartas que se han conservado del primer día de circulación del sello en España, el 1 de enero de 1850.
El título escogido viene del poema de Pablo Neruda del mismo nombre que acaba así: "Y así esta carta se termina / sin ninguna tristeza: / están firmes mis pies sobre la tierra, / mi mano escribe esta carta en el camino, / y en medio de la vida estaré / siempre / junto al amigo, frente al enemigo, / con tu nombre en la boca / y un beso que jamás / se apartó de la tuya".