Hay varias formas de combinar arte e Inteligencia Artificial (IA). La más directa, pero también la menos interesante, puede ser la generación de obras artísticas (pintura, música, etc) por parte de programas. Se trata de realizaciones imitativas que impactan en los medios de comunicación y que cuestionan, desde el punto de vista intelectual, algunos aspectos sobre la creación. Otra relación se produce cuando la IA es la materia con la que se hace el arte, como el óleo o el mármol. En este caso, el artista utiliza los algoritmos para concebir nuevos procesos, visualizaciones o narrativas. En otras ocasiones el arte usa la IA como tema de su producción y expresa una visión, frecuentemente crítica.
En este artículo planteamos una manera alternativa de relación entre el arte y la IA: poner en valor la creatividad de los artistas para construir nuevas aplicaciones. El planteamiento no es original en absoluto. Por ejemplo, Einstein defendió toda su vida la importancia de la intuición, la imaginación y la creatividad en los procesos de la investigación. De hecho, su obra científica constituye un buen ejemplo de que los atributos artísticos y las perspectivas disruptivas que aportan, pueden ser herramientas eficaces para llegar a nuevos conocimientos.
Del diálogo y colaboración entre distintas disciplinas sabían también en la Bauhaus, que este año celebra su centenario. Fue una escuela de arquitectura, diseño, artesanía y arte que estuvo abierta tan sólo durante catorce años, entre 1919 y 1933, pero dejó una huella que llega a nuestros días. Fundamentalmente porque conectó los ámbitos artísticos con los científicos, tecnológicos y sociales. La relevancia de esta experiencia fue enorme. Concebía el diseño como una plasmación industrial del arte y su relación con otras prácticas.
Ante los retos que nos plantean los actuales avances tecno-científicos en pleno Siglo XXI, Europa está buscando su propio camino en el campo de la Inteligencia Artificial (IA), como en tantos otros de carácter tecnológico. Para encontrarlo frente a EE. UU. y China, en el mundo globalizado en que vivimos deberíamos usar nuestras fortalezas. Creemos que una muy importante es nuestra tradición cultural (integrada por la científica, la humanística y la artística). De hecho, nuestro patrimonio cognitivo ha creado muchas corrientes a lo largo de la Historia que han marcado referencias universales.
El arte podemos verlo como el impulso creativo de algunas personas capaces de expresar con heterodoxia la cultura que los rodea. Las vanguardias científicas y artísticas hicieron mirar las cosas a sus contemporáneos con ojos nuevos. El arte logra que, a veces, nos encontremos con objetos aparentemente innovadores, aunque sean centenarios.
Lo que necesitamos en Europa (y, por supuesto, en España) para poder competir con las cifras estratosféricas de inversiones de nuestros competidores son nuevas ideas. No solamente mejoras. Ideas que rompan los esquemas conocidos, que tengan, además de su concepción, una realización técnica y visual diferente. ¿No deberíamos aprovechar la creatividad que nos aporta el arte?
Además de la Bauhaus, y mucho más reciente, tenemos otros modelos. No vamos a hacer aquí una descripción detallada, pero sí queremos recordar que la Unión Europea apuesta por la colaboración entre ciencia, tecnología y las artes a través de programas a gran escala como es STARTS (Science, Technology + Arts). En la estela de la filosofía bauhausiana, este programa pone en valor la aportación del arte a los procesos de innovación, de la inclusión y de la sostenibilidad. Instituciones como Centre Pompidou de París y el Fraunhofer Institut de Múnich participan muy activamente en esta iniciativa.
Para avanzar en IA, creemos fundamental un diálogo constructivo, en equipos multidisciplinares, entre técnicos y artistas. También necesitamos la definición de una estrategia que marque prioridades, que apueste por sectores en los que podamos tener una ventaja competitiva. Que se incentive conjuntamente a la industria y a la investigación. Que se apueste por la retención (y construcción) de talento.
La construcción de talento, evidentemente, se hace desde una educación que debe tener en cuenta a las STEAM (Science, Technology, Engineering, Art and Mathematics) a todos los niveles. Pero también se fomenta desde iniciativas como el European ARTificial Intelligence Lab. Las instituciones científicas y artísticas que forman parte de esta plataforma emprenderán un amplio repertorio de actividades a lo largo de los próximos tres años, financiados por el programa de la Unión Europea Creative Europe. Entre ellos figuran distintas residencias de investigación y producción, programas de formación y educación, así como encuentros y exposiciones, la primera de ellas en el festival internacional de arte, ciencia, tecnología y sociedad, Ars Electronica, que este año celebra su cuarenta aniversario.
Karin Ohlenschläger es directora de actividades de LABoral Centro de Arte y Creación Industrial de Gijón.
Antonio Bahamonde, catedrático de Inteligencia Artificial de la Universidad de Oviedo, es presidente de la Sociedad Científica Informática de España que concede, junto a la Fundación BBVA, los Premios de Investigación Informática.